Él sueño de los jóvenes en medio del conflicto Armado

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Por otra parte, el Estado Colombiano no brinda las suficientes oportunidades para que los jóvenes desarrollen su potencial y contribuyan al bienestar del país, en consecuencia de la mala administración y las negociaciones sucias del sistema gubernamental, la población escasa de recursos (en especial los jóvenes) han iniciado actividades delictivas y a ejecutar movimientos ilegales que les brindan más beneficios que su propio gobierno.

Si damos una mirada a las estructuras sociales y económicas, los jóvenes creceremos pensando que el ejercicio del poder es sinónimo de sacar ventaja individual de ese papel y no una práctica de servicio a la sociedad. Entonces la corrupción, que es la partera de la guerra, seguirá haciendo parte de nuestra cotidianidad. Tampoco aprenderán que el diálogo, como opción a la violencia, es legítimo, porque dialogar en nuestro país es sinónimo de debilidad cuando la sed de venganza impone la eliminación del otro.

La juventud hambrienta no sabrá que el trabajo, la salud, la educación, la vivienda, son derechos, y creerán que son favores de algún político en campaña. Nosotros los jóvenes pensamos que sin dinero y sin poder es imposible lograr “identificarnos” con lo que la sociedad valora como la cúspide de la realización individual, como sinónimo de progreso, de desarrollo. Todas estas realidades tienen lugar hoy y tendrán su lugar asegurado en el futuro de nuestro país.

Nuestro país ha cambiado tanto, hasta el punto de llegar a transformar la magnitud de nuestros conflictos, por eso solo queda desear momentos en que nuestros mayores problemas sean reprobar en la escuela, no tener tantos amigos como quisiéramos, no obtener la ropa de moda o que el chico/a que nos gusta no corresponda de igual forma; pero en vez de esto nos enfrentamos a todo tipo de violencia que va arrancando de nuestras mentes la inocencia que nos caracteriza.

Sumidos en el conflicto, ¿cómo podremos cumplir cada sueño y cada meta?. Donde está el apoyo de los mayores de edad. Donde está el apoyo de las entidades públicas que dicen querer forjarnos para “construir un mañana”. ¿cómo se puede hablar de los sueños joviales, si el estado obliga a los jóvenes a prestar servicio militar? ¿Cómo pueden tener expectativas de que la juventud cambiará la situación nacional, si se financia más la guerra que las necesidades juveniles? Y la parte más importante, ¿cómo podemos idealizar la paz si la inequidad gobierna a tal punto que se manifiesta en nuestros hogares?

Cada joven tiene un sueño, cada niño está a la expectativa de lo que vendrá para él en un futuro; de si podrá cumplir esa promesa que hizo a su madre de ser un gran médico para sanar sus enfermedades; o si aquel pequeño que sueña con atrapar una nube podrá ser algún día un gran piloto.

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