Lexical acquisition and pragmatics, de TIM WHARTON. UCL Working Papers in Linguistics 16, 323-341
Enviado por Albert • 22 de Agosto de 2017 • 5.930 Palabras (24 Páginas) • 638 Visitas
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Esto lleva a Bloom a plantear la hipótesis de que tanto los menores de esa edad como los autistas utilizan una estrategia asociacionista, mientras que pasados los 18 meses, cuando ya son capaces de detectar la intención de los demás, es el reconocimiento de la misma el que guía su aprendizaje.
- La teoría de la mente y la adquisición del léxico
El reconocimiento de una intención en los comportamientos de los demás nos lleva a plantear la cuestión de la adquisición del léxico en relación a la Teoría de la Mente o Lectura del Pensamiento. Un aspecto al que Grice no prestó una atención exhaustiva, ya que su aproximación a la inferencia se hace desde la perspectiva de la Filosofía del Lenguaje y la Lógica, pero que, como hemos visto, se convierte en un elemento crucial en las derivaciones cognitivas del modelo inferencial en cuya órbita se sitúa el propio Wharton.
Si bien los trabajos de Bloom demostraban la relación de la adquisición del léxico con la lectura del pensamiento, este estudioso no reconoce la posibilidad de que exista ningún tipo de restricción específica para el aprendizaje de la lengua, ya que, antes del desarrollo de la teoría de la mente, los niños utilizarían una estrategia totalmente independiente de ella (la asociacionista). Sperber, sin embargo, cree que no es que carezcan por completo de habilidades interpretativas, sino que estas se ven limitadas debido a su incapacidad para seguir pistas pragmáticas naturales. Pero se trata solo de una limitación, que no es óbice para que en la comprensión y aprendizaje de palabras estos individuos realicen inferencias pragmáticas basadas en otro tipo de evidencias. La cuestión es, por tanto, si existen solamente dos posibles estrategias de comprensión (la asociacionista, en la que no interviene la lectura del pensamiento, y la inferencial, determinada precisamente por esa capacidad), tal y como propone Bloom, o si las capacidades inferenciales pueden aplicarse de diferente manera en función de las evidencias que el individuo es capaz de manejar, tal y como propone Sperber.
En el fondo de estas dos posturas se puede reconocer la discusión, candente tanto en el seno de la ciencia cognitiva como en de las teorías lingüísticas relacionadas con ella, sobre la modularidad de la mente y sus características. Una postura como la de Bloom encara la teoría de la mente como una entidad unitaria, que interviene de la misma manera en todos los procesos, lingüísticos y no lingüísticos. Si existiera alguna diferencia entre la deducción de inferencias de tipo lógico, como las que propone Grice, y las que se producen en la comprensión espontánea propuesta por la teoría de la relevancia, estas podrían estar relacionadas con la existencia de un módulo específicamente dedicado a la comprensión (pragmático), que procesaría inputs tanto lingüísticos como de otro tipo.
En un primer momento la teoría de la relevancia, asumiendo la propuesta de Fodor, proponía que las habilidades inferenciales, incluso las de carácter espontáneo, eran propias del sistema central, pero con el tiempo modificaron su postura y se alinearon con una serie de estudiosos que, asumiendo la propuesta modular, la ampliaron a otros procesos cognitivos. Estas tendencias, entre las que se encuentran los trabajos más recientes de Sperber & Wilson, diferencian, por un lado, módulos perceptivos que procesan inputs sensoriales y producen como output representaciones conceptuales (los únicos que serían considerados “módulos” en la propuesta inicial de Fodor), y, por otro, módulos cognitivos, en los que tanto el input como el output son representaciones conceptuales, pero específicas de un dominio[1]. Los “módulos específicos de dominio” controlarían procesos inferenciales con objetivos muy concretos, adaptándolos a las regularidades que solo afectan a los inputs que constituyen su dominio[2], y se van desarrollando a partir del mecanismo inferencial conceptual para dar respuesta a nuevas situaciones, de modo que ese mecanismo básico se convierte en un red compleja de módulos capaces de conectar diferentes niveles, manejando información procedente tanto de módulos perceptuales como de otros módulos conceptuales[3].
Tras plantear de forma somera esta cuestión, Wharton resume los argumentos que Sperber & Wilson han dado a favor de su propuesta[4]: además de las diferencias que observan entre la comprensión de enunciados y la interpretación de otros comportamientos, destaca, por su relación con el tema de este artículo, el hecho de que los niños menores de cuatro años y los autistas, aun manejando sin esfuerzo la comprensión verbal y la adquisición de palabras, manifiesten dificultades en las pruebas habituales de lectura del pensamiento. Estos indicios, de acuerdo con la propuesta de arquitectura mental propuesta por Wilson & Sperber, podrían presuponer la existencia de un submódulo especializado en la comprensión, que compute evidencias lingüísticas y de otro tipo para reconstruir la intención del hablante.
El autor del artículo retoma, pues, la propuesta de Wilson y Sperber, afirmando que este mismo módulo de comprensión, responsable de la comunicación intencional, es el que interviene en el aprendizaje de palabras. Justifica su afirmación con los resultados de algunos experimentos que muestran, por un lado, que niños pequeños, incapaces aún de superar los test de falsas creencias habituales, pueden hacerlo si se da a la tarea un carácter verbal. Estos argumentos contradicen la hipótesis de Bloom sobre el uso de una estrategia asociacionista por parte de los menores de tres años o los autistas. Tanto unos como otros podrían seguir un proceso interpretativo coherente con la teoría de la relevancia (en el caso de los autistas, sobre la base de un input empobrecido porque, además de sus limitaciones para la lectura de la mente, no pueden reconocer claves naturales).
- Teoría de la relevancia y adquisición del léxico.
La Teoría de la Relevancia, cuyos máximos exponentes son Deirdre Wilson y Dan Sperber, retoma la concepción intencional de la comunicación avanzada por Paul Grice adaptándola a un enfoque cognitivo. En este marco teórico, el punto de partida es una concepción general de la cognición humana, que está orientada de manera natural a atender a la información “relevante” de su entorno, para que, combinada con la información previa que posee el sujeto, provoque efectos cognitivos positivos. La relevancia de un input está determinada tanto por los efectos que produce como por el esfuerzo requerido para procesarlos (Principio Cognitivo de Relevancia). Esta tendencia cognitiva, combinada con la capacidad
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