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Sistemas Socioculturales de América I

Enviado por   •  6 de Abril de 2018  •  6.933 Palabras (28 Páginas)  •  304 Visitas

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curiosa excepción de los anfibios (Beck 1980). Si hay algo especial acerca de las maneras en

que los humanos hacen y usan herramientas, que es sintomático de producción, no puede estar

meramente en conductas constructivas o manipulativas. El elemento perdido, creo, es la

planificación autoconsciente, la evaluación de rango de patrones de conducta para la

realización de un proyecto intencional, en consecuencia, ‘la objetivación del trabajo’ (Faris

1975: 236). El proceso de trabajo en la producción, según la célebre observación de Marx,

“termina en la creación de algo que, cuando el proceso comenzó, ya existía en la imaginación

del trabajador, ya existía en una forma ideal” (1930: 170). A pesar de que muchas de las

operaciones llevadas a cabo por la araña recuerdan las realizadas por el tejedor, la araña no

tiene idea de todo lo que ella está construyendo, mientras que el tejedor está continuamente

monitoreando su realización con el fin de ajustar el proceso para conseguir acercarse a la

representación interna del producto planeado. Similarmente, la conducta de los predadores no

humanos, de los cuales la araña podría servirnos otra vez de ejemplo, debería ser comparada a

la de los cazadores recolectores humanos, quienes -como las arañas- a veces tejen trampas

para capturar sus presas. Pero la trampa humana fue hecha y puesta con un propósito en

mente, y es por esta sujeción de la conducta de consecución al control intencional que caza y

recolección exceden a la predación.

Esta conclusión conduce a un modo de distinguir caza de recolección –un modo que

no descansa ni en la clase de operaciones llevadas a cabo (sea que involucren o no una

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persecución), ni en la naturaleza del producto (planta o animal). Sugiero que caza y

recolección denotan fases alternativas en un proceso continuo de producción marcado por

eventos de extracción (predación) y consumo (cocción y consumo). Ellos tienen en común el

hecho de que involucran una extensión temporal más allá de la situación inmediata de

extracción; pero mientras en la caza esta extensión precede a la situación extractiva, en la

recolección la sigue (Ingold 1986b: 92). Cazar es equiparse con la intención de obtener

comida, una intención que gobierna las operaciones conductuales de búsqueda, persecución

(en el caso de las presas de caza móviles) y captura que, exitosamente cumplida, efectúa su

realización. La recolección, cuyas consecuencias son el juntado y transporte de materiales

comestibles a un lugar central, comienza en este punto. Las operaciones incluidas en la

recolección son categorizadas como tales porque ellas son, asimismo, dirigidas por una

intención concerniente a una futura distribución y consumo de alimentos. Si la meta de la caza

es procurar materiales frescos, la meta de la recolección es su utilización para la subsistencia.

Uno casi podría decir que la caza es a la recolección lo que la producción es a la reproducción

(fig. 16.1).

De nuestra observación de que los cazadores y las recolectoras son autoconscientes,

agentes intencionales, capaces de establecer un objetivo antes de su realización y monitorear

su conducta de acuerdo a ello, ciertas consecuencias importantes se derivan respecto a la

percepción del medio ambiente. Consideremos una vez más a la araña: ¿qué viene a parecer el

medio ambiente para ella? Confinada a la ejecución de un proyecto dado, más o menos

instintivo, ella percibe los constituyentes de su ambiente sólo en términos de lo que podrían o

no aportar para la realización del proyecto. Hay cosas que proporcionan comida y cosas que

no, cosas que dan protección y cosas que no, y –más importante para la araña- cosas que

mantienen memoria (de amenazas) y cosas que no. Tomadas en conjunto, todas estas

‘disposiciones’, usando el término de Gibson (1979: 127), constituyen el nicho de la araña. El

cazador recolector humano, sin embargo, no encuentra un mundo ya organizado para la

ejecución de un proyecto recibido, sino que se enfrenta a un mundo que tiene que ser

organizado de acuerdo a un proyecto de su propio diseño. El ve, y clasifica, objetos en el

medio ambiente según sus atributos esenciales más que según sus funciones: es decir que en

primer lugar el medio ambiente existe para él más como paisaje o hábitat que como un nicho

(Ingold 1986b: 2-3). Ello incluye categorías tales como plantas y animales, de los cuales

algunos son seleccionados en cuanto suministren apropiados materiales frescos para el

consumo. El predador no humano, en contraste, responde meramente a la presencia

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