Corazon poseidos
Enviado por klimbo3445 • 16 de Octubre de 2017 • 3.768 Palabras (16 Páginas) • 560 Visitas
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cedía, y la única que no había probado era la que se dirigía hacia el ático. Aunque no quisiera no tenía ninguna otra alternativa, y los ladridos de Demonio no ayudaban para nada a mis nervios.
Con un suspiro atorado en mi garganta abrí la puerta y la cerré tras de mí.
-Dios…-dije atónita al ver la inmensidad del ático de la mansión, parecía una segunda casa, sucia, pero segunda cas al fin y al cabo. Demonio se revolvió en mis brazos. – Demonio, regresa – fue inútil ya que el animal corrió y desapareció entre unas cajas amontonadas. Lo seguí con paso tembloroso. Pisé un charco de agua, pero al darme cuenta todo el suelo comenzó a llenarse de agua.
La puerta fue golpeada al mismo tiempo en el que los ladridos de Demonio se mezclaron con mis gritos al darme cuenta de que no era agua lo que comenzaba a llenar el ático, era sangre.
-Dios… - mis pantuflas habían absorbido bastante líquido y se volvieron pesadas, tuve que sacármelas para poder moverme rápido y buscar alguna salida, nunca había estado en el ático antes por lo que me desubiqué un poco.
Solo necesito salir de esta casa de locos, ahora mismo.
Rápidamente y con Demonio ya en mis manos corrí hacia el este en donde aún no había nada de líquidos sangrientos en el suelo.
Mi respiración paró en el momento en el que un cuerpo apareció ante mí.
-Señora Luca – solté todo el aire, era la Señora Luca en estado de putrefacción, pero… si he acabado de hablar con ella. Mi respiración acelerada había hecho empezar a arder mis pulmones, mis fosas nasales se llenaron de olores desagradables, sangre, muerte, carne podrida.
-Le dije que hoy sus sesos volarían con la locura – la voz de la Señora Luca me congeló a medio paso, me di la vuelta pero no había nadie.
¿Qué está sucediendo aquí? ¿De dónde viene toda esa sangre? ¿Qué sucedió con la Señora Luca? ¿Dónde está mi Tía Carlota y por qué me dejo sola?
De pronto una luz atrajo mi atención, una ventana, corrí hacia ella, tomando con una mano a Demonio y con otra un jarrón que se encontraba sobre una mesa cubierta por una sábana blanca lo lancé hacia el vidrio, éste solo tuvo un pequeño raspón, mientras que el jarrón terminó en miles de pedacitos, entre estos se encontraba una hoja arrugada, la tomé y entre medio de mi pánico leí lo que se encontraba en aquella hoja.
Una imagen de Hannah con un cuchillo clavado en su pecho. Mis gritos fueron acallados por mis manos.
Junto a la foto se encontraba pegada una nota de periódico. Pero un grito me hizo estremecer, era el grito de mi Tía Carlota.
-¡Tía! – grité para que supiera donde estoy, no escuché pasos solo golpes en las paredes, como si estuvieran manteniendo una lucha cuerpo a cuerpo.
La desesperación se mostró en mí al momento en el que sentí un jalón en mi pie, guarde la nota en mi bolsillo y con mi brazo fui rompiendo la ventana, hasta que por fin, después de unos largos y dolorosos golpes, la ventana cedió y cayó al suelo en miles de pedacitos.
El aire fresco invadió mis pulmones, el olor a carne podrida fue quedando atrás. Subí a Demonio por la ventana y luego me impulsé yo, unas fuertes manos varoniles tomaron mis piernas intentando llevarme nuevamente hacia dentro.
-¡No! ¡Soltadme bestias infernales! ¡Soltadme! - gritaba y pataleaba, nada funcionaba, absolutamente nada, mis uñas estaban prácticamente clavadas en el césped, aun que el que lloviera no ayudó mucho, el suelo estaba resbaladizo y mis manos estaban a punto de soltarse, sentía a mis uñas desgarrarse de la carne, ¡Adiós manicura de ayer!
Los ladridos de Demonio se intensificaban, junto con un pequeño susurro que decía “Es hora Sarah” que helaba mi sangre, definitivamente si tuviera un espejo enfrente solo vería unas grandes ojeras negras, una piel demasiado pálida y los ojos de una niña asustada en noche de tormenta.
Y del cielo rugió un trueno, todo se iluminó y de repente la Señora Luca se encontraba frente a mí, en este momento ya no parecía un ser humano para nada, su piel era casi transparente, sin hablar sobre toda la sangre corriendo de su pecho junto con un cuchillo en su mano.
-¡AH! – grité mientras la Señora Luca alzaba en alto el filudo cuchillo y lo soltaba justo en mi espalda, antes de que logre su acometido me solté del suelo y aquellas manos rudas me llevaron nuevamente al ático.
Caí bruscamente en el suelo que sorprendentemente ya no estaba siendo hundido con sangre. Todo mi cabello estaba hecho un revoltijo, la pequeña liga que lo sostenía había explotado, varias hebras se pegan a mi sudoroso rostro.
Un gran miedo se había calado en mis huesos.
Terror
Miedo
Este era el momento en el que empezaba a creer en aquellos cuentos fantásticos que mi madre me contaba para hacerme dormir, aunque debo admitir que el truquillo no le funcionaba del todo, porque, ¿Qué clase de niña tiene “dulces sueños” cuando le acabas de contar sobre un cura sin cabeza, sobre una señora que llora todo la noche diciendo “¿Dónde están mis hijos?”?
Nunca pude creer esos cuentos, pero tal vez ya sea tiempo de empezar a creer en la casa de los sustos de mi Tía Carlota.
Un gutural alarido se hizo presente atrayendo toda mi atención.
Era el grito de mi Tía Carlota, corrí hacia donde se suponía se había originado el sonido.
-¡No mamá, no lo hagas!
Mi oído estaba atentó a cada palabra, ¿de quién era esa voz?
Seguí aquellas voces, una susurraba piedad y clemencia, la otra mascullaba palabras obscenas.
Una tercera voz apareció, una voz masculina que exclamaba palabras ininteligibles.
Con paso apresurado me acerqué a aquellas voces.
Po todos los cielos, aquella escena era repugnante y escalofriante.
Tía Carlota se encontraba clavando repetidas veces un cuchillo en el pecho de… ¡Hannah! Por todos los cielos, es Hannah, su hija perdida, pero ¿Qué rayos?
A un lado se encontraba moribundo su hijo Bernardo, un charco de sangre se había forma a su alrededor. Sus ojos me miraban fijamente pidiendo ayuda, poco a poco su pequeña
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