Un cuento. El corazón de la princesa

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-De los campos de trigo, su majestad, disculpe si le parece ofensivo que la haya escuchado sin preguntar antes – se disculpó con sinceridad y vergüenza.

La princesa se sonrojo ligeramente siendo que nunca había sido escuchada más que por sus padres y solo cuando era pequeña, fue entonces cuando decidió que le gustaba el muchacho y que debía invitarlo a subir.

-¿Por qué no entras al castillo? –.

-No creo que sea conveniente que alguien como yo entre, su majestad – respondió avergonzado.

-Está bien, podemos decir que eres mi amigo- le sonrió – vamos – fue entonces cuando corrió hacia las puertas y tras darle la instrucción a los guardias dejo entrar al plebeyo, quien miraba todo asombrado e intimidado.

Le dio órdenes a los criados de prepararles bocadillos y los dos se sentaron en el balcón de la habitación de la princesa a comer mientras charlaban y se daban cuenta sobre lo mucho que tenían en común.

-Princesa, no quiero ser grosero pero ¿Qué paso con su apariencia? – le pregunto el joven campesino.

La joven rio un poco avergonzada y le contesto – Bueno, era una joven muy malcriada y cuando me excedí una bruja me quito el don de la belleza y decidió castigarme de esta manera.

-Bueno, si le soy sincero no hizo un buen trabajo, usted sigue siendo hermosa para mí- respondió con sinceridad.

-¿De verdad lo crees así? Todos huyen cuando ven mi rostro lleno de arrugas y mi cabello a punto de caer – unas cuantas lágrimas rodaron por sus mejillas las cuales se intentó de limpiar en vano. El joven puso su mano en su mejilla y la miro a los ojos –Tienes un corazón hermoso, no cualquiera me hubiese invitado a pasar a su casa y alimentado tan fácilmente –.

-¿De verdad lo crees? – Pregunto la princesa un poco más animada – Si... – susurro, los dos se miraron directamente a los ojos y poco a poco se acercaron hasta que sus labios se tocaron, ocasionando que una luz los rodeara y el balcón se llenara del mismo humo espeso que con el que la había hechizado -¡¿Princesa?! – Grito el joven, asustado.

Poco a poco el humo se dispersó y se encontró con la princesa frente a el, pero lo que más la sorprendió fue como su cabello rubio había vuelto, además de su piel perfecta. –Princesa… usted… volvió… -Afirmo.

-¿Qué…? –La joven corrió hacia su habitación y se miró al espejo – He vuelto… ¿acaso esto es un sueño? ¡Padres! ¡Padres! – Dentro de poco los reyes llegaron y gritaron con alegría al ver que su hija había vuelto a la normalidad.

Al poco tiempo los dos jóvenes se casaron y vivieron felices por siempre, la princesa nunca más volvió a comportarse como malcriada pues se dio cuenta que su corazón valía mas que solo las cosas que tenía.