Tauromaquia "A lo largo de mi vida he gozado de las mejores expresiones del arte, en música, danza, ópera y teatro, pero nada es comparable al ritual taurino"
Enviado por monto2435 • 10 de Abril de 2018 • 1.511 Palabras (7 Páginas) • 474 Visitas
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El toro de lidia es sometido, antes de salir al ruedo, a prácticas agresivas para disminuir sus capacidades. Eso es una falacia más de los anti taurinos. Ni el ganadero, ni el empresario, ni el torero están interesados en que el toro salga disminuido y no pueda pelear con todo. Quienes afirman esto, los invito a asistir una mañana de corrida a los corrales de la plaza México para que se convenzan de lo contrario.
¿No son crueles los placeres de los espectadores? Una de los argumentos más habituales e injustos de los anti taurinos que dicen, consiste en tratarlos como "perversos", "sádicos", etc. Es ilógico. Nadie conoce a ningún aficionado que disfrute con el sufrimiento del toro. De hecho es difícil encontrar a alguien que sea capaz de pegarle a su mascota, e incluso de hacer daño de manera voluntaria a un animal.
Quien diga que la tauromaquia debe ser prohibida porque no es una tradición mexicana, ha de creer que los teotihuacanos ya hablaban español antes de la conquista. Recordemos que el país que somos en la actualidad es el resultado de la fusión cultural entre la indígena y la española. Si aún no los logro convencer explíquenme que haría la plaza de toros más grande y majestuosa del mundo en un lugar donde no es una tradición la tauromaquia. Así es, me refirió a la plaza de Toros México.
¿Por qué matar a los toros? La muerte del toro es el fin necesario de la corrida. El toro está destinado al consumo humano y en ningún caso puede volver a servir para otra corrida, porque en el transcurso de la lidia ha aprendido demasiado, se ha convertido en “intoreable”. Pero esto no es lo esencial. Simbólicamente, una corrida es la historia de la lucha heroica y de la derrota trágica del animal: ha vivido, ha luchado, y tiene que morir.
La mayor emoción en la plaza: la admiración. Admiración antes que nada hacia la bravura del toro: por su poder, por su incesante combatividad, a pesar de las heridas y por sus repetidas acometidas, a pesar de sus fracasos. Y admiración también hacia el valor del hombre, por su audacia, su coraje, su sangre fría, su calma, y su inteligencia en relación con el adversario. El valor de un hombre frente a una fiera que está dispuesta a matarlo, la inteligencia del ser humano sobre este gran animal, lo que implica la preparación del torero para enfrentarse a la muerte, la responsabilidad de quien se viste de luces con el público y consigo mismo, jugándose la vida para demostrar y demostrarse a sí mismo que ha superado el miedo a la muerte y que está preparado para el toreo.
En suma, toda una gama de virtudes y valores escasos en el mundo de hoy, o al menos en los espectáculos que éste nos ofrece.
Es un espectáculo artístico, igual que el teatro y la danza. Quienes quieren terminar con esta majestuosidad de arte quieren extinguir a los toros de lidia. ¿De verdad queremos terminar con una especie tan extraordinaria? Si ellos pudieran elegir que escogerían ¿No existir o existir para pelear como lo es su naturaleza?
Preferimos la hipocresía de que no se vea al animal al matarlo, que al realizarle un homenaje a su vida en el ruedo, donde el muere peleando.
La tauromaquia es una tradición ya que su práctica data desde hace más de cinco siglos ¿A caso queremos terminar con una tradición?
Las corridas de toros no son más tortuosas que la pesca que se hace como diversión y para comerse a los pescados. Se torea por desafío, pasión y orgullo.
Si a los toros y ole.
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