Discusión: ¿Qué hay entre la vida y la muerte?

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Pero bien, no debemos detenernos, la apariencia de estos hechos puede haberse hecho algo penosa y en ocasiones un poco detestable, así que es necesario que un joven miserable y de poca fortuna, entendiendo ésta desde los bienes materiales hasta aquel misterioso hecho de la suerte, que encuentra en un hecho mágico, una salida disfrazada.

Los bienes, los acompañantes pasajeros, las ocasiones formales e informales, los buenos deseos ¿qué tienen en común? Efectivamente, un conjunto de características sociales que suponen la felicidad como un hecho marginado y entristecedor, pues cada nueva pertenencia, vista desde cualquiera de las categorías anteriores, restaba algo más importante, algo que solo puede verse si se está por completo atento, exprimía la vida misma.

No merece la pena continuar con esta historia, de no ser claro por el final del camino, donde una nueva silueta de perfección se aparece y hace frente a otra silueta de igual perfección, pero orientada desde un punto diferente. No es más que un joven contra un sabio, y un camino que se recorre donde el joven pasa a ser sabio, pero nunca deja de ser joven.

Sin embargo la belleza y juventud del joven hubieran marchitado como cualquier flor, tristemente hasta la más hermosa, entonces no fijaremos el punto en tales banalidades, sea cual sea la insistencia del autor. Entonces, lo que llenó al joven de un corazón cambiante y ambivalente, fueron las palabras de un sabio que escupió en la cara de la buena sociedad, que insultó a gritos a los ideales morales y éticos, que hizo frente a la religión, y que sucumbió ante el amor, siendo victorioso de su rivalidad con aquel joven.

Ambos discursos, ambos interlocutores, ambos sabios, ambos idiotas, prescribieron para el otro el camino ideal, olvidando al final de su drama, recibir hasta la última gota de sus palabras, pues del choque de ambos bandos, no hubo un ganador, sino uno que miró a los ojos del amor por última vez, y otro que ganó el derecho a continuar con su existencia, sumido en la más miserable de las soledades.

Fin del recorrido, Jean-Baptiste Grenouille, Harry Haller, Armanda, Emma Bovary, Raphaël de Valentin, Dorian Gray y Lord Henry Wotton, al igual que sus respectivos creadores, merecen un descanso, bastante es haber servido en un recorrido de los sentidos, presuponía inicialmente un ideal de belleza femenino, pero dio cuenta de una serie de placeres desde los sentidos, de la siguiente manera:

- Olfato: “El perfume”, novela del escritor alemán Patrick Süskind.

- Tacto: “Lobo estepario”, novela del escritor, filósofo, poeta y pintor alemán Hermann Hesse.

- Gusto: “Madame Bovary”, novela del escritor francés Gustave Flaubert.

- Vista: “La piel de zapa”, novela del escritor francés Honoré de Balzac.

- Oído: “El retrato de Dorian Gray”, novela del escritor, poeta y dramaturgo irlandés Oscar Wilde.

Este paso por los personajes de dichas novelas, pretende al lector un reto importante, pues si prestó algo de atención, dio cuenta de finales trágicos en cada uno de los casos. Tal es el caso donde la vida prevé a la muerte, y sin embargo, la pregunta puede resultar rápida, confusa o trivial, pero genera expectativa y tal vez diversidad de respuestas: Para todos aquellos actores ¿valió la pena una vida de sentidos? O ha de preferirse una vida sin sentidos, o con moderación, que en ocasiones, tiende a ser lo mismo. No es este un llamado a la inmoralidad, ni un sentido apóstata de la realidad, tampoco una exigencia al libertinaje, es una cuestión que, al menos en apariencia, demuestra que después de vivir, y antes de morir, hubo algo, un encuentro maravilloso de actores diversos, donde tuvo lugar un instante de éxtasis.

Referencias bibliográficas

Balzac, H. d. (1967). La piel de zapa. Buenos Aires: Bruguera Editorial.

Flaubert, G. (1857). Madame Bovary. Madrid: Alianza Editorial.

Hesse, H. (1927). Lobo estepario. Madrid: Alianza Editorial.

Süskind, P. (1985). El perfume. Barcelona: Planetalector Editorial.

Wilde, O. (1890). El retrato de Dorian Gray. Barcelona: Planetalector Editorial.