Cómo quiero mi universidad
Enviado por Ledesma • 7 de Junio de 2018 • 1.958 Palabras (8 Páginas) • 979 Visitas
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Que la universidad valore y aproveche la diversidad de los estudiantes, que tenga una buena administración y cuente con los recursos y fondos necesarios para cumplir con las actividades académicas en cada una de las facultades, con la metodología técnicas e instrumentos correctos para las investigaciones, que se permita la creación de semilleros propuestos que a los estudiantes les interese y les sirva para el crecimiento de estos, que su entorno estructural e instalaciones sean adecuadas para el aprendizaje y convivencia de todos. También sería bueno que hubiera más posibilidades de que los estudiantes con mejor desempeño tuvieran la posibilidad de obtener la experiencia de un intercambio estudiantil en otros países y que fuera más amplia la lista de programas y carreras para que existan más opciones a la hora de elegir. Que su estructura cuente con una buena biblioteca, con aulas amplias para todos, con una enfermería, con una cafetería que tenga variabilidad de productos, con zonas para músicos, escritores, bailarines, deportistas etc.
Que su cuerpo estudiantil se apropie y sepa aprovechar de los espacios que ofrece la universidad y los valoren, que sepan que su participación en la universidad es necesaria, que esos espacios sean útiles de su formación integral y que promuevan la convivencia, que se sientan apoyados y respaldados por la universidad. Que se interesen por lo que estudian, que su pasión contagie a los demás, que su interés sea social y pluralista, que luchen por lo quieren, que la universidad sea reflejo de sus sueños y objetivos, que estén abiertos a todo tipo de ideologías diferentes, que sean pacíficos y comprendan fácilmente que no son uno solo, que son una comunidad entera, forjando nuevos horizontes, una utopía. Que de todo este pensamiento resurjan los lazos de un afecto por la vida y el conocimiento, que se reconozcan unas raíces de la identidad que nos une y hermana, reconocer que no solo somos hijos del universo sino hijos de la tierra, con raíces sostenidas de la ancestralidad africana.
Que pensar y decir nunca tenga costos negativos, porque hablar alto no significa ofender, la hostilidad la ejercen quienes desde su posición como autoridad laceran con palabras los futuros forjados a mano por los estudiantes, quienes niegan como si derecho de admisión fuese la entrada a la vida digna y sabia, como si el conocimiento fuere un título de propiedad exclusivo a aquellas clases sociales con más cuentas bancarias que sueños, esas mismas a las que les alcanza para un fin de semana en Europa y no para saldar las deudas que tienen con el presente y los anhelos de futuro de los jóvenes. Los caminos hacia una universidad y universalidad del hombre están tan llenos de obstáculos que levantar la vista no alcanza, pues hace falta poner los pies en la cúspide de la juventud y ver en el horizonte como se borran los caminos que hacia el conducen, caminos teñidos por el sudor de aquellos que sin zapatos y con la sangre de sus ancestros llegaron hasta allí. Y si, es necesario hablar de ancestros en este momento porque la universidad es el punto de partida y encuentro de una bandera multicultural que sostienen también negros e indígenas, porque la historia no solo le pertenece a quienes sin dolor se apoderaron de una tierra fecunda de conocimientos y vidas enraizadas en lo más profundo de los ríos y montañas del territorio.
Por estas y muchas razones más la universidad ha de ser siempre el reconocimiento de la libertad y el deber, del conocimiento y la humildad de la ignorancia general, de la riqueza cultural y la pobreza afectiva por desaparecer; pues la universidad ha de entregar a la juventud las bases de sus futuros, unos llenos de posibilidades de superación y compañerismo que se unen de la mano para recorrer los océanos de la razón y las mitologías que fundaron las tierras que bajo nuestros pies se ignoran. Este espacio ha de ser entonces la convivencia de una lengua que habla en distintos universos culturales, universos tan diversos como las caras que sonríen en el alma y por el alma mater, que encuentran en sus espacios la comodidad y el calor de sus hogares, en donde ser de una piel o de otra no es más que un espectáculo colorido y bello, que negro y blanco no compongan el pensamiento de los estudiantes como una eterna oposición sino que se mezclen con la abundancia de su entorno para pintar los pasillos y campos de la universidad de un millar de colores, sin olvidar que la decisión de vivir bajo unas creencias tampoco debe ser un delito o un conflicto, no solamente creer en unos destinos forjados por los dioses sino por las manos de aquellos que los moldearon a su imagen y semejanza, esas mismas manos que hoy construyen trozo a trozo los edificios del pensamiento y sus expresiones. Entonces quiero un alma mater que conviva y respire a la par de voces de infinitos colores, que no ven la diferencia más que para disfrutarla y aprenderla.
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