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BULLYING: HACIA EL AFRONTAMIENTO DE UNA REALIDAD TRANSCULTURAL.

Enviado por   •  6 de Abril de 2018  •  2.252 Palabras (10 Páginas)  •  222 Visitas

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(Menéndez, s.f.).

Sin embargo, los estudios realizados desde esa fecha, y al menos hasta los primeros años del nuevo milenio, se centraban en la conducta agresiva de los menores, pero limitadas al individuo. De esta forma se estaba pasando por alto el hecho de que el Bullying, así como otras formas de agresión, ocurre dentro de un contexto social. El problema del Bullying es sistémico, extendiéndose más allá del abusador y del abusado, se desarrolla en diversos contextos sociales como las díadas, el grupo de pares, los espacios de juego y el ambiente escolar (O'Connell, Pepler, & Craig, 1999). Como contexto social, los roles que allí desempeñan los diversos actores van en concordancia con su posición o estatus dentro de cada uno de los sistemas, y así es como entre todos determinan de cierta forma la situación de Bullying, y su papel allí, bien sea como víctimas, victimarios o espectadores. Al respecto, cabe mencionar que el fenómeno de Bullying se incrementa en tasas estables durante la educación primaria, pero alcanza su pico durante los primeros años de educación secundaria (entre los doce y los catorce años), a medida que los estudiantes empiezan a re-negociar su posición dentro de los nuevos grupos de pares que se forman (Sapouna & Wolke, 2013). Para ser aceptados en uno de estos grupos de pares, se espera que los chicos se unan, al menos hasta cierto punto, en juegos de naturaleza física ruda, en donde se ponen a prueba mutuamente. En este contexto, las formas de agresión física son para los varones modos de permanecer más unidos, tener más cosas en común y ser más aprobados por sus pares, y así ineludiblemente, la agresión les sirve a los varones para crear un orden social (Salmivalli, Lagerspetz, Björkqvist, Österman, & Kaukiainen, 1996). En la investigación llevada a cabo por estos mismos autores, los varones parecieron, en general, involucrados más activamente en el proceso de Bullying, particularmente participando como reforzadores y asistentes; mientras que las mujeres participaban

más activamente como espectadoras y defensoras.

Cuando se habla de espectadores, Frederick (2014) considera que la falta de acción en este rol, bien sea por el miedo a convertirse en la siguiente víctima, o debido a que la cultura no apoya masivamente la confrontación al abuso, empodera al abusador. Adicionalmente, hay otras formas mediante las cuales los abusadores obtienen su poder. O'Connell, Pepler, & Craig (1999) han propuesto que cuando los abusadores ejecutan conductas agresivas, pueden llamar la atención de pares, quienes se acercan a observar las interacciones de Bullying; anexamente, afirman que los abusadores suelen ser “exitosos” en la medida en que no son sancionados negativamente por sus acciones, y así sus acciones agresivas pueden ejecutarse sin miedo a las consecuencias. Dadas estas condiciones, los abusadores pueden

influenciar a sus pares para que se conviertan participantes activos del Bullying, puesto que se ha comprobado que los espectadores son más propensos a actuar de esta forma después de presenciar un acto de agresión “exitoso” por parte de un par considerado poderoso. Esto responde a la postura de Badura (1977; citado por O'Connell, Pepler, & Craig, 1999), quien afirma que la probabilidad de ejecutar una acción a través del modelado de la conducta aumenta cuando a) el modelo es una figura de poder, en este caso, un par más fuerte – o al menos considerado así-, b) cuando dicho modelo es más reforzado que castigado – tal y como lo es un acto de Bullying “exitoso” , en donde no hay consecuencias y negativas y sí mucha atención por parte de los pares- y c) si el modelo comparte características con aquel que

aprende la conducta.

Por su parte, cuando se habla de defensores, dicho rol implica un alto estatus

dentro del grupo social, tal como Coie y cols. (1990) lo habían sugerido anteriormente. Estos hallazgos se pueden interpretar como 1) que los defensores tienen un alto estatus sólo porque reaccionan ante el Bullying de una forma particular, defendiendo a las víctimas, lo cual es apreciado por los pares; 2) un niño(a) que cuenta con alto estatus no tiene miedo de ser victimizado, e incluso puede llegar a aliarse con la víctima. Esta última interpretación de la situación, se ha asociado en diversas ocasiones con el concepto de resiliencia. Si bien las definiciones son muy variadas, en todas se concuerda en que los individuos resilientes son aquellos que manifiestan respuestas positivas a lo largo del tiempo a pesar de afrontar adversidades significativas (Luthar, Cicchetti, & Becker, 2000; citados por Sapouna & Wolke, 2013). Además, la mayoría de los autores están de acuerdo en que la resiliencia no es una caracterñistica de la personalidad, sino que es una capacidad que se desarrolla en el tiempo gracias a contextos de relaciones positivas tanto con miembros de la familia como con los pares (Egeland, Carlson, & Sroufe, 1993; Luthar, 2003; Rutter, 1999; citados por Sapouna & Wolke, 2013). De hecho, estos autores han encontrado en sus investigaciones que la resiliencia, como resultado de dichas relaciones positivas con sus padres y con su pares, actúa diferencialmente sobre hombres y mujeres. Los adolescentes varones suelen presentar menores niveles de depresión y conductas delictivas, a sentirse menos alienados y a tener mayor auto-estima; además de estas características, las mujeres adolescentes reportan menores niveles de uso de alcohol y de drogas, debido además, a

interacciones positivas con sus hermanos mayores.

En este sentido, es importante resaltar que estos hermanos mayores, a diferencia de los abusadores, pueden funcionar como modelos de roles positivos, o en palabras de Frederick (2014), como mentores. El papel de mentor tiene la capacidad de hacer que la capacidades, tanto de mentor como de aprendiz, se desarrollen y se puedan establecer vínculos de trabajo (y afectivos, por qué no) sanos, en donde el bullying no es tolerado. Y esta es la invitación que me gustaría hacerle al lector. Como se ha visto anteriormente, hay evidencia empírica que demuestra cómo el intercambio de interacciones positivas con miembros de la familia funciona como factor de protección. Piense en términos de sus hermanos menores, de sus hijos, sobrinos y demás parientes expuestos a ambientes escolares o académicos. Le aseguro que nadie quiere que un ser querido se vea expuesto a interacciones tan demoledoras como lo pueden llegar a ser las inherentes al Bullying. Usted puede hacer algo para contribuir a cambiar esta

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