FIDELIDAD HACIA DIOS.
Enviado por Albert • 28 de Marzo de 2018 • 1.434 Palabras (6 Páginas) • 327 Visitas
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La mayoría del tiempo queremos moldear a Dios a nuestra vida cuando Él es el que nos debe moldear a nosotros. Es muy fácil decirlo o leerlo, pero realmente es algo que debemos dejar que El haga aunque el proceso sea duro y doloroso.
8:2. ¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, Y las palabras de tu boca serán como viento impetuoso?
¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo dejaremos de sentirnos la victima de toda esta historia, hasta cuándo podremos levantarnos y decir “Basta!”, hasta cuando comenzaremos a actuar diferente, hasta cuando abriremos los ojos y comenzaremos a caminar en una dirección contraria y correcta, hasta cuando dejaras de estar tirado en el piso lamentando cada uno de tus problemas, hasta cuando se los entregaras a Dios completamente y lo dejaras actuar verdaderamente? ¿Hasta cuándo?
Hay un versículo en esta historia que me encanta porque es como la diferencia de todo, deja te explico porque...
Si tú le entregas tus problemas a Dios no se van a acabar, no comenzaras a vivir un vida de color de rosa, corriendo por un sendero lleno de mariposas, en realidad al contrario, tu vida se llenara de más problemas porque una vez que te arriesgas a vivir una vida con Dios también te arriesgas a entrar a una batalla con él, una batalla espiritual, una batalla entre el bien y el mal, recordemos que satanás también tiene poder y su fin simplemente es destruirte y no se dará por vencido hasta verte caer tan fuerte que no QUIERAS levantarte, él quiere que sea una decisión tuya el quedarte tirada; pero la clave de todo es que si tú le entregas tus problemas y tus situaciones buenas y bellas, simplemente toda tu vida a Dios todo esto lo podrás enfrentar con el rostro en alto, confiando en que El está a tu lado y estarás confiado. El versículo que me encanta, que mencione anteriormente, es el siguiente:
8:21. Aún llenará tu boca de risa, Y tus labios de júbilo.
Algo un poco desesperante cuando lees esta historia es que a pesar de todo lo que sus amigos le dicen e intentan, Job sigue muy ciego y muy terco, tanto que llega a decir:
9:16. Si yo le invocara, y él me respondiese, Aún no creeré que haya escuchado mi voz.
“Aunque yo pudiera escuchar su voz, no lo creeré”
Vivimos en un mundo que no es que este ciego, sino que es un mundo que ha decidido cerrar los ojos. Las personas viven cada día pidiendo pruebas de que Dios los escucha, de que Dios existe, de que Dios está aquí pero aun así Dios mismo bajará y se presentara frente ellos decidirían cerrar los ojos y seguir pensando lo contrario, porque realmente no lo necesitan, cada persona que pide esto a gritos están conscientes de que Dios está aquí, de que Dios los escucha pero a veces Dios calla y es más fácil pensar que no existe a pensar que no te está dando una solución directa.
Dios no nos castiga, y no todo lo malo viene de Dios, Dios usa estas situaciones para hacernos crecer personal, social, espiritualmente, en todas las áreas de nuestra vida, pero si sientes que Dios te está castigando, diré un último versículo que es muy cierto:
11:6. [...] Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.
Realmente Dios nos da más de lo que merecemos, y todas esas malas situaciones en nuestras vidas es poco a lo que deberíamos tener. Somos pecadores, somos personas merecedoras, malagradecidas y todavía nos damos el lujo de quejarnos porque Él nos ama tanto.
Dios es un Dios amoroso, grande y misericordioso, nadie puede comprender todo lo que Él es, y tampoco podemos saber los planes que tiene para nosotros y por qué hace cada cosa, lo único que podemos hacer es confiar en que todo pasa por algo, que Él tiene el control en cada situación y seguir completamente fieles a Él, no dudar de su poder.
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