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Espejismo (1973)

Enviado por   •  4 de Marzo de 2018  •  6.425 Palabras (26 Páginas)  •  329 Visitas

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- Trayectoria de Armando Robles Godoy

Nuestro cineasta, abordo en el tema que tratamos, nació el 7 de febrero de 1923. Es hijo de Daniel Alomía Robles. Su padre, como es de esperarse, quería que fuese músico al igual que él. Pero no sucedió así. Antes de dedicarse a la cinematografía y de que descubriese esta pasión, quiso desarrollarse en el ámbito de la literatura, por ello, estudió alrededor de tres años dicha carrera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero, desde luego, no terminó, puesto que presenció, debido a las circunstancias que se presentaron, un llamado más fuerte. No por eso dejó de escribir (actividad que realizaba desde la primaria).

Respecto a esto, Eduardo Zavaleta hace referencia a una parte de los premios otorgados a labor literaria de Armando Robles Godoy: “En 1949 y 1951 ganó el segundo premio en el concurso nacional de teatro. En 1952 ganó el primer y segundo premio en el concurso de cuento La Prensa, y en 1962, el segundo premio en el concurso cristal de cuento […]”. (ZAVALETA. 2006: 179)

Como podemos observar, no son pocos, ni tampoco todos, como ya mencionamos, los reconocimientos que ha recibido Armando Robles Godoy en cuanto a su calidad de escritor. Además, el simple hecho de que Eduardo Zavaleta se haya tomado la molestia de dedicarle un apartado de su libro con su nombre, evidencia que, entre muchos escritores de determinada época, ha logrado destacar. Pues como sucede con las noticias que son muchas y que no pueden transmitirse todas, sino que tienen que escogerse según su importancia. De manera similar tuvo que haber decidido Eduardo Zavaleta. A menos, claro, de que hayan sido poquísimos los narradores de aquellos años, que haya tenido que verse obligado a nombrarlos a todos. De cualquier forma, eso no quita el hecho de que el trabajo literario de Armando fue premiado y reconocido en variedad de ocasiones.

1.1 Cortometrajes

Sin más preámbulo, pasemos a mencionar el inicio de su obra cinematográfica, que se lleva a cabo con sus primeras producciones de cortometrajes. En uno de los libros de Giancarlo Carbone se muestra una entrevista que él le hace a Armando Robles Godoy. De ahí se desprende lo siguiente:

Ya se cayó el arbolito (1952), nunca se sonorizó, no sé terminó la cosa […] Reportaje a Ancón (1960), salió frustrado por la deficiencia técnica […] Baile de la orquídeas (1962), me gustó porque trabajé con niños. Era cinematográficamente un desastre, pero fue una cosa muy bonita […]. Sobre este último, los críticos de la época lo consideraban parte de los cortos inacabados de Armando Robles Godoy, junto a España en lima. (CARBONE. 2007a: 173)

Lamentablemente no tenemos la posibilidad de confirmar o negar estas frases emitidas por el director Armando Robles Godoy, pues, como ya advertimos, no se encuentran a nuestra disposición tales metrajes. No obstante, de lo dicho en la cita, sí podemos afirmar que los cortometrajes en cuestión no tuvieron adecuada difusión en el público, mejor dicho, no tuvieron difusión en el público. Puesto que es ilógico pensar que se transmitiría, abiertamente, una producción inconclusa. Además, en esos años, aún no existía una ley de cine que amparara a las producciones cinematográficas peruanas y facilitara su propagación.

Sus siguientes cortos fueron: Cóndor pasa[2] (1971), Vía satélite…en vivo y en directo[3] (1973), Cementerio de los elefante[4] (1973), Himno al sol [5](1974), y la lista se extiende más con: Fuego, Acto de fe, Paz en la tierra, Historia de un amor breve, Oro y barro…Una de las razones por las que se era así de productivo, en cuanto a la cantidad de cortometrajes realizados (no solo él, sino también otros realizadores) fue la vigencia que se mantuvo del Decreto Ley N° 19327 Fomento a la Industria Cinematográfica, entre los años 1972 a 1992.

Nuestra afirmación se apoya en la de Ricardo Bedoya que al referirse al Decreto Ley N° 19327 y al periodo señalado, expresa: “El cortometraje se convirtió en una actividad rentable y de naturaleza empresarial […] Durante dos décadas se filmaron setenta largometrajes y más de un millar de cortos. Desde la época silente no se habían realizado tantos coros de modo regular […]” (CARBONE. 2007b: 101)

Entonces, definitivamente, no es sin razón afirmar que la historia cine peruano hubiese sido otra de no haber existido aquella ley que promovía la industria cinematográfica peruana, puesto que ayudaba tanto a nivel económico; se le exigía menores impuestos, como en la exhibición comercial, que era obligatoria. Respecto a esto, es de relevancia mencionar (pues tiene que ver con el tema sobre el que tratamos) que Armando Robles Godoy jugó un papel fundamental con su participación en la promulgación de dicha ley.

Pero volvamos, pues, a los cortometrajes que dirigió Armando Robles Godoy. En 1984 se dio a conocer Lenguaje misterioso: un conjunto de cinco cortos, que, si bien, llevan el mismo nombre por título, tratan de temas diferentes, pero que, ciertamente, guardan una relación: son elementos del lenguaje cinematográfico. Estos son: El movimiento, La música, La continuidad, La luz, y Los ruidos. Con una duración de tiempo individual que oscila entre los tres a seis minutos. Tales cortos se realizaron con una dinámica similar a la de una clase dirigida unilateralmente, una relación de maestro-alumno, donde vemos a Armando Robles Godoy de frente a la cámara y se dirige a nosotros, los espectadores.

Con esta serie de cortos, Armando Robles Godoy, una vez más (pues, es un asunto que ha tocado constantemente), nos explica didácticamente que así como existe un lenguaje propio del movimiento, un lenguaje propio de la música… existe también un lenguaje que se sirve de los otros, los toma como elementos y, a partir de su integración y combinación, es capaz de trasmitir una infinidad de emociones y sentimientos. Este lenguaje[6] es autónomo y completamente distinto a cada uno de sus componentes, pues no trasmite el mismo significado una imagen que solo se mueve, que la misma imagen, que además de moverse tenga, ahora, cierta música de fondo, y el significado de esta igualmente variaría si es otra la música de fondo, y si el movimiento de la imagen fuese más lento o más rápido, también alteraría y sería distinta la emisión.

Por ello, podemos decir que el lenguaje cinematográfico es, indudablemente, más complejo que el de sus componentes por separado, porque ya de por sí es complejo, en cuanto a la transmisión de expresiones y conceptos, tanto la música, el movimiento, el lenguaje verbal, los ruidos… Toda la diversidad de lo que nos

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