Control biológico, el manejo amigable de las plagas que avanza a paso seguro en la agricultura nacional

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La gran novedad en este marco es la investigación que hoy se realiza en el uso de microorganismos endófitos, una innovadora línea de investigación que desarrolla INIA Quilamapu, al alero del Banco de Recursos Genéticos Microbianos (CRGM) y del Centro Tecnológico de Control Biológico, una proyección que apunta principalmente a un nuevo concepto en el control de plagas y enfermedades de manera sustentable. El uso de estos microorganismos, que son capaces de ingresar a la plata y vivir en simbiosis con ella sin provocarle daño aparente, tiene menor exigencia en términos de formulación y aplicación, lo que hace a esta tecnología más amigable para su uso por parte de los productores; es compatible con el manejo tradicional, ya que actúa internamente y es una opción más eficiente para el control las plagas y enfermedades de difícil control como son las plagas que viven en ambientes crípticos, enfermedades de la madera y nemátodos; adicionalmente entregan otros beneficios ya que son capaces de promover el crecimiento de las plantas y conferirle tolerancia frente a diversos estrés abióticos. Un beneficio adicional, es que estos endófitos son una fuente importante de producción de metabolitos secundarios, muchos de ellos aún sin una función biológica conocida por lo que su valor es incalculable y pueden tener múltiples aplicaciones en medicina, industria y agricultura. Su potencial biotecnológico está dado por la producción de enzimas, agentes de control biológico, promotores de crecimiento de las plantas, bioremediadores, biodegradadores, biotransformadores, y ciclo de nutrientes. Lorena Barra, coordinadora de la Red de Bancos de Germoplasma de INIA, destacó que aunque gran variedad de endófitos han sido descubiertos, la gran mayoría esperan desarrollo y uso. En Chile, este trabajo implica la valorización a uno de los mayores activos de INIA, la Colección Chilena de Recursos Genéticos Microbianos, que cuenta con una base genética microbiana debidamente clasificada y conservada. El fin último es la valorización de esta colección para contribuir con la meta país, como miembro de la OECD, en la disminución de uso de agroquímicos y particularmente de plaguicidas de síntesis química en la agricultura, contribuyendo a una agricultura más limpia y la producción de alimentos saludables.

Pero no obstante el fuerte desarrollo del control biológico en los últimos años, durante el simposio se discutió la gran necesidad de contar con una legislación actualizada, que contemple este método de control de manera diferenciada respecto del control convencional, ya que como indicó Maribel Palma, académica de la Universidad de la Frontera y directora de la Red Chilena de Bioinsumos, que reúne a los actores, investigadores y empresas dedicadas al control biológico. La situación actual es difícil de cuantificar, destacó Palma, ya que no existen datos consolidados, ni siquiera a nivel de fuentes de gobierno, donde no existe un registro de la actividad existente y donde muchas veces se usan términos indistintamente, aunque en los hechos las empresas de control biológico se están afianzando, presentando productos competitivos en agricultura convencional.

“Hoy existe la necesidad de contar con una mejor legislación, un marco regulatorio claro para continuar avanzando en el desarrollo de herramientas de control biológico”, destacó la académica, requerimos una participación colaborativa entre empresas, investigadores y entidades gubernamentales para lograr una visión completa de lo que hoy tenemos. La red tiene como objetivo reunir esa información y sentar las bases para una normativa eficiente, separando por grupos los distintos tipos de control, de acuerdo a las necesidades y que puedan ser visibles a todo el mundo, lo que permitiría por ejemplo que tengamos que estar registrando productos con otro nombre porque no podemos registrarlos como lo que son”.

En ese sentido, indicó que la red apunta a ser un ente técnico sin fines de lucro con el fin de ser un referente para Odepa y Sag y así generar por ejemplo un lenguaje común con respecto a las definiciones de conceptos, protocolos normalizados y los sistemas de calidad para los diferentes bioinsumos.