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EL DESENCUENTRO DEL HOMBRE.

Enviado por   •  2 de Abril de 2018  •  2.119 Palabras (9 Páginas)  •  276 Visitas

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Aquí, el Papa Francisco, pone en evidencia que el mayor enemigo de la naturaleza es el hombre, quien se ha conferido la autoridad para abusar de ella, sin medir el daño que se le ha realizado.

La ONU alerta sobre el consumo de recursos de la industria militar, que emite un 10% de las emisiones mundiales de CO2. El armamento nuclear, químico y convencional, como submarinos nucleares o la utilización de uranio empobrecido, tiene graves impactos ambientales. Su producción, uso y destrucción genera importantes residuos tóxicos.

Sin mirar mucho tiempo atrás, la Guerra de Vietnam tuvo costes altísimos, no sólo en vidas humanas sino también en biodiversidad, pues una quinta parte de los bosques de Vietnam del Sur se perdieron a causa del denominado “agente naranja”, un herbicida y desfoliante utilizado por los Estados Unidos, que causó catastróficas consecuencias en la vida vegetal y animal en la zona, y dio lugar al nacimiento de niños con malformaciones.

Nos dice el Papa Francisco I en su encíclica “Laudato si”: “La pérdida de selvas y bosques implica al mismo tiempo la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes, no sólo para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y para múltiples servicios. Las diversas especies contienen genes que pueden ser recursos claves para resolver en el futuro alguna necesidad humana o para regular algún problema ambiental.”

Atendemos como una de las causas de la guerra a la falta de misericordia en el hombre. Es este también, el sentimiento que el Papa dice que debemos usar para combatir la Tercera Guerra Mundial, y lo señala como “el primer y más verdadero remedio del hombre”, pues aclara que debemos darla de forma recíproca para que todos podamos vivir plenamente la humanidad de Dios. Esto nos conduce a otro interrogante, que sería qué es la misericordia.

La Misericordia.

Es la disposición a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenas. Se manifiesta en la amabilidad, asistencia al necesitado y sobre todo en el perdón y la reconciliación. Más que un sentimiento divino debe ser una práctica diaria, donde escuchar al otro, ayudar, y perdonar conduce a la tranquilidad del espíritu, la paz interior y el provecho del don principal del ser humano que es “el amor”.

Atendiendo a la Bula “Misericordiae Vultus”, podemos distinguir, entre otros, mensajes claros del Papa Francisco I referidos a la violencia, corrupción y pobreza y sobre cómo es primordial en la vida de todo cristiano tener presente la bondad de la Misericordia.

“Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une a Dios y al hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado.”

¿La misericordia como solución a las guerras?

El actual Sumo Pontífice propone a la misericordia como vía de escape a los conflictos bélicos actuales, que tanto denigran al ser humano. Llama al diálogo y al amor entre hermanos para solucionar los múltiples acontecimientos que sacuden al mundo en la actualidad, como los que ocurren en Irak, Siria, Ucrania, países de África, Libia, como así también llama al estado israelí y al estado palestino a que dialoguen y lleguen a acuerdos que les permitan vivir en armonía. También hace alusión a los golpeados por los atroces actos terroristas en Francia, Egipto y en otros puntos del planeta.

El mensaje de Francisco es claro, pues nos dice:

“Junto a los pastores, postrémonos ante el Cordero, adoremos la Bondad de Dios hecha carne, y dejemos que las lágrimas del arrepentimiento llenen nuestros ojos y laven nuestro corazón.

Sólo él, sólo él nos puede salvar. Sólo la misericordia de Dios puede liberar a la humanidad de tantas formas de mal, a veces monstruosas, que el egoísmo genera en ella. La gracia de Dios puede convertir los corazones y abrir nuevas perspectivas para realidades humanamente insuperables.

Donde nace Dios, nace la esperanza. Donde nace Dios, nace la paz. Y donde nace la paz, no hay lugar para el odio ni para la guerra. Sin embargo, precisamente allí donde el Hijo de Dios vino al mundo, continúan las tensiones y las violencias y la paz queda como un don que se debe pedir y construir. Que los israelíes y palestinos puedan retomar el diálogo directo y alcanzar un entendimiento que permita a los dos pueblos convivir en armonía, superando un conflicto que les enfrenta desde hace tanto tiempo, con graves consecuencias para toda la región.

Que el Niño Jesús les dé consuelo y fuerza a nuestros hermanos perseguidos por causa de su fe en distintas partes del mundo. Son nuestros mártires de hoy.”

Falta de misericordia en el mundo actual.

Nos encontramos en un mundo sumergido en la “cultura del descarte”, en donde lo que importa es el hoy, sin atender a las consecuencias ambientales y humanas que eso pueda tener en el día de mañana. El consumismo y la celeridad de nuestras vidas nos llevan a la disminución de valores primordiales, como lo son la solidaridad y el amor al prójimo.

Sin divagar mucho más, Jesucristo hace referencia a la misericordia y a su importancia en la parábola del buen samaritano, en donde nos enseña a ayudar al hermano que está necesitado, aún ante la falta de una “recompensa”, factor por el cual la mayoría de las personas ayudan: prestar auxilio a cambio de algo.

Dios nos invita a vivir en armonía entre nosotros y con la naturaleza que se nos ha regalado y puesto a disposición. La “casa común” es un regalo maravilloso que el hombre no está usando responsablemente, y que la destruye de forma cotidiana con la enorme cantidad de residuos producidos por la “cultura del descarte”.

El ser humano está orientado a amar a su prójimo, no a odiarlo por poseer diferente ideología o cultura. La guerra nos muestra el lado más oscuro de los hijos de Dios, y vemos la miseria y la destrucción como fruto del accionar humano. Debemos atender a los llamados del Santo Padre a que cesen las hostilidades entre hermanos, pues el odio sólo lleva a más odio, y esto a la destrucción de la raza humana.

Atendamos a la misericordia de Dios y nos dejemos guiar por el Espíritu

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