Cuando el amor toca tu puerta, pero, ¿Dónde están las estrellas?
Enviado por Rimma • 21 de Marzo de 2018 • 3.579 Palabras (15 Páginas) • 294 Visitas
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Mientras los mayores hablaban de negocios y se reian de los viejos tiempos, María y Francisco no paraban de mirarse y estudiarse. La bella sonrisa tímida de ella era atávico de su madre, lo cual la hacía ver como una persona interesante para el joven. Sin embargo el caballero era un joven bigarrado en la vida, no estaba muy seguro de cómo tratar a una mujer, pues se la pasaba trabajando y maximizando sus riquezas junto a su padre. Sin embargo, no pudo evitar un deseo sobrenatural de conocer un poco más de aquella esbelta mujer.
Francisco se ofreció para limpiar los platos adiposos y los calderos adustos aglomerados en la cocina. Mientras estaba en el albañal, colegiando y deshaciéndose de todos los remanentes de comida, ahí estaba María tirando los desperdicios que quedaron en la mesa. Ninguno de los muchachos habló, no tenían qué, sus corazones ya se estaban comunicando, sin decir una palabra, solo con una mirada, la joven se ofreció a ayudarlo en la cocina, y solo un brillo en los ojos de Francisco, le dio a ella el permiso para hacerlo.
En la cocina, el joven trataba de argüir lo que pasaba en la mente de esa chica sibilina. Al mismo tiempo estaba un poco intrincado, estaba al lado de una chica, por más de 10 minutos y no había dicho una sola palabra. ¿Qué clase de hombre era este? Y la respuesta es “la clase de hombre deferente de comportamiento pero apócrifo en el interior.”
Llegó el 10 de Agosto, día internacional del Bautismo en Roma. En este día, todos los bebes recién nacidos se reunían en el baptisterio para ver como los pequeños humanos daban el primer paso para ser miembros de la iglesia. Los bebes tenían un brocado blanco en señal de pureza y limpieza del alma. En el centro se encontraba almíbar para aromatizar y santificar la celebración de bautismo. Cada padre tenía una hermosa clámide, mientras sostenían los pequeños en señal de respeto.
La ceremonia fue inefable; tanta serenidad y religiosidad no se pueden describir con palabras mortales. Luis estaba con su hija María en pleno acto. De repente, Francisco aparece y pide la autorización del padre para acompañarlos a su casa; Luis acepta. En el camino, María se percató de que su adorado enamorado, trataba formicantemente de ser muy perspicuo, poco pretencioso, como una persona de gran probidad, y sana mentalmente. ¿Para qué se preguntó María? “Un hombre como él, jamás se fijaría en una mujer como yo”, dijo ella.
Al día siguiente, los padres de María le pidieron que se encargara de su gofo hermano por unas horas, mientras ellos hacían unas diligencias. A ella no le quedaba otra alternativa que asentir. Alrededor de las 4 de la tarde, se aparece el famoso Francisco hidrópico por correr tanto y le pidió un poco de agua. Ella rápidamente y al mismo tiempo preocupada, le buscó agua y le preguntó qué había pasado. Él dijo que mientras trabajaba unos perros lo persiguieron y le mordieron el pie. Este estaba hinchado. Al mismo tiempo su pie estaba ímprobo, probablemente por la concentración de sangre que tenía en la herida. María suavemente le aplicó un medicamento hecho de cetina el cual era glutinoso y fungible, con el fin de bajar la hinchazón. Pero mientras ella frotaba su pie, él no pudo evitar lo que es idiosincrático de su naturaleza. Luego de dejar de tocar el fungoso pie afectado, el hermano de María se apareció donde ellos estaban, lo que hizo que a Francisco se le calmaran las hormonas. Minutos después pidió un poco de refacción ya que estaba un poco cansado de todo lo que había pasado. María fue y le busco un pedazo de pan. Pero ella al ser tan curiosa quería tañar la repentina visita del joven en la casa. Ella le preparó un viático para que no se quedara sin fuerzas en su regreso a casa. Pero el siempre tan pícaro pero reservado al mismo tiempo, solo dio las gracias y se marchó.
Sin saber lo que les esperaba, pero sí, llego ese día, el día al que no quieren llegar. Cada vez que era tiempo de elecciones cada persona nativa de un país, debía volver a casa para poder ejercer el voto. Así que los extranjeros Javier y Francisco Pentium debían regresar a Inglaterra. Ambos fueron a casa de María a despedirse con la promesa de que volverían justo después de pasar el tiempo de las elecciones. La joven con el alma marcesible por la partida de su amado, besó su pubescente rostro y lo abrazó. Él a sentir su cuerpo tan cerca y cálido, se sonrojó. Ahí fue en el momento exacto donde se dio cuenta de que en realidad estaba enamorado. Pero ¿Qué sabia él de cómo tratar a una chica? Absolutamente nada. Finalmente su padre y él se marcharon.
Para Toño una nueva aventura había comenzado, como heliotrópica, arrastrado por el brillo de la ciudad deja su vida de tantos años por un estudio que paga más que el arte de la tierra. Se fue, a pesar de los que lo trataron de prevenir, al preterir de sus padres quienes rechazaban su predio y procaz para prescribir la presea de su vida. Furibundo por triunfar toma una nueva vida con gran ímpetu, nuevos y más complicados retos, nuevas amistades, nuevas prioridades donde todo es a un paso más acelerado. Llega al camino oblongo de la ciudad donde hay tantas cosas inextricables para él, pero va ladino y libérrimo. Con su nuevo pergeño, no hay tiempo para mustio, todo es excitante y melado. Trabaja en restaurante de limpia mesas o de lo que sea, hidrópico de una oportunidad de imbuir y hollar en las personas sin miedo a improbar.
Para el ese día también llego. Ya los domingos no son de fiesta, todos los días son de trabajo pero lo toma con indulgencia. Ya no se ve el día tan alegre, todo es tan indolente e intrincado. Es ímprobo adaptarse a esas cuatro paredes, que parece un refectorio, para ver niños jugar tienes que buscar un parque, pero antes vivía en un parque, el sentimiento es inefable. La poca vida del lugar el profuso de la rigidez es como un patógeno que se apodera de todo. No es tan fácil ser el paladín de este lugar cuando sé es tan diferente. Pasan los días y cada vez más todo se torna más sibilino, la sinecura de su empleo le deja mucho que pensar. Ya no es tan pretencioso, no es tan fácil ratificar sus sueños, y dar vuelta atrás es una recesión en su vida. Pero para resarcir, su prurito es la refacción de alma, volver no es una opción. Y así continua día a día el remanente de su vida y sin nada que refutar esperando por un subvenir.
En Inglaterra el joven francisco comenzó a leer libros de sicalipsis para poder entender un poco más el papel del hombre en una relación amorosa. Para saber qué él tenía que hacer cuando esté con ella. Los escritos sicalípticos le parecieron un poco perturbadores pero
- ¿Quién
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