Características que tomó en México el proceso de transición demográfica
Enviado por mondoro • 4 de Mayo de 2018 • 4.449 Palabras (18 Páginas) • 397 Visitas
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Es en este entorno de la globalización en marcha donde la economía mexicana se desarrolló en las últimas tres décadas, y el contexto en el cual se registraron grandes cambios no sólo económicos, sino también fueron carácter social, en especial el que se refiere a la puesta en marcha y profundización en México de la segunda etapa de la transición demográfica, esto es, el franco descenso de la fecundidad.
De la misma manera dado el carácter profundo y duramente reversible de las tendencias globalizadoras mundiales, los análisis históricos y los de carácter prospectivo que se abordan a continuación deben ponerse en el contexto de la internacionalización de la economía mundial que ha tenido lugar en las tres últimas décadas y que, previsiblemente, continuará marcando la pauta en las próximos tres decenios de la presente centuria.
EL DESARROLLO DEMOGRÁFICO
A partir de la década de los cuarenta, la expansión progresiva de las campañas sanitarias y asistenciales en México elevó los índices medios de salud de los habitantes, lo que redució la morbilidad y la mortalidad, aumentando la esperanza de vida al nacimiento: Todos estos factores permiten ubicar en esa década el inicio de la primera etapa de la transición demográfica.
En efecto, las tasas de mortalidad se redujeron abruptamente de 22.8 por mil habitantes en 1940 a 17.9 en 1950, a 12.7 en 1960 y a 10.2 por mil habitantes en 1970, y tendencias similares siguieron las tasas de mortalidad infantil, para alcanzar sólo 79.4 por cada mil niños nacidos vivos en 1970. En contraste, las tasas de natalidad continuaron elevadas en las primeras décadas de este periodo (44.3 nacimientos por cada mil habitantes en 1940; 44.7 en 1950; 47.3 en 1960 y 43.7 en 1970), lo que propició crecientes tasas de aumento natural de la población en esos decenios (2.2% anual en 1940; 2.7% en 1950; 3.5% en 1960 y 3.4% en 1970).4
En suma, hacia principios de la década de los años setenta, México, con una población que se acercaba a los 51 millones de habitantes, se mostraba una demografía por demás dinámica, que se caracterizaba por los elevados índices de fecundidad, aunados a decrecientes estándares de mortalidad. Lo que hacía esperar un rápido crecimiento poblacional para los siguientes decenios, llegándose a prever que para el año 2000 la población llegaría hasta 148 millones de personas
Los planteamientos demográficos de los especialistas primero y el convencimiento de las autoridades del gobierno después pusieron en claro que el bienestar del país no podía fincarse sobre bases firmes si el rápido crecimiento de la población continuaba erosionando los beneficios del progreso económico. Esto dio origen a un conjunto articulado de acciones de política demográfica, por medio de la puesta en marcha del Consejo Nacional de Población (CONAPO) en 1974.
Es por ello que a partir de la segunda mitad de la década de los setenta se inició en México la segunda etapa de la transición demográfica. Comienzan a mostrarse los efectos de las políticas de planificación familiar impulsadas por el CONAPO, que junto con la acelerada urbanización que se registraba en el país, contribuyeron a abatir las tasas de fecundidad, de manera paralela a la continuación del descenso de las tasas de mortalidad, pero éstas en términos menos significativos.
La trayectoria seguida por la fecundidad y la mortalidad en los pasados tres decenios ha provocado que hasta ahora notables transformaciones en la estructura de edades de la población, acelerando el tránsito de una población joven a una envejecida. En este periodo la edad promedio de los mexicanos aumentó en más de seis años, proceso acompañado de la reducción de la importancia relativa de la población de menos de 15 años; el aumento de la comprendida entre 15 y 64 años y un aumento también absoluto y relativo de la población de 65 años y más.
“…De mayor interés para los propósitos de este texto es el enfoque del dinamismo en el crecimiento de la población en edades activas, por sus notorios efectos sobre las razones de dependencia y seguido sobre las crecientes demandas que se han impuesto en el mercado laboral de nuestro país. De acuerdo con información de la CONAPO, la razón de dependencia de nuestro país se disminuyó, de manera sistemática y paulatina, de 107.6 en 1970 a sólo 61.4 en el año 2000, lo que muestra una gran reducción cercana a 40 personas en edades inactivas por cada cien personas en edades activas. Esto es ya que en los últimos treinta años comenzó a registrarse el aumento más que proporcional en el número de personas en edad de trabajar que el que registra el de personas en edades no activas económicamente. Este proceso que se espera que continúe y termine en las próximas décadas, comenzó a registrarse de manera muy evidente desde mediados de la década de los setenta, con efectos de mucha consideración sobre el dinamismo del crecimiento económico del país, como más adelante se analizará…”
Este crecimiento, producto de la inercia demográfica, repercute todavía en la actualidad en el elevado número de personas que anualmente se incorporan a la actividad económica entrantes netos y que constituyen una corriente de personas de considerables dimensiones que buscan insertarse cada año en el mercado de trabajo del país. Pero que desgraciadamente no todas las personas logran sobresalir y tener un buen empleo y poder incrementar el ingreso per capita.
EL CRECIMIENTO ECONÓMICO
Pasada la etapa de la revolución armada en México (1910-1921), el desarreglo de las instituciones monetarias, financieras y productivas del país, aunado a los efectos de la Gran Depresión de los años treinta, provocaron un pobre crecimiento económico de México equivalente apenas al 1.7 por ciento medio anual entre 1921 y 1940.
Sin embargo, las oportunidades que representó para el país el papel de abastecedor de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, y la acumulación de divisas derivada de la contienda, permitieron que México emprendiera, a partir de la década de los cuarenta, un incipiente proceso de industrialización que en las siguientes décadas se tornaría notablemente más dinámico, en una modalidad conocida como industrialización por sustitución de importaciones.
En términos de crecimiento, el comportamiento de la economía mexicana fue sobresaliente durante esos treinta años, en la medida en que el país registró una tasa anual promedio de crecimiento de largo plazo del 6.2 por ciento entre 1940 y 1970. Sin embargo, los desarreglos en el contexto monetario mundial, observados a principios
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