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PERDIDA DEL HABLA OTOMI EN SAN CRISTOBAL HUICHOCHITLAN

Enviado por   •  6 de Enero de 2019  •  3.005 Palabras (13 Páginas)  •  504 Visitas

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Capítulo 2: Panorama general e histórico de San Cristóbal Huichochitlán y el Valle Toluca

“Los pueblos indígenas ubicados históricamente en el territorio del actual Estado de México han estado vinculados por complejos procesos históricos, que explican cómo estos pueblos otomianos han llegado a compartir diversas prácticas culturales” (Barrientos López, 2004)

San Cristóbal Huichochitlán es una comunidad rural ubicada en el norte del municipio de Toluca. Es considerado un grupo indígena otomí, pues es un pueblo que ha heredado tradiciones y costumbres las cuales se expresan a través de sus fiestas religiosas, populares, su indumentaria, gastronomía, vivienda, organización social, medicina, tradición oral y artesanías. Cabe destacar que uno de los aspectos que han distinguido a San Cristóbal Huichochitlán, ha sido su persistencia ante los cambios sociales del municipio de Toluca, por eso se ve reflejado en la conservación de éstas expresiones y lo que ha caracterizado a este lugar es su lengua; el otomí, ha sido uno de los pilares de su riqueza cultural. Su fundación se remota desde tiempos inmemorables, pero realmente no se tiene un registro exacto del origen de la comunidad; las tierras donde ahora se encuentra localizado pertenecieron a la hacienda de San Juan de la Cruz, los indígenas que trabajaron como peones formando al pueblo, y se tiene noticia de la existencia de un mapa en tela de fecha 1626 el cual no se pudo corroborar (Navarrete, 1991).

Pero diversos autores afirman que los otomíes fueron los primeros en llegar al valle de Toluca (Zuñiga, 1993), también se dice que en el año 648 los Mazahuas y Matlatzincas ocuparon el mismo valle donde se encontraron con los otomíes-chichimecas, término que se le dio a los pueblos no civilizados o que no hablaban el náhuatl. (Sánchez, 1983) San Cristóbal permaneció como pueblo sujeto a San Pablo Autopan conocido como cabecera de los otomíes, de quien se liberó hasta 1775. Pero seguramente, se erigió como pueblo independiente hasta 1729 y se le conoce como San Cristóbal, agregando ocasionalmente, parcialidad de los otomíes.

Proceso de conquista y colonización en términos de educación

Si bien se tiene información de diversas fuentes entre ellas la Historia Oficial de la Nación, que corrobora los procesos que sufrió México, desde las expediciones que realizo Cristóbal Colón en 1492; hasta la conquista encabezada por Hernán Cortes, donde se presentó distintas maneras como la espiritual, política, cultural y militar; donde se sometieron a todos los indígenas nativos de la región, bajo el yugo español dominante. Podemos decir que a partir de la unificación de la corona española, que se dio a partir del Asimlacionismo, es decir:

“Una cultura asimilacionista tiende a adquirir a otra cultura ya sea por la fuerza o por el convencimiento. Es común observar que los estados practican en alguna medida las dos fórmulas; con mecanismos públicos apoyados en la ley se impone la incorporación a la fuerza y, por otro lado, se realiza la persuasión con múltiples estrategias, entre ellas la instrucción escolar” (Guerrero Guerrero, 2011).

De igual manera se habla del proceso educativo que sufrió el Valle de Toluca, se presenta en sociedades donde la división social del trabajo tiende a tener un nivel más de especificidad, donde los conocimientos básicos para supervivencia ya no son responsabilidad de las matriarcas, sino que se crean instituciones educativas en torno a la enseñanza que se impartieron: el avistamiento en artes y oficios, la femenina que se encargaba de educar a las mujeres, la formación religiosa o evangelista y la universitaria. La educación fue consolidada como ideología y religiosa del dominio español; la conquista, no solo fue producto de la supremacía técnica y militar sino también u n proceso de implantación, sustitución, eliminación y la adaptación a nuevas formas de vida.

En esta época se tuvo un gran impulso en las instituciones educativas, claro no perdiendo de vista las clases sociales como o pudimos ver cuando estudiamos lo que sucedió en Europa. Se puede observar como el control se realizaba a través de la religión. El bienestar de los indígenas, aunque eran pocos por lo que su situación no mejoro como ocurre hasta nuestros días.

“Los evangélicos consideran que ser otomí está más allá de ser evangélico o católico, es un elemento que les permite diferenciarse de los mestizos, que los desplazan territorialmente. A partir de su conversión las personas entrevistadas reconocen que han revalorado la adscripción de indígenas, asumiéndola no como una negación de la identidad indígena, sino adscribiéndose a una etnicidad que los diferencia del otro. Incluso las reuniones de oración se realizan en la lengua materna, con el fin de no abandonar su uso. El trabajo conjunto con los católicos se propicia por la defensa de los intereses de los habitantes otomíes como el respeto de los derechos humanos por medio de talleres a los que asisten ambos grupos, o el trabajo conjunto para recibir apoyos del gobierno del estado, como huertas comunales en donde participan ambos” (Álvarez Fabela, 2002).

El proceso de descampenización y la llegada de la globalización

La etnia otomí ha sufrido varias adaptaciones a la realidad social en la que está inmersa, éstas están ligadas a la inclusión de dicho grupo social en el campo económico y laboral en las ciudades en los municipios de Toluca, Metepec, Lerma, entre otras; por lo que habrá que deducir y dilucidar sobre las adaptaciones que los distintos elementos de la cultura otomí en dichas regiones. La migración, debido a la falta de oportunidades en las regiones otomíes, con énfasis en la comunidad, se ve desde un panorama desolador de una etnia que poco a poco se queda sin factores que reproduzcan su cultura.

En la década de 1940 la estrategia de crecimiento fue anclada en el Modelo de Sustitución de Importaciones (MSI, respecto al proceso de urbanización, Ruiz dice que el desarrollo estabilizador que tenía como base el MSI influyó en la concentración de la población en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (1940-1970). Garza menciona que entre 1940 y 1950 se observó una Tasa de Urbanización de 3.32%; el proceso de urbanización en la entidad mexiquense se acentuó a partir de la década de los cincuenta, cuando la población urbana representaba apenas el 26.4% del total, entonces inició la expansión de las actividades industriales y de las zonas habitacionales del Distrito Federal hacia los municipios estatales ubicados en su periferia.

El

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