Yo, antes tenía quien me abrazara, quien me despertara, quien me cubría del frío cuando éste era inclemente, me valoraba, me cuidaba de todo y nunca me soltaba de él. Pero el amor se fue acabando poco a poco, le hacía berrinches, le hacía pasar mal
Enviado por Ledesma • 16 de Junio de 2018 • 1.493 Palabras (6 Páginas) • 456 Visitas
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Lo perdoné y decidimos continuar con la relación pero no él cambiaba, peleábamos más de lo normal.
Un día estaba con él cuando un amigo se me acercó y me saludó, ya tenía tiempo de no haberlo visto y comenzamos a platicar, pero mi novio se sentía muy celoso, se le notaba en la mirada de asesino que traía.
Mi amigo notó la incomodidad de él y se despidió. Y mi novio empezó a reclamarme que quién era él y por qué lo conocía, yo le decía que sólo era un amigo, y las cosas subieron de tono desgraciadamente. Nos gritamos muchas cosas y en una de ellas él me bofeteó haciéndome caer al suelo. Yo lo miraba con ira y llanto. Desde ese momento todo había terminado.
Nunca fui feliz con él, y gracias al cielo nunca nos casamos de lo contrario las cosas fueran peor de lo que ya eran, aunque me duele admitir que lo más sagrado para mí a ese bastardo yo se lo entregué; mi virginidad.
Tanto que me cuidé para no caer y que un grandísimo patán me lo haya quitado, desde entonces me sentí mal porque era lo más sagrado para mí y ahora ¿quién me iba a querer? ¿Quién me iba amar si no era pura? Era lo único que tenía sagrado y ahora por locura lo perdí con alguien que no lo merecía.
De nuevo me sentía vacía, sentía que ya nada valía la pena, me sentía herida y sola.
Nunca había sentido tanta suciedad en mí.
A veces me ponía a pensar si mi primer amor estaba ahí todavía, aunque creo que ya no e iba a entender si no quería regresar conmigo, yo me porté mal con él así que yo entendería si no quería nada conmigo.
Me puse a pensar que antes estaba bien, estaba mejor, antes no tenía cicatrices como las que tengo ahora, y me sentía hasta culpable de lo que hice.
Cuando él me vio la primera vez yo me sentía indefensa, me sentía vulnerable y lo que hizo él fue darme confianza, después sentí que estaba enamorada de él porque nunca antes alguien me había valorado tanto cómo él lo hizo, y yo le pagué con la peor moneda.
Un día me armé de valor y fui al mismo parque, a la misma banca, a la misma hora en que él me había visto y ¡sorpresa! Ahí estaba él todavía, no lo podía creer. Después de tanto tiempo ahí estaba él sentado, al parecer esperándome.
Le pedí perdón, le supliqué que me aceptara, le dije que estaba avergonzada por todo lo que le hice y por las veces en que lo ignoré y él sólo me miraba, solo observaba cada vez que hablaba. Fui honesta con él, me sinceré completamente a tal punto de terminar llorando y la verdad no sabía si me iba a aceptar de nuevo. Le dije que también había perdido lo más sagrado que tenía y que me sentía súper arrepentida y que iba a entender si él ya no me aceptaba por lo mismo. Él no decía nada, simplemente se quedaba callado y yo sentía que él ya no me iba a aceptar y me estaba resignando cada vez que hablaba, solo le pedía a él que me diera su perdón aunque no lo mereciera.
Cuando terminé de hablar él me miró y me tomó de la mano, empezó a verme fijamente a los ojos, ojos que ya tenía irritados de tanto llorar, sentí que estaba viendo adentro de mí, sentí que veía mi alma, alma que ya estaba rota, sucia, arrugada, llena de heridas que yo intenté sanar y no pude lograrlo.
La noche iba cayendo y en el horizonte el sol desaparecía, pasando esto me abrazó muy fuerte, tan fuerte que sentí que mis heridas sanaban, que mi alma se restauraba, que el poco valor que me tenía había aumentado grandemente, me sentía nueva, me sentía bien.
Desde entonces no me he separado de él por nada del mundo, llegué a sentir lo que hace mucho había percibido, esa plenitud, esa paz, ese gozo, ese amor…
Ahora estoy comprometida con él, ya me siento bien, me siento mejor que antes.
Ahora sé el valor que tengo y que he aprendido una gran lección en esta vida:
NUNCA SOLTARME DE DIOS
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