DEUDA EXTERNA DE CHILE

...

El 2011, el monto de la deuda externa llegó a los 98.579 millones de dólares, debido al endeudamiento a corto plazo, el cual fue liderado por el sector privado. Ese año la deuda externa se concentró mayoritariamente en préstamos.

2. Descripción de la Deuda Externa de Chile.

2.1 Primer periodo de endeudamiento (1822-1920)

El endeudamiento de nuestro país comenzó con la negociación de préstamos que O’Higgins solicitó a Europa para financiar su ejército y la economía de su gobierno al consolidarse la independencia de Chile el 5 de abril de 1818 en la batalla de Maipú, el país se encontró con serios problemas de financiamiento fiscal. La nación tenía la necesidad de recursos inmediatos para el financiamiento estatal y también para colaborar con la independencia del Perú la cual era indispensable para la emancipación del Estado de la tutela española. Conseguir dinero no era algo difícil; el problema surgió al momento de pagar.

En 1819 Antonio José de Irisarri realizó los primeros movimientos para conseguir préstamos en el extranjero, pero el senado de la República desaprobó los términos de su primera negociación ya que fue considerada desfavorable para los intereses del país. Pese a ello, en virtud del poder que el director Supremo Bernardo O’Higgins le había brindado en su mandato, Irisarri la contrató sin considerar la opinión del Senado.

En 1821 Irisarri negoció con la casa Hullet Brother and Reíd un empréstito[1] de 1.000.000 de libras esterlinas, con un interés de 6% y una amortización del 1%; éste contrato se firmó el 18 de mayo de 1822 con condiciones más favorables que otros países de Latinoamérica. La deuda adquirida “se estableció por la emisión de 10.000 billetes suscritos por el representante de Chile, al valor de 100 libras esterlinas nominales cada una, que los contratistas de esa negociación “Hullet Brother and Reíd”; se encargaron de colocar a razón de 67 libras 10 chelines”.[2] A Chile solo llegaron 675.000 libras esterlinas, las causas de este suceso son poco explicables y razonables.

Desde 1823 en adelante hubo numerosos problemas para responder a la deuda adquirida; una parte de esta deuda fue entregada a Perú para solidarizar en su independencia; este país se había comprometido a pagarle a Chile en las mismas condiciones con que originalmente había sido contratado la deuda de nuestro país con los ingleses; pero Perú no cumplió su compromiso por 30 años.

En 1842 el país vecino le debía a Chile por este concepto un monto de $3.417.117, además a esta cifra se sumaba $3.432.103 que Perú debía por la campaña restauradora de 1838. La suma total endeudada ascendía a 6.849.220 pesos.[3] El 9 de marzo de 1848 el Congreso Peruano autorizó a su presidente para solucionar el tema de la deuda pendiente con Chile; el 12 de septiembre de 1842 el chileno Diego Benavente[4] y Manuel Ferreiras delegado Peruano lograron llegar a un acuerdo.

El Perú se comprometió a pagar 4.000.000, es decir, reducía notablemente parte de lo adeudado. De esa cantidad, “2 millones ganarían el interés 6% anual que empezaría a correr el 1 de enero de 1852; y los otros 2 millones ganarían el 3% al año desde el 1 de enero de 1854. La amortización de esa deuda se haría según convenio que debía realizarse en 1854” [5]. El convenio aludido se firmó en Lima el 7 de noviembre de 1854. La primera experiencia deudora del país independiente no fue nada de grata.

La décima cuota de la deuda a los acreedores ingleses se pagó en septiembre de 1826, gracias a un crédito contratado por Mariano Egaña quien era representante de Chile en Inglaterra en esos tiempos. En el futuro, Chile se vio obligado a suspender el pago de la deuda ya que no podía cumplir con los compromisos que adquirieron.

Solo en la década de 1830 los ministros Rengifo y Tocornal pudieron regularizar paulatinamente la actividad financiera del Estado chileno.

En 1839, el gobierno le encargo a Francisco Javier Rosales quien era el encargado de negocios de Chile en Francia, y quien se acercara a los acreedores con el fin de comenzar un arreglo de renovación de la deuda.

En el año 1842 durante el gobierno de Manuel Bulnes se pudo regularizar la primera deuda con una renegociación. La primera propuesta de Chile fue fundir en una sola deuda capital e intereses: 1.690.540 libras esterlinas, con un interés anual de un 3%. Sin embargo, los ingleses no aceptaron la fórmula.

El 27 de mayo de 1842, con la ratificación Inglesa, se llegó a un acuerdo total, “los intereses impagos se capitalizarían emitiéndose nuevos billetes de 100 libras cada uno y por el monto absoluto de dichos intereses Chile pagaría un 3% anual” [6]. Esto se comenzaría a pagar el 30 de septiembre de 1847.

El arreglo final después del acuerdo con los ingleses, se cancelaría de 2 modos: pago de intereses y amortización.

El capital adeudado era de 934.000 libras esterlinas, deuda que el Estado reconoció y se comprometió a pagar con un 6% de interés y un 1% de amortización anual.

El empréstito de 1842 debía extinguirse en 1869. Finalmente, la deuda originada por el primer empréstito contratado por Chile se pagó totalmente en 1890.[7]

La regulación de la deuda externa chilena le permitió al Estado conseguir un nuevo empréstito con condiciones ventajosas. El crédito público tuvo una mejora, y nuestros eventuales acreedores comenzaban nuevamente a tener confianza en nuestro país.

El 24 de noviembre de 1858, firmo un nuevo crédito por un total de 1.400.000 libras esterlinas, el chileno encargado de negociar fue Silvestre Ochagavia. Para ello el Estado tuvo que emitir bonos por la suma de 1.554.800 libras que fueron cedidas a cambio del empréstito que debía pagarse en seis semestres parciales.

Lo que efectivamente recibió Chile[8] ascendía a la cantidad de 1.430.416 libras esterlinas. El precio de emisión fue de un 92%. El bono ganaba un interés de 4,5% anual y la amortización acumulativa era de un 1,5% hasta 1892. Sin duda “este empréstito fue contraído en condiciones favorables para la economía nacional y tuvo por objeto fomentar la red de ferrocarriles al sur”[9].

El destino de los recursos obtenidos era consecuente con la idea dominante en el país a mediados del siglo pasado, en el sentido que el Estado debía ser un impulsor de la actividad económica.

El empréstito de 1858, quedo resguardado en Londres y se utilizaba en la medida que el país lo requiriese. Sin embargo a mediados