EL DOCTOR ANGELICUS.

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Regresa a Paris en 1252 a terminar sus estudios y siendo luego nombrado Magister de Teología a la edad de 27 años, pese a la oposición de algunos maestros seculares en contra de los frailes mendicantes. Oposición fundada en la superioridad académica de estos últimos por sobre los laicos. En estas polémicas que también involucraron riñas académicas con Guillermo de Saint Amour, Tomás se ganó la confianza del papa Alejandro IV y se transforma en consejero del rey Luis IX de Francia. Posteriormente a esta disputa y como consecuencia de ella se le concede el grado de doctor a la edad de 31 años.

En 1259 se traslada a Italia junto a Alberto Magno y Pedro de Tarentaise (futuro Inocencio V) predicando y enseñando por toda Italia y en la Corte pontificia. Es en esta época en que termina su obra más conocida “Summa Theologiae” y conoce a Guillermo de Moerbeke traductor de las obras de Aristóteles, quien le presta muchos de sus trabajos, algunos de ellas prohibidas por la autoridades de la iglesia.

Regresa a Paris en 1268 donde se ve enfrentado nuevamente a numerosas polémicas. Una de ellas con los averroistas latinos (seguidores de la aristotelismo desde la perspectiva islámica) liderados por Siger de Brabante quien sostiene que el hombre no tiene naturaleza espiritual por lo que la razón podría contradecir la fe, sin de dejar ambas de ser verdaderas, contestando Tomás mediante su ensayo titulado De úntate intellectus contra averroístas. Controversia, también, con los idealistas agustinistas sobre si el hombre puede o no conocer la verdad sin la iluminación divina, lo que es una querella pública entre franciscanos y dominicos, encabezado por el franciscano John Peckham. La otra discusión es contra Gerardo de Abbeville cabecilla de los seculares antimendicantes.

Se le encomienda que habrá un nuevo capítulo provincial en Nápoles y acepta la invitación del papa Gregorio X para participar en el II Concilio de Lyon, pero lo alcanza la muerte el 7 de marzo de 1274.

SU PENSAMIENTO TEOLÓGICO Y FILOSÓFICO

La escolástica

Tomas de Aquino es el más destacado exponente de la escolástica medieval y sin duda uno de los grandes filósofos de la historia de la humanidad. La escolástica es “una propuesta epistemológica y un método intelectual. Como epistemología, el escolasticismo supone la necesidad de sometimiento de la filosofía a los intereses de la teología; como método de investigación, está basado en la impartición de una lección (lectio) dirigida por un maestro (magister) y en ella tanto el maestro como el alumno aducen razones a favor y en contra de una tesis.”[5] Existe escolástica medieval, hebrea, musulmana e incluso protestante.

La escolástica medieval puede ser dividida en tres etapas, la primera de ella de formación entre el siglo V al XII, y ésta a su vez se puede subdividir en otras tres; la primera de ellas fue un período de recopilación de textos antiguos, entre cuyos exponentes se encuentran Boecio, Isidoro de Sevilla, Beda el Venerable. Luego viene el llamado renacimiento Carolingio, donde se destaca el Monje Alcuino y por último el nacimiento de los primeros escolásticos propiamente tal, como Escoto Eriugena, Anselmo, Bernardo de Chartres, Pedro Abelardo y Pedro Lombardo.[6]

La segunda etapa de la escolástica medieval se desarrolla en el siglo XIII y las posiciones dominantes en este periodo son el Aristotelismo y el Agustinismo. El Aristotelismo se divide en dos posiciones contrapuestas, el Averroísmo Latino y la posición ortodoxa. El exponente más destacado de la primera posición es Siger de Brabante. De la segunda escuela son exponentes Alberto Magno y Tomas de Aquino. El Agustinismo se guarece en las universidades de Paris y Oxford, en el primer establecimiento destacan Alejandro de Hales, Buenaventura y Ramón Llul y en Inglaterra sobresalen Roberto Grosseteste, Rogelio Bacón y Duns Escoto.[7]

La última fase del escolasticismo en el siglo XIV, es su decadencia. Aquí destacan influencias neoplatónicas y árabes, donde destaca Guillermo de Ockan. Sigues destacándose la universidad de Paris mediante Juan Buridan y Nicolás de Oresmes.[8]

Elementos destacados del pensamiento tomista

Antes de comenzar este apartado me parece atingente señalar que el trabajo de Tomás no obedece simplemente a un interés intelectual. Aquino no es un filósofo o teólogo cristiano, es un cristiano que ejerce la teología y la filosofía. La diferencia no es menor al momento de leerlo, y por supuesto, de juzgar su obra. Conoce a Dios y le ama. Al final de sus días y previo a ciertas registradas manifestaciones místicas tiene por nada toda su labor académica, que palidece ante la grandeza del Creador.

Luego de ubicar el contexto del pensamiento de Tomás, nos adentraremos en los elementos más destacados de éste, dado que por el objetivo del curso y extensión del trabajo nos es imposible abarcar todo el pensamiento del doctor angelicus, no sólo por su universalidad sino que también por su complejidad.

Su pensamiento enciclopédico bebe de las afluentes árabes, judías y griegas. Y por supuesto su gran influencia la toma del Estagirita, de quien veremos realiza múltiples comentarios a sus obras, las que fueron preservadas fundamentalmente por el mundo árabe.

Para Tomás de Aquino el tema central de la teología es fundamentalmente Dios, “Ahora bien, todo se trata en la sagrada doctrina en razón de Dios: sea el mismo Dios, sea lo que se ordena a Dios, como a principio y a fin. De lo cual se sigue que Dios es el objeto de esta ciencia”.[9] Para Tomás, todo conocimiento humano es en definitiva conocimiento de Dios.

La epistemológica de Tomás se basa en la experiencia empírica. Conocemos por una doble trabajo, una abstracción física y luego la conceptualización de la idea. Dicho en palabras del teólogo; “Convenía, pues, poner alguna virtud en nuestro intelecto, que hiciera inteligible en acto por medio de la abstracción de las especies respecto de sus condiciones materiales. Y ésta es la necesidad que hace aceptar al intelecto agente.” [10]

Tomás de Aquino sostiene que nuestras creencias son racionales si se sostienen en alguna evidencia.[11] Esta versión fundacionalista medieval plantea que las creencias básicas deben ser autoevidente o evidente a los sentidos.[12]

Tomás pretende resolver la tensión entre teología y filosofía, entre fe y razón. Se busca establecer la relación entre el conocimiento sobrenatural alcanzado a través de la revelación y el conocimiento natural, obtenido por el intelecto y los sentidos.

Aquino

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