El machismo y desigualdad de género, de la mano con el arraigue religioso en el siglo XIX en Costa Rica
Enviado por Antonio • 19 de Noviembre de 2018 • 3.649 Palabras (15 Páginas) • 439 Visitas
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En los primeros dos años de matrimonio me di cuenta que me había sido infiel por una amistad mía de mucha confianza, me contó que en un viaje que Lauro hacía de Jicaral hacia Puntarenas, mi amistad iba en un viaje de esos y vio a Lauro que se montó en la lancha y seguidamente se montó una mujer que lo abrazó y le dio un beso en boca, yo ya me lo andaba sospechando porque el salía mucho a hacer mandados a Puntarenas y se me hacía extraño que fuera tan seguido, pero con eso ya lo pude confirmar, al saberlo, lo primero que paso en mí fue desilusión y decepción, de que la persona a la que le entregaba mi vida, en la que confiaba, a la que le di todo mi esfuerzo estos dos años, me estaba pagando con una infidelidad, una, si no es que ya había estado con quien sabe cuántas mujeres antes de esa, es una traición que solo una sabe lo se siente, y no comprendía que había hecho mal, en que le había fallado para que me traicionara de esa manera, en ese momento él no estaba en la casa, se suponía que andaba trabajando, y mientras yo pase llorando el resto de la tarde pensando en que iba a hacer con eso, preguntándome ¿que debía hacer?, el normalmente volvía a la hora de la comida en la noche y ya se estaba haciendo tarde, entonces deje de llorar e intente tranquilizarme y me puse a hacer la comida de la cena mientras pensaba en cómo enfrentarlo, que decirle y como decírselo, y con miedo al reaccionar de él, al fin y al cabo él llegó a la casa tarde, entró y se sentó en el comedor, y yo sin pensarlo mucho mientras terminaba de servir la comida, fui de una ves a decirle lo que me habían contado, de que venía besándose con una mujer en su viaje a Puntarenas, y su reacción fue simplemente enojarse, diciéndome que todo eso era mentira, que yo era una babosa por andar haciéndole caso a la gente y que él no había hecho nada, me gritó todo eso y se fue él a servir la cena y se fue para afuera a comer, después de eso quedó un silencio en la casa, yo me fui callada para nuestro cuarto y me quede llorando el resto de la noche, y él ni se apareció, se quedó afuera y se fue temprano a trabajar supongo porque ni siquiera lo escuché, después de eso decidí no tocar más el tema porque sabía que si lo volvía a hacer iba a resultar de misma forma, un hombre con ese carácter nunca da el brazo a torcer por más razones que uno le dé. Al tiempo después del problema, no me volvieron a decir nada de él, yo pensé en dejar eso atrás creyendo en que eso no volvería a ocurrir.
A los tres años de habernos casado después de ese problema quede embarazada y pensé que la noticia de un hijo iba a mejorar nuestro matrimonio, que le haría cambiar un poco su actitud y su carácter, y pues así fue por un tiempo ya que estando embarazada no debía hacer ciertas labores en la casa, entonces el comenzó a ayudarme con eso, hasta que cierto día en la noche que mientras dormía me desperté porque él se levantó, eran como la una de la mañana, y él ya se había levantado a esa hora noches anteriores y duraba mucho tiempo en regresar al cuarto, entonces ese día me levante también sin hacer ruido, y lo seguí sin que se diera cuenta, y lo vi que se fue a meter en la casa de una vecina del frente, entonces me devolví y lo esperé en la casa a que volviera para encararlo, ahí si no me podría decir que no, mientras pasaba por mi mente el pensamiento de que ni esperando un hijo suyo podría serme fiel, al rato ya llegó y oliendo a mujer, y lo encaré, le reclame que por qué andaba en la casa de la vecina, ¡¿que tenía que estar haciendo a esa hora?!, e igual que la primera vez se enojó y me gritó que no andaba haciendo nada y que no me importaba a mí lo que el hiciera, y se fue de la casa dejándome con la palabra en la boca, y yo me fui al cuarto y me acosté en la cama, con hueco en el pecho, me quede llorando un gran rato con la impotencia de saber que no podía hacer nada, y llevando un niño en el vientre, ahí me di cuenta que eso iba a seguir pasando siempre, al día siguiente volvió a la casa como siempre y no nos cruzamos la palabra, e igual siguió yéndose de la casa en las noches donde la vecina, mientras yo quedaba en la casa con la única esperanza de pedirle ayuda a Dios, y poco a poco llegué a la conclusión de que eso ya no tenía remedio, que no podía hacer nada para cambiar su forma de ser, me di cuenta de que yo no iba a poder cambiar la actitud de él de ninguna manera. A pesar de todo esto no lo dejé porque desde niña siempre se me inculcó en mi familia de parte de mi madre, la religión católica, por lo que el matrimonio debe durar para toda la vida pase lo que pase, por eso siempre que nos peleábamos o que me hablara de mal modo, le pedía siempre a Dios que me diera la fortaleza para sobrellevarlo y perdonarlo por tratarme así, y a pesar de que el me traicionara con otras mujeres, yo tuve la oportunidad de serle infiel con otros hombres también, pero no lo hice porque si él no se respetaba a si mismo yo si iba a respetarme a mí misma, y no haría las cosas por despecho, era respetar mi integridad como mujer y eso siempre lo hice. Tiempo después nació nuestro primer hijo, le pusimos Laury. Mientras Laury crecía, a mí me tocó que criarlo del todo, al igual que la segunda hija que tuvimos dos años después, le pusimos Fanny. Lauro siempre tuvo el mismo carácter tanto con ellos como conmigo, los regañaba y les pegaba por mínimas cosas, a mi jamás me pegó, pero me agredía con su actitud, y a ellos los regañaba por cosas como ver tele, en ese tiempo que pudimos conseguir nuestro primer televisor, o por jugar dentro de la casa, y siempre quiso mandar a Laury por ser el varon a trabajar desde niño, decía que no estudiara, porque para él eso era una pérdida de tiempo, y yo gracias a Dios me encargué de mandarlos a la escuela y educarlos como buenas personas que fueran respetuosos y creyentes en Dios, y una confesión es que pesar de que di todo por mis hijos me siento culpable de en ese momento de su infancia no haber intervenido y enfrentármele a Lauro para que no les pegara por pequeñeces, y es algo de lo que me he arrepentido todo este tiempo, creo que en ese momento llegué a sentirme sometida e impotente contra él, y no pude tener el valor de enfrentármele para defender a mis hijos en muchas ocasiones.
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Adelaida y Lauro (20 años de casados)
Desde comienzos del siglo XIX hasta el siglo XX, en Costa Rica se vivía una época más que todo basada en el economía cafetalera, agricultura y el trabajo de campo, normalmente la estructura familiar en las zonas rurales eran familias que por cultura constataban de una pareja y muchos, en la que el padre de familia iba a trabajar al campo y la mujer era la que se quedaba en la casa con los quehaceres
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