EL QUEHACER EDUCATIVO ACTUAL & SU RELACIÓN CON EL MUNDO PREMODERNO, MODERNO Y POSMODERNO
Enviado por John0099 • 2 de Marzo de 2018 • 2.080 Palabras (9 Páginas) • 537 Visitas
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A este último punto de vista se debe agregar el hecho de que debemos formar a los estudiantes a través del uso del análisis, la síntesis, la creatividad y la solución de problemas, así como también, orientarlos hacia el logro de las capacidades de explicación, investigación, inferencia y de predicción de los fenómenos que ocurren en su ambiente y, dentro de las posibilidades, orientar el desarrollo de las habilidades prácticas y ejecutorias de los alumnos. Estas labores didácticas, encasilladas dentro de la educación en la modernidad, se oponen a las metodologías tradicionales de la premodernidad, en las que el énfasis por el concepto es el eje central y en las que el conocimiento es validado por la autoridad docente (Jaramillo, 1990).
Por contraparte, de acuerdo a lo estipulado por Usher y Edwards (1994), este tipo de educación racional para la nueva sociedad está acabado y debe dar lugar a la idea posmoderna de la educación. En la cual, el hombre nunca está completo y debe ser actualizado de forma constante y prácticamente compulsiva para ser usado en el mundo laboral. De este modo, el conocimiento ahora es validado por su eficiencia y su funcionalidad frente a las necesidades del área industrial-económico y el docente por su destreza para capacitar al estudiante en la búsqueda de información relevante y desarrollar sus habilidades de aprendizaje. Sumado a esto, la educación en la postmodernidad debe estar abierta a las diferencias y a la multiculturalidad y ser entendida como forma de mediación en el marco de la comunicación. Si esto no es así, los seres humanos pueden estar avocados a una involución de consecuencias impredecibles y sus sociedades a explosionar debido a la ausencia de identidad y compromiso cultural (López, 2001). Además, este tipo de enseñanza podría aumentar en los establecimientos educativos la apertura, la negociación, la comunicación, la innovación y la descentralización hacia los estamentos sociales, económicos y culturales que los rodean.
Es así como, independiente del punto de vista con el que se mire, esta idea del pensamiento posmoderno tendrá efectos y repercusiones positivas o negativas en su incorporación en las salas de clases y su implementación deberá ir en conjunto con serias transformaciones de todos los estamentos educacionales, ya sea a nivel de gobierno como de las instituciones ejecutoras de dichos planes. Por ende, se hace preponderante contar con programas que vayan en el interés de los profesores, alumnos y sus familias, aplicando metodologías didácticas acordes a la realidad de los estudiantes y sus características socioculturales y que abarquen aspectos más allá de lo netamente científico en post de su formación. Para que esto ocurra se debe iniciar primeramente por los docentes, pues su formación en la universidad aparentemente falla en la práctica y en la promoción de competencias. Es así como los modelos tradicionales de formación inicial docente se encuentran en una profunda crisis a causa del cuestionamiento de sus bases y la aparición de nuevas formas de interpretar los procesos de conocimiento y sus repercusiones en el desarrollo multicultural del país (Rodríguez et al., Revista Formación Universitaria, 2012).
Por otra parte, estas propuestas de cambio deben ser apoyadas por nosotros, los docentes, a través de soluciones tan sencillas como posibles, en las cuales la capacitación es esencial, la autoevaluación y autoformación es vital y necesaria. No nos pongamos más barreras de las que ya tenemos y tampoco nos creamos el cuento de que somos mejores profesionales por sobre otros, nuestra labor es importante, pero es igual de valiosa como cualquier otra. Esta transformación debe iniciar con el hecho de asumir que la obtención de nuevos conocimientos y habilidades es una competencia que sí o sí deberíamos hacer parte de nuestro ADN formativo. En muchos de nosotros la falta de tiempo es indiscutible y en otros, la falta de entusiasmo es abrumante, a más de algún colega he oído decir que estas transformaciones son simplemente “la moda” y, a unos cuantos, que escribir las instrucciones en una evaluación no se hace necesario, ya que a los estudiantes no les gusta leer. Hay quiénes han dicho que su ortografía es mala, pero que sus alumnos lo entienden y que con eso es suficiente. No nos podemos quedar con ese discurso, eso es lo que nos hace ser y parecer incompetentes…. Es lo que nos hace parecer formadores premodernistas. Sin embargo, no pretendo ser un individuo que genere un cambio en otros docentes, de ellos se tendrán que preocupar otros estamentos. Mi intención de cambio está en aquellos que me escuchan en un salón lleno de sueños y anhelos distintos para su vida, aunque sea tan solo uno, ya que uno es un gran cambio.
En consecuencia, lo que decimos ser y hacer, en muchas ocasiones se contrapone a la forma real con la que actuamos, quizás por seguir cargando con la experiencia de haber aprendido de un cierto modo y continuar replicándolo en nuestra realidad. No podemos esperar resultados distintos a los aplicados en la sala de clases, no podemos esperar ver en nuestros estudiantes una actitud distinta si seguimos actuando de la misma forma. Nuestros alumnos ya no son simples receptores repetidores de información, tienen la capacidad de expresarse y pensar qué es bueno para ellos y que no, tienen esa libertad que nosotros no tuvimos por miedo al castigo o la vergüenza. Debemos entender que el esperar a que nuestros estudiantes sean iguales a nosotros no va a suceder, más debemos adaptarnos y ser partícipes de este cambio. Sin embargo, en papel todo suena perfecto, en la vida diaria, ahí donde nos enfrentamos a la realidad, todo se hace muy dificultoso y estresante, pero no imposible. El cuándo es ahora, el cómo dependerá de nuestra capacidad a adaptarnos y en el a quiénes encontraremos la mejor de las satisfacciones.
BIBLIOGRAFÍA
López, C. (2001). Fenomenología de le educación y posmodernidad ¿Por qué? Humanistas. Portal Temático en Humanidades. Número 13, 193 - 201. Instituto de Filosofía. Venezuela.
Usher, R. & Edwards, R. (1994). El Posmodernismo y la Educación. Editorial Routledge, Londres.
Jaramillo, R. (1990). Crítica del Cientificismo en la Inteligencia de la Modernidad en los 350 años del Discurso del Método. P: 53 - 69. Colombia.
Rodríguez, Pedraja, Araneda. (2012). Calidad en la Formación Inicial Docente, Revista Formación Universitaria N° 4, (en línea). Disponible en:
Diario ABC Digital (2007). Artículo “La Premodernidad, Modernidad y Posmodernidad en la Filosofía”, (en línea). Disponible
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