Trabajo Final: Charlottesville. “Las secuelas de un racismo superado”

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La Revolución de los Negros en la década de 1960 fue el comienzo de la respuesta del pueblo de color a 246 años (1615 - 1865) de feroz y cruel esclavitud. Durante 95 años (hasta 1960) de racismo, discriminación, segregación y odio. La revolución aún está en marcha, ha logrado cambios trascendentales, un negros ha llegado a la Casa Blanca y es evidente que está en pleno desarrollo un proceso de integración que día a día se plantea nuevos objetivos. Pero el problema de las relaciones de raza en los Estados Unidos, todavía no está total y absolutamente resuelto. (Guerrero Yoacham 2013)

Establecer que el proceso histórico para que los afroamericanos obtuvieran sus derechos fue una línea progresiva que fue dejando aquellas prácticas racistas en el pasado para adentrarse en una dinámica de inclusión social es algo que tiene grandes tintes de utópico, a pesar de que como se menciona, la elección presidencial de Barak Obama sería el símbolo máximo de la superación de los problemas raciales. Sin embargo las convenciones sociales y la forma de obrar dentro de las dinámicas sociales siguen mostrando posturas racistas y supremacistas. Henry David Thoreau, en su libro Desobediencia Civil, nos ejemplifica como las leyes no son sinónimo de justicia, “ya que existen formas de actuar y de pensar que sobrepasan dichas normas. “La ley no ha hecho nunca a los hombres ni una pizca más justos, y a causa del respeto que les infunde, aun los hombres mejor dispuestos se convierten a diario en agentes de la injusticia, afirma el autor”.

De esta manera, a lo largo de historia se ha podido observar el surgimiento de grupos con ideología supremacista latente. Grupos que abiertamente se muestran como racistas, que infunden odio hacia un cierto sector de la población y que existen en sociedades en que en teoría serían temas y formas ideológicas ya rebasadas. Desde 1865, tra el fin de la Guerra Civil americana, el grupo denominado Ku Klux Klan ha sido un símbolo de las posturas supremacistas blancas y ha fundamentado su pensamiento en la xenofobia, la homofobia, antisemitismo, entre otras ideologías radicales. Una pequeña cronología de este movimiento se plasma en la siguiente cita:

The Klan itself has had three periods of significant strength in American history — in the late 19th century, in the 1920s, and during the 1950s and early 1960s when the civil rights movement was at its height. The Klan had a resurgence again in the 1970s, but did not reach its past level of influence. Since then, the Klan has become just one element in a much broader spectrum of white supremacist activity (Bond s.f.)

Quería resaltar el fragmento, primero porque el auge de los KKK responde justamente a los momentos históricos en que los derechos de los afroamericanos tenían mayor importancia, y segundo por la última oración. Dicha oración la he podido traducir de la siguiente manera el Klan se ha convertido en solo un elemento en un espectro mucho más amplio de actividad supremacista blanca. Las actividades de supremacía blanca no disminuyeron con la decadencia de grupos específicos como el Ku Klux Klan y demás grupos de ultraderecha, sino que parece que se mantuvieron como meros espectadores ante una dinámica que supuso durante varias décadas una mayor inclusión social, cultural, económica y activa de las razas históricamente diferentes.

Esto es lo que nos permite hila todo este proceso con el fenómeno del cual parte este trabajo. Parece ser que durante estos últimos años se han dado las condiciones para que grupos de ultraderecha y supremacistas blancos tuvieran de nuevo una incursión activa en los procesos políticos y sociales del país. Esto es lo que ha permitido que lugares como Charlottesville se hayan vuelto tan polémicos porque son una clara muestra de que los discursos utópicos de la inclusión social y disminución del racismo no tiene los cimientos tan firmes después todo.

Pero, ¿qué sucedió específicamente en Charlottesville? A lo largo del presente año, desde abril aproximadamente, la mirada no solo de Estados Unidos, sino de gran parte del mundo se centró en una pequeña ciudad del estado de Virginia pues grupos ultraderechistas y supremacistas arios se han movilizado ocupando la ciudad y marchando a lo largo de ella. La marcha Unite the Right, en español Unamos la Derecho, llevada a cabo en Charlottesville unió a numerosos simpatizantes de la ideología derechista quienes gritando frases como You ill not erase us (Ye ill not erase us), se manifestaron delante de la estatua del general Robert. E. Lee, un antiguo comandante que luchó en la Guerra Civil Estadounidense por el bando confederado a favor de la esclavitud de personas negras. Dicho evento también supuso un enfrentamiento entre bandos ya que grupos como Black Lives Matters (traducido al español como Las Vidas de Negros Importan) se manifestaron en contra de los supremacistas. Este caso fue aún más mediático porque los enfrentamientos generaron un estado declarado de emergencia tras el asesinato de una activista en contra de la marcha a ser atropellada por el coche de un supremacista llamado James Fields[1].

Dicho suceso surge en un contexto determinado, el ascenso político de Donald Trump y su inminente presidencia. Su mandato justamente llega después de los ocho años en el poder de Obama, el primer presidente negro de la historia del país. La campaña política de Trump ha sido y será una de las más polémicas de la historia de los Estados Unidos específicamente por dos razones que consideré como las más elementales. En primera instancia el canalizar a la población mediante un enemigo, o enemigos, en común. Siempre he considerado que es más simple unir, en este caso a un país, con un resentimiento hacia un grupo determinado que en base a un ideal común. En este caso los inmigrantes y grupos étnicos diferentes al americano tradicional sería los culpables de una decadencia del país. Todo eso influía para que America dejar de ser grande. Y segundo, la utilización de una identidad bien definida del americano como un elemento que se había arrebatado, y algo que se debía rescatar.

No podemos dejar de lado la importancia simbólica del slogan de Donald Trump, el famoso Make America Great Again. Aunque a primera instancia se pueda entender como una mera cuestión estratégica de campaña que empleaba como objetivo una reactivación de la economía y de la industria, conlleva todo una carga semántica discursiva que va más allá del objetivo inicial. Cuando el entonces candidato y actual presidente hablaba de que su país había caído en crisis solía culpar a diversos factores como las políticas migratorias ante los ilegales que venían a robar trabajo a los americanos. El punto es que se debía