La familia como institución destructiva para la sociedad

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también que los padres tienden a malpensar de las situaciones que sus hijos les plantean, formando conceptos equívocos sobre sus actitudes y pensamientos.

La educación que se imparta también contribuye a que la familia sea destructiva; pues si se plantea una educación muy estricta y recatada los hijos querrán hacer cosas normales de los chicos de su edad que a los padres les parecerán completamente erróneas, tal es el caso de la vestimenta, las relaciones sentimentales, la decisión de una carrera profesional, entre otras. Si los padres se imponen demasiado llegará un momento en que los hijos exigirán su autonomía y los padres van a considerarlo como rebeldía.

De igual manera una educación liberal afecta a los hijos dejándoles pensar que está bien su razonamiento, aunque en este tipo de educación la confianza es más estrecha, la falta de consejos sólidos influye en la toma de decisiones y en las consecuencias de los actos. Puede llevar a que el hijo sea totalmente sujeto a los padres o que sencillamente haga lo que mejor le parezca.

Hasta la mejor educación puede llevar a resultados completamente negativos, aunque la familia se basa en amor actualmente es más fingido haciendo sentir que debería buscarse en otro lado y lamentablemente en otro lado termina siendo una mala elección que trae consecuencias negativas para la persona que las viva y más aún si no recibe apoyo de su familia siendo riesgo de que se convierta en un patrón que los descendientes de esa persona pueda seguir.

O aún que la persona reciba el apoyo de su familia, siempre quedan cabos sin atar. La familia está basada en satisfacer los intereses propios antes que buscar el bien común lo que la hace nociva para la sociedad, independientemente de que tan buenos padres, madres o hijos sean.