DECALOGO DEL ABOGADO SEGÚN SAN ALFONSO MARIA DE LIGORIO
Enviado por Jillian • 23 de Diciembre de 2017 • 3.419 Palabras (14 Páginas) • 1.584 Visitas
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a su cliente los fundamentos legales y el por qué no debe hacer algunas cosas. El cliente muchas veces por desconocimiento del Derecho, exige que el Abogado rompa algunas reglas. Queda de parte del abogado explicarle para que rectifique el error. En todo caso si el cliente insiste, debería renunciar a tomar ese caso.
El Abogado que prolonga un trámite, promueve incidentes, oculta prueba, recluta falsos testigos, alecciona a su cliente para declaraciones, puede ser oportunista o amoral (Bielsa).
III. “No se debe imponer al cliente pagos que no sean obligatorios, bajo pena de devolución”.
Por trabajar a cambio de un sueldo o una remuneración fija, no es justo para el cliente hacerle pagar gastos onerosos, menos aun si ya se conoce que la causa es injusta. El precio de lo que el Abogado carga a su cliente debe ser proporcional a la causa que defiende. El Abogado es un ser que busca las causas justas y ayuda a las personas a buscar la solución al problema, no es una persona que se beneficiará económicamente a costa de los problemas de los demás. No debe aceptar un caso por la cantidad de dinero o prestigio que pueda obtener.
IV. “Se debe tratar la causa del cliente con el mismo cuidado que las cosas propias”.
El Abogado debe colocarse en el lugar de su cliente. No debe aceptar casos con premura, porque le van a pagar una cierta cantidad de dinero, ni aceptar mas causas de las que el tiempo le permite. No debe aceptar causas que vayan mas allá de sus conocimientos, talento, fuerza o tiempo. Debe prepararse adecuadamente para la defensa y tener la premisa de que está defendiendo algo que es propio. De esta manera asumirá cuidadosamente y verá los detalles para poder realizar un trabajo impecable.
V. “Es preciso entregarse al estudio de los procesos a fin de que de ellos se puedan deducir los argumentos útiles para la defensa de las causas que le son confiadas”.
Si existe una buena preparación profesional se pueden afrontar casos difíciles. No es ético que el Abogado acepte una causa y no estudie el caso. Si no se siente preparado es mejor no aceptar una defensa. Sólo debe aceptarlo su existe una gran preparación específica y disposición de tomarse en serio el caso. El Abogado no debe aceptar casos que sean superiores a su talento, fuerzas o al tiempo que deberá dedicarle para prepararse adecuadamente en la defensa. No se debe aceptar un caso para el cual el Abogado por cualquier motivo, carece de competencia o que no pueda despachar con la rapidez necesaria.
VI. “Las demoras y negligencias de los abogados son perjudiciales a los intereses de los clientes. Los perjuicios así causados deben, pues, ser reembolsados al cliente. Si no se hace así, se peca contra la justicia”.
Todo cliente tiene derecho a la mejor defensa. Es inaceptable no defenderlo, sería un agravio tanto para el cliente, como para la sociedad y la administración de Justicia. El Abogado debe tener en cuenta que tiene frente a sí, un ser humano, que sufre, que lucha por su libertad, por su dignidad y por sus derechos como ciudadanos. Queda de parte del Abogado actuar con la mayor justicia y equidad posible, sin demoras innecesarias.
VII. “El Abogado debe implorar el auxilio de Dios en las causas que tiene que defender, pues Dios es el primer defensor de la justicia”.
Dios guía la mano del hombre y por tanto se debe orar para encontrar respuestas y solicitar la guía en todo lo que se proponga realizar. Cuando se está tratando un caso, el Abogado debe separar sus sentimientos y pensamientos y enfocarse únicamente en lo que su cliente está solicitando. Esta línea es muy delgada y difícil de ver, por lo que muchas veces se suele ser subjetivo o juzgar los actos. En este sentido, es recomendable, antes que nada hacer un análisis lo mas objetivo posible y buscar en Dios la guía y tranquilidad que se pueda requerir para lograr ser lo mas justo posible.
Dios es el más justo de todos los hombres. San Alfonso María de Ligorio pretendía que todos los Abogados en su búsqueda insaciable de la Justicia, acudieran a Dios para que los guiara al momento de necesitar defender a alguien.
VIII. “No es aceptable que el abogado acepte causas superiores a su talento, a sus fuerzas o al tiempo que muchas veces le faltará para preparar adecuadamente su defensa”.
No se debe honrar a un Abogado que pretenda abarcar asuntos que estén fuera de sus conocimientos, asuntos que el tiempo del cual dispone no le permita resolver, deberán siempre los abogados tener prioridades en sus asuntos, si se resolverán 2 o 3 conflictos únicamente, que sean los 2 o 3 mejores, que se puedan indagar a fondo, que puedan dedicarles horas de estudio y análisis y que sepan resolverlos de la mejor manera.
Nunca se debe permitir que la avaricia perjudique los intereses del cliente, si no se conoce de un supuesto en específico, será mejor cederlo a un colega que tenga el tiempo, conocimiento y disposición adecuada para estudiarlo y buscar el mejor camino para su resolución. El Abogado no debe pretender que si abarca infinidades de casos, se podrá atenderlos todos con la misma paciencia y dedicación.
IX. “El abogado debe ser siempre justo y honesto, dos cualidades que debe cuidar como a las niñas de sus ojos”.
Debe el Abogado ser un hombre recto y justo. En el ejercicio de sus facultades como defensor de los derechos, deberá velar siempre por la justicia (e implorar la ayuda divina). Sin importar los recursos a los que los demás acudan, el Abogado deberá siempre basarse en lo justo y en lo correcto, nunca debe permitir que las malas influencias lo hagan cambiar sus convicciones, es por esto que San Alfonso María de Ligorio pide que se guarde y se cuide la justicia y la honradez, porque es la base fundamental para que un Abogado sea el mejor.
No se debe mentir para sostener a toda costa la inocencia del cliente, el Abogado sabe que el inculpado es una persona humana que ha errado, sabe que debe tenderse a una justicia sustancial y no meramente formal.
IX. “Un abogado que pierde una causa por su negligencia es deudor de su cliente y debe reembolsarte los perjuicios que le ocasione”.
Es responsabilidad del Abogado dar lo mejor de sí para hacer valer la confianza que los clientes depositan al momento de ayudarlos con la resolución de un conflicto. Es por esto que se debe atender cada caso con la mejor disposición y como lo haría un buen padre de familia.
Este mandamiento va de alguna manera relacionado con este otro; “No es digno de elogio el abogado que se empeña en la defensa de causas superiores a su talento,
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