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La Fe y la Mentira

Enviado por   •  11 de Marzo de 2018  •  2.473 Palabras (10 Páginas)  •  382 Visitas

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Una vez escondidos en el terrado los espias, Rahab miente a los mensajeros del rey diciéndoles que realmente estos hombres habían estado en su casa pero que no sabía de donde eran y que se habían marchado antes de que se pusiera el sol y las puertas fueran cerradas, desconociendo su destino, pero que ciertamente si se apresuraban los alcanzarían.

Pacto de Rahab con los espías

Una vez los mensajeros del rey se marchan tras los espías, Rahab ve una gran oportunidad de salvar su vida, sabe que la destrucción de Jericó es inminente, asi que su única opción es hacer un trato para librarse tanto ella como su familia de la destrucción. Ya había escuchado lo que Jehová había hecho en el Mar Rojo y lo que sucedió a los reyes de los amorreos que habitaban del otro lado del Jordán, a Sehón y a Og. (Jo.2:9,10).

Rahab se reconoce perdedora en esta guerra, sabe muy bien que Dios le ha dado la tierra a Israel y no sólo ella sino que el temor había caído sobre todo el pueblo. Rahab confiesa a los espías lo que sabe: que Dios es Dios en los cielos y en la tierra y que, por lo tanto, es su Dios; sabe que Dios ha hecho prodigios con y en su pueblo escogido.

Todos saben de los milagros. El conocimiento del poder de Dios está sembrado por todas partes, y, por sobretodo, ella sabe que también será misericordioso con ella y la salvará Por tanto no duda en hacer un pacto con ellos, no solo buscando salvar su vida sino también que intercede ante los espías por su familia y sus posesiones, después de que su petición ha sido recibida, va y comunica a sus amados lo que ha de acontecer. Rahab cumple su parte del pacto: Reúne en su casa a toda su familia con sus posesiones, cuelga el cordón rojo desde la ventana que era la señal acordada y, sin salir de la habitación, esperan.

¿Cómo se justifica la mentira de Rahab?

El reconocimiento, espionaje y el engaño son necesarios en la guerra, aun en la guerra santa (ver 1; cf. Jueces 7:916). Rajab escondió a los espías y engañó a los exploradores del rey de Jericó con mentiras (2-7). Clandestinamente dejó que los espías escaparan y los instruyó sobre la forma de evitar ser descubiertos, escondiéndose en las cuevas de las montañas al occidente de la ciudad, lo opuesto a lo que podría esperarse como una posibilidad (16, 17). Los engaños de Josué y Rajab producen dudas. ¿Cómo pueden esos engaños ser una parte legítima de la guerra santa? (Cf. Mateo 5:33-37; Efesios 4:14, 15.) Las analogías indirectas de situaciones donde el engaño y la desinformación son correctos y necesarios, pueden ayudar. Los cazadores usan trampas y escondrijos; los pescadores, cebos y anzuelos. En los deportes, los jugadores con frecuencia tratarán de engañar a sus oponentes moviendo una pelota o adoptando posturas engañosas. En el ajedrez, un jugador engaña a su oponente tomando su pieza más débil para capturar la más fuerte; en los juegos de cartas uno conserva una “cara seria”. Dios fue bondadoso con las parteras que engañaron al Faraón (Exodo 1:19-20) y “por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses” (Hebreos 11:23). En todas estas situaciones no acusamos a los participantes de actuar de acuerdo con principios carentes de ética de que un fin recto justifica medios injustos. Más bien, reconocemos que en dichas situaciones el engaño es legítimo, no erróneo.[5]

Se entiende que a la llegada de los espías a las puertas de Rahab ya era creyente, pues había escuchado de Jehová el Dios de Israel y todo lo que éste había hecho por su pueblo. A raíz de esto surge la pregunta ¿cómo se justifican sus mentiras? Lo primer a tomar en cuenta es que ella demostró su fe en Dios al arriesgar su vida protegiendo a los espías, segundo se debe ver que ella actuó como cualquier pagano o inconverso de esa ciudad. No se le debe atribuir a Rahab, una mujer totalmente ignorante de los principios divinos que solamente los Hebreos conocían. Esta mujer, criada y formada en una sociedad totalmente pagana, no puede ser culpada de mentir y de hacerlo sabiendo que era erróneo por lo menos no así conforme a los principios del Dios de Israel, ya que ella desconocía la ley dada el pueblo de Israel apenas años antes en el desierto. Es posible que ella ni siquiera considerara una mentira como una mentira en el aspecto técnico que hoy se le atribuye.

Se puede tomar en cuenta a creyentes como Abraham e Isaac quienes recurrieron al engaño (Gn. 12:10-20; 20; 26:6-11), así como David (1 S. 21:2), mejor sería no ser demasiado duros con Rahab. Pero esto no constituye ninguna excusa o incentivo para mentir; simplemente es una invitación a considerar las circunstancias en que ella se encontraba para que no sea condenada tan severamente.

Mentir es malo (Pr. 12:22), y el hecho de que Dios permitiera que las mentiras de Rahab quedaran registradas en las Escrituras no es ninguna prueba de que Él las aprobara. Sin embargo, ¿No es tan bien cierto que la mayoría de nosotros vacilaría en decir la verdad si se tratara realmente de una cuestión de vida o muerte?. Si se deja de lado las cuestiones éticas, la lección más importante aquí es que la fe de Rahab era evidente, y ella lo demostró al recibir a los espías y arriesgar su vida para protegerlos. Santiago vio sus acciones como prueba de que era una creyente en verdad (Stg. 2:25). La suya no fue una fe oculta; los espías pudieron decir que ella era, sin duda, una creyente.

Rahab en la genealogía de Cristo

Los judíos tenían un gran interés en las genealogías. Barclay explica este tema de la siguiente manera:

Mateo llama a esta parte del libro de la generación ( biblos gueneseos) de Jesucristo. No es normal encontrar nombres de mujeres en las genealogías judías. La mujer no tenía derechos legales. Pero cuando se consideran en quienes eran estas mujeres Mateo plasma el evangelio de Jesus en esta genealogía derribando las barreras entre el gentil y el judío, el pecador y el santo, el varón y la mujer y colocándolos a un mismo nivel delante de Dios.[6]

Mateo 1:5 “Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. ”

Se puede notar que hay dos gentiles (mujeres) en la genealogía de Jesús. Rut fue moabita, pero una extraordinaria excelente moabita que deseó tener al Dios [el verdadero Dios )de su suegra Nohemí que fuera su Dios (Rut 1:16). Se casó con Booz, un muy buen hombre de Israel. Y la otra mujer gentil fue Rahab. Su inclusión se debe a que, aunque había sido ramera, creyó que el Dios de los israelitas

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