EL DILEMA DE ESPAÑA LUIS GARICANO

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En tercer lugar, el mercado, bien regulado y con las instituciones adecuadas, es la mejor vía para reconciliar la libertad individual con la necesaria actuación del poder político. Además cuando funciona como debe permite que exista una separación nítida entre el poder político y la sociedad. Es por ello que se debe aprovechar la oportunidad para avanzar de forma decisiva, para construir sobre las ruinas de la burbuja un nuevo edificio capaz de generar riqueza y bienestar para los españoles.

Durante esta crisis se ha agudizado la fusión neoperonista entre lo público y lo privado, basada en las adjudicaciones y decisiones en habitaciones cerradas, sin transparencia, con actuación directa en la esfera económica del poder político. Pero la regulación de los mercados basada en la intervención arbitraria del poder político tiene costes importantes para el país, y es necesaria. Por todo ello, un elemento crucial para el crecimiento económico es una verdadera política de defensa, con un regulador poderoso, bien cualificado y autónomo.

Tras el estallido de la burbuja, España se encuentra embarcada en un gigantesco proceso de reasignación de recursos. Se trata de reducir o de eliminar en lo posibles las inversiones suntuarias y mover el capital físico y humano hacia actividades productivas y bienes exportables.

Por tanto, es necesario establecer una relación completamente distinta de la actual entre el poder político y el económico. Y reducir drásticamente las dificultades que sufren las empresas medianas y pequeñas para crecer, puesto que el terreno de juego está desnivelado en contra de los medianos y de los legales.

Por otro lado para beneficiarse de la revolución tecnológica es necesario un sistema educativo que enfatice el análisis y la capacidad de procesar, sintetizar y presentar la información. Es por ello que para conseguir una mayor adaptación es necesario dotar a los centros de autonomía en la gestión de su propio personal: contratando, despidiendo, dando incentivos y fijando salarios.

La nueva tecnología permitiría aumentar la calidad de la enseñanza a la vez que se reduciría su coste. Otro aspecto bastante importante que debería de cambiarse es el horario español (dos horas de pausa en las que no tienen tiempo de volver a casa los trabajadores), ya que es un tema crucial para la conciliación familiar, la fertilidad y para la calidad de vida de los españoles. También sería una buena opción que los desempleados pudiesen formarse en el paro, y formar a otras personas en la misma situación, siguiendo cursos en línea, trabajando juntos en grupo.

En resumen a todos estos aspectos, es necesaria una reforma en profundidad de la Constitución que deje los dos elementos clave de la estructura del Estado, monarquía y perímetro de España, sin tocar, pero que permita modificar tres aspectos cruciales de la infraestructura institucional: el sistema de partidos, el Estado Autonómico y la rendición de cuentas, y el sistema judicial. Tras estas reformas España continuaría siendo una monarquía constitucional, pero su funcionamiento interno cambiaría radicalmente.

También se habla del mal diseño del euros, el cual es responsabilidad de todos, y por lo tanto, todos los países deben contribuir a su solución. Una respuesta exitosa debe ser colectiva, debe encarnar la idea de una responsabilidad compartida entre todos los países de área euro.

El punto de partida es aceptar la visión original de la unión económica y monetaria: un sistema de naciones económicamente próspero que incorpora una moneda única. El objetivo es crear un área estable en lo financiero que promueva el mercado único europeo y su crecimiento a largo plazo y que pueda funcionar sin transferencias persistentes desde los países con superávit a aquellos con déficit.

Para concluir, España deber conseguir un acuerdo que asegura la financiación, la estabilidad y el orden en la economía española. En particular, un sistema de ordenación territorial sostenible y racional sin el que España no es viable. La alternativa que propone el autor del libro junto con Jesús Fernández-Villaverde y Tano Santos es volver a la España de la década de los 1950.