Las Trillizas de Belleville, crítica

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Existen dos interdiscursos en esta película: el primero, el del ciclismo y la importancia que tiene (o tuvo) el tour de Francia para este país y su sociedad. El segundo, el de la mafia, que retrata a un sector de la sociedad corrompida por el consumo y el vicio, haciendo una crítica satírica de nuestros días. Hace también una crítica directa a la sociedad americana: Belleville, donde centra el clímax de la historia, es un lugar que realmente está ubicado en Nueva Jersey. Pero nos hace recordar mediante algunos elementos a Nueva York en los años 20, y también en la época actual, llena de personajes obesos y obsesionados con la comida y la televisión. Aparece una especie de Estatua de la Libertad, solo que es una mujer gorda sosteniendo en alto una hamburguesa.

El tercer acto está lleno de referencias a la sociedad estadounidense, tal vez es por eso que ésta película recaudó catorce millones de dólares en taquilla, la mayoría provenientes de este país americano; una cifra que si bien no la vuelve un blockbuster, no es nada despreciable pensando en que es una película de cierta manera independiente y la antipatía y hasta repulsión que sienten los gringos por ver películas extranjeras.

Las trillizas de Belleville fue uno de mis primeros acercamientos con el cine francés. Tenía 10 años cuando fue nominada al Oscar y, a pesar de que no ganó, el tráiler que pasaron en la entrega de premios se me quedó completamente grabado en la cabeza. Incluso, mucho tiempo pensé que lo había ganado (lo ganó Buscando a Nemo). Años después tuve la oportunidad de verla, en un pequeño lugar de Ciudad Satélite en donde proyectan películas independientes y de autor, y que sirve de oasis para aquellos que nos sentimos siempre fuera de lugar en este tan mal afamado suburbio. Es así como me conecté por completo con la historia de Champion. La experiencia que viví al verla es algo que jamás voy a olvidar, y que sin duda me hizo cuestionar muchas cosas de mi propia sociedad.

Me parece que es una pieza que no debe de ser considerada sólo como una desechable de entretenimiento. La trama, la animación, la música y la reflexión que se desprenden de esta breve obra cinematográfica francesa debería de ser considerada una obra artística.