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OR SILENCE FINAL

Enviado por   •  19 de Diciembre de 2018  •  41.650 Palabras (167 Páginas)  •  401 Visitas

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-Mamá, arriba- Lucy caminó hacia Victoria frotándose sus pequeños ojos verdes. La pelinegra sonrió y la tomó en brazos para sentarla en sus piernas.

-Parece que Babylulu tiene sueño, ¿ya te quieres dormir?- la niña negó con la cabeza bostezando lentamente.

-Papá, papá- Victoria sonrió y abrazó a su hija. Desde hace unos tres días su esposo se había metido de lleno en el trabajo. Solía llegar en la madrugada para posteriormente encerrarse en su oficina con algunos socios. Victoria no reparaba en los negocios de su esposo ni en su vida laboral, pero sabía reconocer cuando algo no andaba bien con Renzo, la ignoraba y a los niños también.

-Debe estar por llegar Lu, pero deben prometer que se irán a dormir apenas vuelva- habló Victoria con autoridad, refiriéndose a ambos niños.

Piero asintió a su madre pero no pasó mucho tiempo antes de que la puerta principal se abriera de par en par dando paso a un hombre fuerte y robusto vestido con un saco negro y sombrero del mismo color, seguido de cuatro hombres enflusados con maletines en sus manos. Apenas vieron a su padre, ambos niños corrieron a su encuentro, al tiempo que éste los cargó animadamente, apretándolos con un sofocante abrazo. Renzo se inclinó ligeramente, sorprendiendo a su esposa con un casto beso. Victoria se separó mirando extrañada a los cuatro hombres quienes subieron las escaleras en dirección hacia el despacho de Renzo, sin decir una palabra. Pudo distinguir, claramente, a Falcon en el grupo, o mejor dicho a “cara rajada Falcon” como le decía Piero. El nuevo mano derecha de su esposo era sencillamente intimidante, un hombre alto, de tez morena y grandes músculos, con tatuajes en sus brazos y orificios en sus orejas, siendo su principal característica una horripilante cicatriz en el rostro, la cual atraviesa de modo vertical su ojo derecho hasta la mitad de su mejilla. Renzo la tranquilizó hace un tiempo, explicándole que su nuevo socio tuvo un desafortunado accidente con un cuchillo, durante su juventud, tampoco es que eso le importaba mucho a Victoria, siempre y cuando ayudara a su esposo con los negocios y el club, no tenía por qué juzgarlo, pero aun así no se acostumbraba a su presencia.

-Tardaste mucho en llegar amor…- Renzo se quitó el sombrero colocándolo bromista en la cabeza de un animado Piero.

-Lo se tuve una reunión hasta tarde, tuvimos mucho trabajo…- Victoria le dio un beso en la mejilla.

- ¿Quieres algo de cenar?, puedo prepararte algo, seguro tienes hambre- Renzo negó con la cabeza, y bajo a los niños al suelo.

-Los muchachos y yo estaremos en la oficina hablando de trabajo dos horas más, las ganancias del club han decaído este último mes y queremos revisar algunas cifras, váyanse a dormir- habló calladamente el italiano mientras besaba a una adormilada Lucy en la cabeza.

-Ya escucharon, a dormir todos- los niños y su madre se dirigieron hacia las escaleras y empezaron a subir lentamente- Te espero arriba- Renzo asintió y caminó en dirección al despacho para posteriormente cerrar la puerta tras de sí. Antes de entrar al cuarto de los niños, Victoria escuchó claramente el sonido de la cerradura bloquearse.

S… is for SIGNALS

La cálida luz del amanecer se filtraba por las blanquecinas cortinas. La casa estaba sumida en un gran silencio, incluso se podía escuchar las respiraciones pausadas de los niños dormidos en la habitación continua. Victoria se estiró, lentamente, en la enorme cama matrimonial, tanteando en las sabanas el fornido brazo de su esposo, sintiendo la fría y vacía seda entre sus dedos. Efectivamente, al entreabrir los ojos, pudo notar la ausencia de Renzo, en el lado izquierdo de la cama, el cual se encontraba ligeramente arrugado. Victoria se incorporó soltando un bostezo mientras tocaba la almohada de Renzo a su lado. Era muy extraño que su esposo se levantara antes que ella, y más aún si se desveló la noche anterior con la reunión en su oficina. Caminando con paso apresurado por el frio de sus desnudos pies, se colocó una bata color crema y unas pantuflas acochadas, para posteriormente bajar las escaleras en silencio. Encontró a Renzo sentado en la cocina, bebiendo una taza de café y leyendo las noticias con atención, ya se encontraba vestido con su traje negro y corbata roja de cuadros, su escaso cabello lucía un poco despeinado y aun en la distancia sus penetrantes ojos se veían rojos y cansados.

-Te levantaste temprano- Victoria lo abrazó por detrás y Renzo pegó un salto.

- Oye me asustaste – la rodeó con sus brazos y elevó su rostro para besarla en los labios, doblando sutilmente el periódico en sus manos.

- ¿Por qué te levantaste antes?- preguntó curiosa, mirando el periódico que claramente intentaba esconder. Renzo se frotó los ojos levantándose de la mesa y evitando su mirada. Victoria lo notó – Amor ayer no te vi, tampoco hoy al levantarme, hace dos días que prácticamente no sales de tu oficina y nos ignoras cuando nos ves. Nunca me cuentas nada, pero quisiera saber qué es lo que pasa…

- Ya lo sabes Victoria, tenemos mucho trabajo que hacer, el club ha sufrido muchas pérdidas y los apostadores ya no rondan con frecuencia en el casino, todo debido a un maldito club nocturno que se abrió a tan solo tres cuadras de Doble S Brotherhood, llevándose gran parte de mis clientes- habló con molestia el italiano metiendo el periódico doblado en el interior de su chaqueta.

-¿Qué? Tiene que ser una broma… quién se atrevería a hacer algo así, todos saben quién eres, conocen tu reputación en la ciudad- comentó Victoria exasperada. Definitivamente no se esperaba esa noticia.

-El idiota se llama Anton Solovióv, es un tipo nuevo en la ciudad con nada de experiencia, solo un niño caprichoso en busca de dinero y fama. No hay nada por qué preocuparse, ya tomamos las medidas necesarias y nos encargamos del problema- Rezo tomó bruscamente su sombrero e hizo ademán de dirigirse a la puerta. Su esposa lo siguió interponiéndose en su camino.

-¿Cómo que se encargaron?, no lo entiendo, ¿hablaste con tus socios, para invertir en la publicidad del club no?- la pelinegra lo miró inquisidoramente tomando los bordes de su saco y apretándolo en sus manos, ganándose una mirada molesta por parte de su esposo.

-Sí… podría decirse… ¿Acaso importa?, porque oigo algo de duda en tu voz gatita- susurró seductoramente Renzo

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