Acerca del concepto de competencia para la educación emocional.
Enviado por Stella • 15 de Marzo de 2018 • 3.975 Palabras (16 Páginas) • 450 Visitas
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Estas competencias deben ser:
- Claves: aplicables en contextos personales, sociales, académicos y laborales amplios, relevantes a lo largo de la vida.
- Transversales: relevantes a todas las disciplinas académicas, así como actividades extracurriculares y procesos escolares de apoyo a los estudiantes.
- Transferibles: refuerzan la capacidad de adquirir otras competencias.
III. La opción por la perspectiva humanista.
Adoptamos el término de competencia en su concepción humanista, porque se conecta con mayor facilidad con la concepción de competencia genérica. Bisquerra (2002) desglosa esta conexión notando de que i) se trata de un conjunto de disposiciones personales que se ponen en juego. Por tanto, el término competencias hace sentido en cuanto ofrece una significación de integralidad de la expresión personal; ii) considera capacidades y habilidades de la persona para saber adecuarse al contexto. Ello comporta la capacidad de flexibilizar el conocimiento, el cual se adapta creativamente a las circunstancias, y iii) al reconocer recursos internos y externos de los individuos, integra de manera protagónica el desarrollo emocional, valórico y creativo.
Por tanto, una lista de características centrales del concepto de competencia que adoptaremos es:
- Son aplicables a las personas (individualmente y/o de forma grupal).
- Implican unos conocimientos ‘saberes’, unas habilidades ‘saber-hacer’ y unas actitudes y conductas ‘saber estar’ y ‘saber ser’, integrados entre sí.
- Incluyen las capacidades informales y de procedimiento además de las formales.
- Son indisociables de la noción de desarrollo y de aprendizaje continuo unido a la experiencia.
- Constituyen un capital o potencial de actuación vinculado a la capacidad de movilizarse o ponerse en acción.
- Se inscriben en un contexto determinado que posee unos referentes de eficacia y que cuestiona su transferibilidad.
IV. Desafíos en el enfoque humanista de la competencia centrada en la persona.
El uso humanista del término de competencia que hemos adoptado, se adapta bien al mundo de la educación. Sin embargo, esta adaptación representa un giro en la manera de pensar el concepto de competencia. En efecto, se ha pasado de pensar en la competencia como una cosa, estandarizada y medible, a otra manera de pensarla considerándola como una cualidad atribuible a una persona. El punto es que se ha pasado de una cosa a una cualidad. Pero concebir la competencia de manera cualitativa, no está exenta de desafíos importantes. A continuación consideramos cinco de los desafíos mas relevantes que están asociados a este giro conceptual: la elusividad, lo contextual, la diversidad, la evaluación, la complejidad.
La elusividad.
El enfoque de la competencia centrada en la persona, constituye un desafío complejo, pues sugiere que si bien la competencia es algo reconocible, es muy difícil descomponerla en actividades especificas y traducirla en un programa de formación. Un ejemplo. Todos sabemos reconocer a un profesor competente. Pero ¿qué es un profesor competente? Si bien podemos reconocer un profesor competente por su accionar (por la manera en que despliega la síntesis de relaciones relevantes a la enseñanza) , aún no ha sido posible determinar cuáles son las actividades (tareas, desempeños) que hacen que un profesor sea un profesor competente. H. C. Johnson[5] estudió 60 años de investigaciones que trataron de identificar las actividades que hacía un profesor competente. La conclusión de su estudio fue que a pesar de poder reconocer la competencia en un profesor, la pregunta ¿qué hace que un profesor sea competente? aún permanece sin respuesta. Si hubiéramos encontrado la respuesta, la actividad se habría podido descomponer y modelar en una serie de componentes susceptibles de ser traducidos en secuencias de formación. Si estas tareas no fueran algo evasivo, ya se sabría como formar a los profesores. Para usar la metáfora del agua: si alguien tiene sed, una cosa es darle de beber agua, otra es darle dos unidades de H y una de O. Dado que lo que hace que un profesor sea un profesional competente es algo elusivo y difícil de asir, las políticas orientadas a mejorar las escuelas se orientaron a basarse en un enfoque que define el problema como si fuera uno de gestión y no en uno de buena pedagogía.
Lo evasivo de lo que hace competente a alguien no ocurre solo en la educación, ocurre también en otros campos. Por ejemplo en el campo de la gestión es fácil reconocer un gestor competente. Pero ¿qué es lo que lo hace competente? Es el mismo asunto elusivo del profesor competente. Si lo que hace que un gestor sea competente pudiera ser descompuesto en una serie de actividades, éstas se podrían transformar en un programa de formación y se podrían formar gestores competentes. Por ello, las escuelas de gestión se centran en el conductismo mecanicista, y no en las personas, y consecuentemente, lo que hace que un gestor sea competente, se les escapa. Por esto mismo, también proliferan los libros de gestión, los que, lamentablemente, no se traducen resultados. Si observamos bien, lo que hace que un gestor sea un gestor competente, es un atributo de su personalidad que se expresa en su competencia interpersonal. Por ello podemos decir que la competencia/incompetencia del profesor y/o del gestor se expresa en el tipo de relaciones que es capaz de establecer.
La diversidad.
Una visión integrada de la competencia implica que el énfasis no se ponga ni el resultado, ni en una secuencia de actividades (indicadores), como lo sería el conocimiento de la materia por parte de un profesor de matemática, sino que es una cualidad o característica de una persona en la actividad de la enseñanza de las matemáticas. No se trata de principalmente de actividades sino de atributos. Podemos observar que distintos profesores de matemáticas pueden ser competentes pero pueden serlo por motivos o características diferentes. Esto ocurre por la diversidad propia de las personas. Esta observación apunta a la necesidad de tomar en cuenta la dimensión de la diversidad al considerar el tema de las competencias. Esto es particularmente relevante, si buscamos comprender y conectar con la evolución de la sociedad contemporánea.
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