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BIOENERGETICA

Enviado por   •  5 de Octubre de 2017  •  2.484 Palabras (10 Páginas)  •  374 Visitas

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En otras palabras, uno puede evaluar el nivel de evolución de cosas como: prueba de realidad, acción a tomar, capacidad en retardar la gratificación, representación del serf u objetar, mecanismos característicos de defensa, etc; con esto como diagnóstico base, se podrá comenzar la reparación de tales funciones.

PRIMERA ETAPA: AUTISMO

La etapa autista del desarrollo primario se considera completa en general, en los primeros dos meses de vida. Tal período es llamado así porque el niño se caracteriza por una relativa falta de respuesta a los estímulos de le rodean; como si se refugiase detrás de una “barrera al estímulo”. El sólo responde inmediatamente a sus propias necesidades, internas y parece obrar sobre una base instintiva; buscará el pecho pero no lo reconocerá como tampoco el biberón cuando se lo ofrezcan. La función de la memoria, durante este período temprano, no es operativa, por eso el bebé no puede asociar la gratificación de la necesidad con su fuente, como tampoco existe un vínculo específico con esa misma fuente. El desea principalmente satisfacer el hambre u otras necesidades para luego regresar al sueño o al estado de vigilia, cuando éstas hayan sido cumplidas.

Según PEARCE (1977), este período autístico temprano no es de ninguna manera innato, más bien es el resultado del trauma generado por el procedimiento típico del parto en la cultura occidental. PEARCE argumenta de manera persuasiva, citando en parte el trabajo de GERBER (1958) mismo que investigó prácticas de parto natural en África, los niños generalmente nacen en casa, jamás son separados de sus madres y reciben continuamente una atención amorosa durante los primeros días de vida. Tales niños muestran una sonrisa como respuesta a partir de su cuarto día de vida y están erguidos y prontos a responder casi desde el nacimiento. También los estudios demuestran que los bebés privados del cuidado materno son menos seguros y más fácilmente irritables durante toda la infancia respecto a aquellos que han recibido mayor atención amorosa. Sin ser evidente, un día, el niño sonríe al reconocer el rostro humano, indicándose con esos que ha comenzado a diferenciar este objeto, de otro.

DEL AUTISMO A LA SIMBIOSIS (2-5 meses)

A esta edad, dos meses, el niño no puede diferenciar entre la cara de su nodriza y cualquier otro semblante humano. Por su comportamiento, en este período simbiótico, asumimos que comienza a desarrollar una representación fusionada de sí mismo y de quien lo cuida. Mientras el niño n o pueda mostrar signos evidentes de que discrimina entre la nodriza y los otros, quiere decir que obviamente está construye do tal discriminación durante la simbiosis. Casi al mismo tiempo en que se consolida la simbiosis (entre cinco o seis meses), el niño comienza a patentizar esfuerzos hacia la discriminación volviéndose menos pasivo. Explorará y tanteará la cara de la madre, empezará a empujar contra su pecho, aparentando estudiarla como si estuviera trabajando en la solución de un enigma de discriminación.

DIFERENCIACION (6 meses – 2 años o más)

Los niños que han experimentado un vínculo simbiótico óptimo tienden a mostrar curiosidad y admiración hacia los extraño, en tanto que comprueban visualmente la presencia de la madre. Aquellos que han establecido menos confianza básica, debido a una simbiosis menos segura, muestran ansiedad o gran molestia al ser cargados o cercados por extraños. Este tipo de respuesta tiende a ocurrir cerca de los 8 meses, y ha sido llamada “la angustia del octavo mes”. Antes de este tiempo, cualquier cuerpo cálido podría cargar y arrullar al niño, pero cerca de los ocho meses el bebé distingue la diferencia y prefiere a la madre.

Es en este período cuando el niño comienza a mostrar angustia a la separación y empieza a elaborar vínculos con objetos tales como un oso de peluche o una manta. Estos “objetos transicionales” parecen tener la función de calmar la angustia por la separación de la figura principal de vínculo. Este miedo a la separación señala el comienzo de la individuación, ya que indica una leve conciencia de la separabilidad entre el niño y su nodriza y que por lo tanto pueden separarse.

LA FRACTUCA (10 y 12 meses)

Durante este período es cada vez más hábil para aprender, percibir y discriminar, pera quizás para él lo más importante sea lograr la locomoción vertical. Al comienzo de esta sub-fase, el infante todavía gateará no lejos de la seguridad que sus padres le otorgan; al mismo tiempo empezará a explorar sus propias actitudes y al mundo que lo rodea. Con el tiempo, mediante la magia de la maduración y la perseverancia en el “ensayo y error” aprenderá a explorar sus propias actitudes y el mundo que le rodea.

ACERCAMIENTO 13 meses- 2 años

Alrededor de los 15 meses el niño desea compartir sus descubrimientos con la medre y para satisfacer su necesidad de gratificación se relaciona con ella, más como una entidad independiente que como una auto-extensión del “hogar-base”. La primera señal de este cambio s la nueva costumbre del niño que traerá continuamente cosas hacia sus padres, llenándoles el regazo de objetos. Poco a poco, la exigencia del niño se trasladará desde la necesidad de “repostar” a la necesidad para el interés y la participación de los padres en el proceso de descubrimiento.

Hacia los 18 meses de edad, el niño domina la posición vertical y la locomoción y la medida en que lo va logrando, va perdiendo interés por ésta u otras funciones autónomas. Ahora como nunca antes, será más independiente de sus padres y con sus facultades cognitivas en desarrollo se volverá aún más consciente de la separación.

Durante este período el niño es vulnerable, tanto por la angustia de separación y la frustración causada por la dependencia de sus necesidades, cuando por el consiguiente desgaste de su autonomía y su auto-estima. Algunos padres naturalmente insistirán en que “continúe creciendo”, mientras otros, dando la bienvenida al “retorno” a la dependencia lo infantilizarán. El niño requiere de una continua y adecuada atención emocional por parte de los padres, que junto a la disposición a dejarlo ser, animan su desarrollo independiente. Esta es probablemente la fase crucial de la individuación a la sensibilidad del niño, de su conciencia emergente, de sus demandas contradictorias y de las lecciones críticas que este período presente.

Durante esta fase algunas realidades dolorosas se vuelven ineludibles.

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