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Biochar en la mitigación del cambio climático

Enviado por   •  25 de Enero de 2018  •  1.865 Palabras (8 Páginas)  •  310 Visitas

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Un experimento de campo se llevó a cabo con NK6240 híbrido de maíz en Tamil Nadu Agricultural University, en un estudio para evaluar el efecto de biocarbón en el rendimiento, el consumo de NPK y el estado de fertilidad del suelo. El experimento fue dispuesto en un diseño de bloques al azar (RBD) con 12 tratamientos y se replica tres veces. Los resultados revelaron que el Sistema Integrado de Nutrición (IPNS) es decir, la aplicación de biochar 10 t ha -1 junto con la dosis recomendada de NPK (250: 75: 75 kg ha -1) + FYM 12,5 t ha -1 y Azospirillum 2 kg ha -1habían grabado significativamente mayor rendimiento y la absorción de NPK con la fertilidad del suelo sostenido. Además, el estudio broughtforth claramente el hecho de que para aumentar la productividad del maíz con la fertilidad del suelo sostenida, aplicación de biocarbón debe ir acompañado de cualquiera de IPNS o la dosis recomendada de fertilizantes NPK.

Biochar para salvar el clima y las crisis energética y alimentaria.

Empresas como Eprida, Dynamotive, Best Energies, Heartland Bioenergy, Shell, Brazil’s Embrapa, JP Morgan Chase, Biochar Engineering el director ejecutivo de la asociación indonesia de aceite de palma (GAPKI) y la empresa de agronegocios boliviana Desarrollos Agrícolas, entre otras, afirman que la producción de ‘biochar’ tiene un balance de carbono negativo: el carbono emitido durante la pirólisis , es supuestamente compensado con el carbono absorbido por el crecimiento natural de la planta y así “neutral” en términos de emisiones de carbono. Esta es la misma (falsa) afirmación que se ha hecho acerca de otras tecnologías basadas en material vegetal. Además, durante la pirólisis, una parte del carbono de la planta queda retenido en el carbón vegetal. Si el carbón vegetal rico en carbono, se agrega a los suelos agrícolas, se afirma que esa parte de carbono queda secuestrado en los suelos reduciendo las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera. Desgraciadamente, esta explicación ignora totalmente los numerosos impactos sociales y ecológicos que provoca el cambio de uso de los suelos que sucede cuando se crea una demanda masiva de biomasa vegetal, que además no está respaldada por el actual conocimiento científico del uso de carbón vegetal en los suelos.

Los defensores del biochar afirman que el carbón vegetal no sólo puede retener carbono, en una escala global significativa, sino que además mejora la fertilidad de los suelos y reduce con ello la demanda de fertilizantes sintéticos y las emisiones del óxido nitroso (N2O), un potente gas de efecto invernadero. También afirman que puede conservar y purificar las aguas, prevenir la contaminación con químicos de las tierras agrícolas, reducir las emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) y óxido de sulfuro (SOx) de las plantas de combustión de carbón, reducir las emisiones hollín de la combustión de cocinas, reducir las emisiones de metano resultantes de la descomposición de residuos orgánicos y mucho más.

Biochar industrial para geo-ingeniería

Cualquier tecnología que incrementa la demanda de biomasa vegetal debe ser cuidadosamente analizada a la vista de:

- Las emisiones de efecto invernadero que genera la conversión de tierras.

- La ya insostenible demanda de productos agrícolas y forestales, suelo, agua potable y biodiversidad.

- Los impactos sobre el acceso de los pueblos a las tierras.

Algunos proponentes del ‘biochar’ centran su argumentación en el uso de “desechos y residuos” y en los cultivos establecidos en “tierras marginales”. Las mismas afirmaciones se han hecho para otras tecnologías de bioenergía, pero la realidad es que no hay tales grandes cantidades de desechos y residuos disponibles; no existen en una escala que se pueda suministrar a largo plazo y que contribuya substancialmente a las demandas energéticas. Aún más, retirar los desechos agrícolas y la madera seca podría agotar peligrosamente los suelos, haciendo la tierra más vulnerable a las sequías y reduciendo la biodiversidad. Tampoco existen vastas extensiones de tierras “marginales y de desecho”. Esta terminología excluye peligrosamente los múltiples y diversos usos de los suelos que no son formalmente reconocidos por no contribuir a los mercados globales. Los usos tradicionales de la tierras, donde los títulos de propiedad no son claros, se consideran ‘marginales’, aunque sean clave para las vidas de pequeños agricultores y pastores, entre otros. Esto ya está teniendo como consecuencia un desplazamiento sin precedentes, a menudo violento, a medida que países, corporaciones e inversores privados buscan acceso a cada vez más tierras para cultivos alimentarios y energéticos e inversiones rentables.

Cuando se requieren grandes extensiones de cultivos energéticos, como sucedería en el caso que el biochar se adopte como estrategia de reducción de los niveles de los gases de efecto invernadero en la atmósfera, las emisiones derivadas del cambio de uso de tierras se deben tener en cuenta. Talar bosques o limpiar praderas para hacer espacio a monocultivos energéticos implica una gran cantidad de emisiones, reduce la capacidad de absorción de los sumideros y contribuye a poner los cimientos de un futuro colapso de los ecosistemas y de la biodiversidad de la que dependemos para la regulación del clima. A medida que se acrecientan las restricciones de agua potable en todo el mundo, la regulación de la lluvia por la existencia de bosques sanos se vuelve cada vez más importante, y la asignación de agua para el riego de cultivos energéticos se hace cada vez más insostenible.

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