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La mujer a la que se le perdonó mucho

Enviado por   •  27 de Noviembre de 2018  •  1.889 Palabras (8 Páginas)  •  276 Visitas

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Tenemos que tener cuidado de no caer en estos pecados. Hay creyentes que ni siquiera le darían la mano o un abrazo a una persona abiertamente homosexual. ¡Tenemos mucho que aprender todavía! Seamos misericordiosos con todos.

Actitud de Jesús

Aquí tenemos otra muestra maravillosa de que Jesús es Dios, puede y conoce nuestros pensamientos v. 40. Jesús, conociendo el corazón y los pensamientos de Simón, le contó una historia para ilustrarle sobre el amor y el perdón: “Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía 500 denarios, y el otro 50; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Dí, pues, ¿cuál de ellos le amará más?” (Lucas 7:41-42).

La respuesta es obvia, pero Jesús, le pregunta directamente a Simón. Él, con un tono casi de indiferencia, le dice que “aquel a quien perdonó más”. Todavía no entendía el por qué de esa pregunta y Jesús vuelto de inmediato a la mujer, que estaba escondida a sus pies, le dice (Lucas 7:44-47).

El contraste entre la actitud de Simón y de esta mujer a la hora de recibirle es impresionante. Simón se mostró frío y muy poco amoroso, sin embargo la mujer derramó todo su amor con lo que hizo. Una de las primeras cosas que se hacían entonces a los invitados era lavar los pies polvorientos al entrar en la casa, Simón no lo hizo, pero la mujer los lavó con sus lágrimas. El beso se usaba como un emblema de amor, reverencia religiosa, sujeción y súplica. Simón no besó a Jesús, pero la mujer no dejó de besar los pies de Jesús. Ungir la cabeza con aceite era común entre los judíos, pero Simón no lo hizo con Jesús, sin embargo la mujer ungió sus pies con el perfume. ¿Puede haber mayor contraste?

Esto nos enseña también cómo las formas externas de relacionarnos y tratar a las personas, nos muestran cómo está nuestro corazón. Si nuestro corazón está frío, seremos fríos en nuestro trato a los demás. Cuidemos de no caer en esta falta de amor y demostración del mismo.

No solo Jesús tuvo palabras para Simón, sino que se dirigió a la mujer misma: “Tus pecados te son perdonados” v. 48. Cualquier duda que tuviera de ser perdonada, se desvanecía en aquel momento. Tiene la confirmación del Señor mismo de que ha sido perdonada, sus pecados borrados por completo. ¡Qué declaración tan solemne!

El fin de toda persona radica en esta declaración, en si Dios a través de Jesús nos perdona. No hablamos de ningún hombre, por mucha autoridad que tenga, que nunca tendrá la autoridad de perdonar pecados, hablamos de Dios mismo, reconociendo nuestro estado de “perdonado”. ¿Has sido perdonada? Sólo Dios lo puede hacer v.49. Los mismos invitados estaban sorprendidos de que Jesús pronunciara estas palabras, porque ellos sabían que solo Dios puede perdonar los pecados, pero Jesús es Dios.

Las últimas palabras que Jesús le dice a la mujer son: “Tu fe te ha salvado. Ve en paz”. Una vez más le confirma que ha sido perdonada y salvada. Tenemos que entender que no fue salvada porque amó mucho, sino al revés, porque fue perdonada por medio de la fe en la obra de Cristo en la cruz, por eso, amó mucho. Su amor y adoración fueron los frutos de verse perdonada.

Las palabras “ve en paz”, no solo eran un saludo, sino que implicaban una vida nueva para esa mujer (2ª Corintios 5:17). Es curioso ver cómo no se dice nada de que la mujer hablara con Jesús audiblemente, pero no hacía falta. Su ofrenda al Señor lo decía todo sin lugar a dudas.

Conclusión y aplicación

Tal vea al igual que esa mujer pecadora, ves tu necesidad de ser perdonada, bueno, la solución está ahí, a tu alcance. Jesús es el único que puede perdonarte si hay un verdadero arrepentimiento y fe en su obra. La mujer confió, y fue perdonada, tú también lo puedes ser ahora mismo. Acércate a Él y pídele perdón y salvación. Jamás rechazó a nadie.

Quizás te veas más reflejada en Simón. Puede que seas una religiosa, alguien que te consideras buena persona, que ayudas a los demás, cumples con tus ritos religiosos etc. sin embargo, no has entendido todavía lo que es el perdón divino. Humíllate ante Dios y arrepiéntete de tu corazón orgulloso, no confíes en tus buenas obras, porque no pueden salvarte.

Cualquiera que sea tu situación, hay esperanza para un corazón arrepentido y con fe en Aquel que dio su vida por nosotros.

Si ya eres creyente, cuidado de no tener prejuicios con nadie, todos hemos sido perdonados, no hay unos mejores que otros. Jesús dijo en una ocasión: “De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios” (Mateo 21:31). Y a la vez, derramemos nuestros perfumes, nuestras ofrendas, nuestras vidas para Cristo. Que seamos como esas lágrimas y ese perfume derramado para Jesús. Si has sido perdonada, mucho debes de amar al Maestro.

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