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ANTECEDENTES Y DESARROLLO HISTÓRICO DE LA ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL EN ESPAÑA

Enviado por   •  12 de Septiembre de 2017  •  2.965 Palabras (12 Páginas)  •  613 Visitas

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Dichas misiones se inician tras la proclamación de la Segunda República. Nacen por decreto de 20 de mayo de 1931 con el objeto de difundir la cultura y la educación ciudadana en aldeas y villas. Las promueve el Ministerio de Instrucción Pública, conocedor de las lagunas culturales de las zonas rurales con escaso desarrollo socioeconómico. Además precisan del apoyo de la universidad y del Museo Pedagógico Nacional.

Se inician con la colaboración de instancias políticas y educativas centrales, y de los profesores y alumnos universitarios, en el verano. Para llevar la cultura al pueblo se hacen desplazamientos en los que se incluyen tareas de alfabetización y lectura, teatro, museo ambulante, conciertos, bibliotecas populares, recitales poéticos, y aquellos medios técnicos que eleven el nivel cultural del campesinado. El éxito de las misiones requiere el apoyo de los agentes de la comunidad, en especial los maestros, y dejan como donación o en depósito libros, reproducciones de cuadros y otros materiales. Tratan de desprenderse de formas urbanas y aprender de las expresiones culturales de la comunidad.

Cuando la contrarreforma del ‘bienio negro republicano’ da por concluido las misiones pedagógicas en 1934, los profesores y estudiantes han trazado varias rutas de misión cultural: sierras de la Cabrera, Sanabria.. (García Lorca y su teatro de la Barraca).

Lo más relevante son las formas de hacer y los métodos utilizados. Estos juglares ambulantes, procedentes de sectores culturales y económicos distantes, practican una metodología de la participación. Su presencia se basa en el respeto a lo autóctono, al folclore, y cuentan con todos los miembros de la comunidad. El teatro popular, la recopilación y difusión de canciones y tradiciones populares son un ejemplo.

Dichas misiones representan un gran esfuerzo en pro de la cultura popular, aun viniendo de planteamientos universitarios, pero lo más importante fue su metodología de cómo animar culturalmente al pueblo, incluyendo mejoras socioeconómicas.

El movimiento obrero, bien desde el sector anarquista, o desde el socialismo, ha mostrado interés hacia la cultura popular. Su proyecto social resulta inexplicable fuera de las categorías culturales que trata de implantar.

La aportación del anarquismo español a la educación y cultura popular en el siglo XX es resultado de su madurez asociativa, de las condiciones sociales del obrero español y de la herencia recibida de la I internacional.

Dentro del concepto de hombre, de sociedad y del proyecto de revolución social del anarquismo, la educación es prioritaria. Para lograr la sociedad solidaria final se requieren cambios en el sistema de propiedad, en los valores y organizaciones sociales y políticas, y todo se basa en la libertad del individuo, en un sujeto capaz y educado, más que en el Estado. He ahí la importancia de la educación y la presencia de lo sociocultural en los programas de la CNT desde 1910. El hombre nuevo y el orden social comunitario –la emancipación social- pasan por la educación, por una cultura que transforme al individuo y a éste en colectivo.

Varios estudios muestran la contribución a la cultura popular de las organizaciones anarquistas a principios del siglo XX. Destaca la Escuela Moderna de Ferrer i Guàrdia, en Barcelona, y las escuelas racionalistas en Cataluña, Valencia y Galicia. Además, se realizan actos socioculturales en cientos de ateneos libertarios (en las ciudades). En ellos se forma al militante y se organiza la lucha sindical, y se imparten cursos de alfabetización y cultura general, conferencias, teatro, concursos literarios..

Destaca la experiencia educativa y sociocultural de los anarquistas en plena guerra civil en Aragón. Colectividades libertarias crean escuelas racionalistas y diversas acciones socioculturales no-formales (bibliotecas, sesiones de debate, educación de adultos).

Los socialistas defienden pautas culturales y políticas derivadas del marxismo: la línea de intervención cultural y educativa debe pasar por el Estado. El esfuerzo debe dirigirse a ocupar el Estado y desarrollar un programa político con las opciones educativas y culturales de los obreros.

El socialismo del primer tercio de siglo promueve otras iniciativas socioculturales: la prensa, la propaganda, la literatura, tareas de alfabetización (casas del pueblo), la educación de la mujer obrera, escuelas de artesanos, iniciativas editoriales, bibliotecas obreras, manifestaciones artísticas (teatro, coros, radio) o el deporte obrero.

Las casas del pueblo es la institución que mejor define el modelo sociocultural del socialismo español en este período. Se expanden a partir de 1900 y en sus locales se forman los militantes y se elabora el programa político de la localidad. También imparten clases de alfabetización y cultura general, organizan ciclos de conferencias, representaciones artísticas y culturales.

Hay una evolución en los planteamientos socioculturales del socialismo español. Juan José Morato, afirmaba ‘Educar y educar. He ahí la obra revolucionaria’. Más tarde Julián Besteiro escribe ‘se trata no de producir de una vez la sociedad del porvenir, sino de producirla todos los días por la conquista de la cultura.’ Estos dos modelos culturales se plasmaron en actuaciones socioculturales diferenciadas, aunque complementarias.

La iglesia, normalmente a favor de los intereses de la burguesía, emprende un programa de acciones socioculturales. En el Antiguo Régimen las ideas, la educación y la cultura habían sido, y debían volver a serlo, competencia de la Iglesia. A este deseo se unen factores sociales y eclesiásticos que resume la encíclica Rerum Novarum (1891) de León XIII. En ella se instruye a los católicos a difundir los ideales cristianos entre los obreros y campesinos. El movimiento del catolicismo social se consolida y queda estructurado como alternativa sindical (se acompaña de una acción sociocultural de orientación no católica).

A principios del siglo XX florecen organismos católicos en pueblos, ciudades y centros de trabajo (Sindicatos Católicos, Juventudes Católicas), y se forman las diversas ramas de la Acción Católica. Realizan trabajos en el ámbito de la prensa, la cultura y la educación popular. Ayudan a mejorar las condiciones de vida y cultura de los obreros, mas poseen un talante combativo frente a iniciativas de índole liberal, socialista o anarquista.

Estas asociaciones promovidas por el catolicismo, con fines evangélicos, enriquecen la cultura popular, en la dimensión cuantitativa y en la cualitativa. Se crean cajas de ahorros, mutuas de accidentes, préstamo social

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