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Cosmovisión y reciprocidad. Regalos en dos santuarios: La Resurrección y Tejalpa, Puebla

Enviado por   •  27 de Febrero de 2018  •  5.003 Palabras (21 Páginas)  •  386 Visitas

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En este sentido y siguiendo al autor, resalta la importancia de las tradiciones consideradas como herencia de los antepasados. En el caso de las comunidades mencionadas, la agricultura, particularmente, es considerada como un trabajo tradicional, aunado a las practicas rituales que ellos aseguran que intervienen en el proceso de crecimiento de la planta; esto se encuentra fundamentado en las creencias, experiencias, las enseñanzas que dejaron los antiguos, que en conjunto reafirman la forma de vida del campesino y avalan las maneras de relacionarse con su entorno a través del tie

mpo, lo que se expresa en el sentido de pertenencia al campo y viceversa: el campo les pertenece a ellos. “Las cosmovisiones no son sistemas perfectos. Tienen contradicciones, lagunas, excepciones, absurdos, duplicidades, parches. Son construcciones con las que los hombres pretenden ajustarse a su presente” (López Austin, 1990).

La relación directa con la naturaleza por medio de la actividad agrícola reafirma las percepciones y significados que los pobladores poseen en torno a la naturaleza y la práctica campesina para las distintas generaciones en la comunidad. Esa familiaridad con la naturaleza la aprenden desde niños, esto es, aprenden a reconocerse ante todo como campesinos.

En esas primeras experiencias adquieren un código cultural particular. Sin embargo, el cambio se produce con mayor aceleración en unas instituciones culturales que en otras. La cosmovisión se transforma de acuerdo con procesos particulares de continuidad y de reinterpretación (Báez-Jorge y Gómez, 2001: 393). Los indígenas campesinos han aprendido que el entorno geográfico ha quedado como testigo de la significativa acción del grupo; en él se recrea su historia y todo el saber acumulado entre la conjugación del pasado y presente, que se amalgama con las experiencias y recuerdos colectivos.

Para Báez-Jorge, la configuración de las cosmovisiones expresa lo objetivo y lo subjetivo de lo individual y lo social. Por ser manifestaciones culturales creadas por una sociedad, estudiarlas implica comprender estos rasgos fundamentales de su naturaleza y advertir que mediante el lenguaje de los símbolos expresan el pasado y el presente de las modalidades asumidas por la conciencia social de los grupos étnicos en los cuales se generan, lo que contribuye a cimentar la identidad comunitaria (Báez-Jorge, 2001).

En la cosmovisión de los indígenas campesinos, resalta en la memoria de su grupo una serie de construcciones simbólicas, como una muestra de su acción cultural en torno a la naturaleza, base de su identidad para cimentar los recuerdos que el grupo estructura y mantiene por medio de la tradición oral, que asegura y reactiva la práctica misma de la agricultura, ya que al representar una vivencia continua tiene la capacidad de avalar su permanencia social a partir de los elementos materiales y simbólicos presentes en distintos momentos históricos.

Esa capacidad establece también una forma particular de reconstrucción de la vida simbólica, así como la estabilidad en el tiempo, pues implica capacidad de adaptación y refuncionalización permanente.

Ello avala a la cosmovisión como un modelo del universo elaborado colectivamente a lo largo de un complejo proceso milenario, en el que influye la experiencia acumulada de la cultura: su historia, su interacción con otras culturas, su estratificación social, su interacción con el ecosistema, sus formas de subsistencia, por mencionar algunos (Espinosa, 1996: 53-54).

También entendemos a la cosmovisión como un modelo cultural que tiende a ordenar una realidad. De manera práctica, es un referente grupal con el que los indígenas campesinos refuerzan el proceso de apropiación y de manipulación que realizan en torno a la naturaleza, la cual lejos de presentarse como un “objeto inerte” recrea a la sociedad, todo ello mediado por un conjunto de acciones de corte ritual, como el ofrecimiento de elementos significativos que se ofrecen.

María Ana Portal (1997: 67-70) señala algunas características del ritual: y los considera como una práctica repetitiva que se recrea en la memoria colectiva de los grupos, se sintetiza en un solo momento pasado, presente y futuro, representa un espacio en el cual el individuo se relaciona con su grupo. Con base en tales señalamientos, retomamos la presencia de los rituales de propiciación de lluvia en torno a la agricultura como una expresión de la cosmovisión que se reafirma cada vez que se hace explicito (tanto de forma verbal como en la práctica) cuando se ofrecen regalos, el peso de “la costumbre”, “la enseñanza de los abuelos” vista y aprendida por los miembros de la comunidad, que cobran vigencia en el momento en que se llevan a cabo las peticiones y ofrendas realizadas estrictamente conforme “reglamento”, esto es, respetando las fechas festivas, la cooperación y organización interna para su realización, la convivencia comunitaria, los cohetes, la música, flores, bebida; acciones que permiten reafirmar una posición campesina al tiempo que se espera levantar en un futuro próximo un poco de maíz.

La realización de estas prácticas reafirma la permanente interacción entre el grupo campesino y la naturaleza, expresando esa unión milenaria. Al respecto, Andrés Medina (1990) ha señalado que la raíz más profunda de esa continuidad ésta en el trabajo agrícola en torno a la milpa, en donde el maíz tiene el papel central, a su alrededor se sientan las bases de la organización social, las cuestiones de orden técnico y científico se entraman en sistemas de creencias que transmiten la experiencia y conocimientos en un contexto sumamente ritualizado.

A pesar de resentirse en la comunidad la disminución de la obtención de cosecha de maíz. Por otro lado, hay una recurrente explicación acerca de la situación de la agricultura y la obtención de maíz. Todo se define con la frase “así lo quiere dios”, “dios socorre”, tanto la presencia de lluvias como la obtención de cosecha.

En general, todo lo que ocurre en su vida cotidiana se encuentra mediada por la intervención divina; con la que existe una necesidad por relacionarse con ellos para poder tomar control e los fenómenos naturales, con ello se depositan una serie de objetos y alimentos a manera de ofrenda.

Los regalos se hacen con el objetivo de propiciar la lluvia principalmente, sin embargo su eficacia de la ofrenda depende del uso de los objetos o comida “esencia del que lo se da”, es decir debe contener algo que referenciado a quien lo va a recibir, por ejemplo cuando se trata de objetos en este caso para la Malinche se tiende a dejar collares, rebosos, animalitos de yeso o comida

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