Cosmovision de la muerte totonaca
Enviado por Jerry • 11 de Mayo de 2018 • 1.393 Palabras (6 Páginas) • 490 Visitas
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El rito se iniciaba por el entierro primario o sepultura, tradicional para nuestros días, prosiguiendo al desentierro, una vez que los cuerpos se descarnaban aproximadamente tres días después, se sacaba el cráneo y los huesos del tórax, brazos y piernas para colocarse en el nicho o centro de la tumba secundaria. En la parte del interior de cada tumba hay un agujero por donde se pensaba salía el alma hacia la montaña.
Estas tumbas son llamadas teocallis, cuya construcción evidencia la sinergia cultural mexica y totonaca, con elementos arquitectónicos de ambas culturas, de la primera cultura la aportación basal escalonada que representaba cuatro generaciones atrás, y de la segunda el nicho techado en la idea de los 13 cielos a la vida, adosadas con estuco (material creado para reforzar la edificación de piedra) y decoradas con sangre de los rehenes sacrificados en veneración a los dioses. Junto a los restos óseos del cuerpo se colocaba una vasija de cerámica en forma de media luna que significaba el centro de la tierra donde se pensaba era el destino de las almas, arriba del teocalli se colocaba la ofrendas como el cempasúchil, adornos como cuentas de jade, cuarzos, y pieles de animales como venados y jabalí.
Como parte del procedimiento funerario, algunas ideas relativas a la muerte acompañaban dicha composición cultural, como la que afirmaba que dependiendo de cómo una persona moría, era su forma de entrada al espacio de los muertos, a uno de los 9 inframundos en los que creían; también se pensaba que sería necesario un cuidador del alma en su transito al plano extraterrenal, llamándole nahual a este acompañante, con características zoomorfas.[pic 3]
Las ideas sobre la muerte a las que se han aludido forman el constructo emocional e ideológico de muchas de las prácticas funerarias actuales, como el hecho de establecer un ritual social definido para despedir a los difuntos, recordarlos en un altar con alimentos que en vida preferían, tal y como los totonacas con sus ofrendas lo hacían, así como la ornamentación de las tumbas como demostración del afecto y compromiso con el recuerdo vivo después de la muerte, donde las flores y cantos son una analogía de la sangre que servía como pintura en los teocallis.
Al igual que en la cosmovisión totonaca sobre la vida y la muerte, las ideas actuales forjan sentencias sobre lo que pesa más en la balanza de las acciones en cada uno de los ámbitos de nuestra experiencia terrenal para el fundamento sobre el destino imaginario que nos espera después de la muerte; hablar de buenas y malas muertes no fue un concepto desconocido por los pueblos antiguos, ellos ya otorgaban juicios de valor sobre ésta bifurcación en la forma de transitar la vida.
En suma, identificar la estructura cultural sobre la muerte es un punto medular en la comprensión de lo que hoy en día se atribuyen como significados a este momento inevitable de la vida; las creencias no surgen de un día para otro, es un continuum que se va forjando en distintas épocas con tendencia a actualizarse permanentemente, de ahí que cada pueblo tenga las suyas y entienda a la muerte desde una óptica distinta, todas ellas valiosas, cada una importante en su contexto, con una historia particular, con un sentido autentico.
Considero que abordar el tema de la muerte en la cultura totonaca, plasmada fielmente en las edificaciones del cementerio de Quiahuiztlán, es remontarnos a los orígenes de algunas tradiciones invaluables como el día de muertos, pero también es enfatizar la comprensión sobre la idea del alma y cuerpo, desde una visión de nuestras raíces psicológicas como pueblo mexicano, tema insaciable para autores de todos los rincones del planeta; pero que desde nuestra lente particular resulta una sabiduría poderosa para otorgarle nuevos significados a la muerte, pero sobre todo a la vida.
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