EL TERCER ESTADO Y SU RELACIÓN CON EL ELEGISLATIVO
Enviado por Mikki • 16 de Diciembre de 2018 • 8.127 Palabras (33 Páginas) • 272 Visitas
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El Abate Sieyès pudo ser el gran dirigente de la Revolución Francesa; pero nunca lo fue debido a sus limitaciones de oratoria, así durante la Revolución Francesa paso a la historia sin ser un líder o personalidad sobresaliente, sin embargo siguió apoyando las acciones revolucionarias de división en departamentos, la Constitución del Clero e incluso participo en la ejecución de Luis XVI[5], cuando la revolución se inclinaba hacia posturas muy radicales, el Abate Sieyès trato de mantenerse en segundo plano, limitándose a las votaciones de mayoría; sin embargo tras la caída de Robespierre, volvió al protagonismo para llevar a un mejor camino a la Revolución, con destino a oposiciones liberales moderadas, perteneciendo al directorio que asumió el poder ejecutivo en 1795.
Debido al temor de que las fuerzas reaccionarias pudieran destruir la obra de la Revolución, lo lleva a participar en las conspiraciones para instaurar u gobierno autoritario: siendo el principal inspirador del golpe de Estado que lleva al poder a Napoleón Bonaparte en 1799[6], para finalmente colaborar en el régimen de Napoleón como cónsul del triunvirato gobernante y ayudo a la redacción de la Constitución del año VIII[7]; sin embargo Napoleón impuso sus criterios conservadores, estableciendo una dictadura personal y apartando a Sieyès dejándolo únicamente con nombramientos honoríficos, exiliándose en los Países Bajos tras la caída de Napoleón en 1815, regresando a Francia hasta 1830.
¿Qué es el tercer Estado?
El abate Sieyès se planteaba un gobierno plasmado de democracia, donde los intereses de todos los ciudadanos[8] fueran atendidos con el mismo criterio de “igualdad de ley”, ya que dicho con sus propias palabras “una nación es un cuerpo de asociados que viven bajo una ley común y están representados por la misma legislatura”.
Ahora bien; intentemos dar una breve explicación de cómo se encontraba la sociedad en la Francia de Luis XVI, buscando dar explicación en qué consistía el estatus real de esta sociedad y cuáles fueron las diferencias entre la burguesía y los estados privilegiados; con esto buscare analizar la propuesta del Abate Sieyès para acabar con la discriminación hacia la burguesía que, a groso modo consistía en modificar su situación otorgándole una mayor participación en las decisiones dentro del gobierno, esto conforme al razonamiento de Rousseau, la soberanía debería recaer en la mayoría y no solo en unos pocos, como sucedía en ese momento en Francia.
Emmanuel Sieyès, manifiesta su inconformidad de cómo es que había sido mantenido el pueblo, considerado el Tercer Estado en Francia hasta el año 1789, puesto que éste no solo fue discriminado dentro de los círculos sociales al estarle negado por disposición del Rey el ingreso a la nobleza, si no por cuna, aunado a que en este Tercer Estado recaía la carga de los impuestos de la Nación.
Esta imposibilidad de escalafón social (equiparable a un sistema de castas) se convirtió en uno de los mayores descontentos de la clase media que buscaba un ascenso social en la época del Abate Sieyès, haciendo denotar que esta clase era quien mantenía viva el alma de Francia, no solo por su número, sino por ser la única productiva en el país.
El tercer Estado era la clase con mayor número de personas de Francia, pues contaba con un aproximado de 25,000,000 de personas, del que incluían mercaderes, comerciantes, artesanos, jornaleros, campesinos y plebe urbana (mejor conocidos como la burguesía), por lo tanto la economía provenía de este sector de población; mientras que la nobleza y el clero apenas contaba con un aproximado de 200,000 personas consideradas como no productivas[9]
Aunque la burguesía era quien mantenía viva a Francia, esta clase social era la más marginada y la que contaba con un número muy bajo de beneficios dentro de la sociedad; razón por la que podría parecer lógico suponer que aquellos que mantenían a flote la economía francesa serían los que gozaran con la mayor cantidad de privilegios y honores, sin embargo, hasta 1789 era completamente lo contrario: a la clase trabajadora se le tenía como seres despreciables, mientras que al clero y la nobleza eran tratados con un singular enaltecimiento y disfrutaban de todos los lujos, derechos, libertades y dispensas.
El Tercer Estado como una Nación
Salta a la vista la incongruencia, pues si los burgueses fueron el combustible que llevo a Francia a ser considerada como una de las economías más proliferas del siglo XVIII, no era concebible que la nobleza y el clero al ser solo parásitos mantenidos por los más fueran los que llevaran la batuta de un país, por esta razón el Abate Sieyès, considera que el Tercer Estado fuere quien decidiera el destino a que se encausara Francia y no al revés. No obstante la situación era todo menos lógica: eran los parásitos los que tenían el control sobre los obreros e incluso sobre el futuro del país y cuando el Rey se hacía escuchar era para hacer saber al pueblo del derroche de los recursos obtenidos de sus súbditos, sin importar el modo en que estos recursos fueron obtenidos, ni mucho menos como serian gastados.
En cuanto al alto clérigo, y por evidentes razones el Abad Sieyès se reservaba en muchas ocasiones sus comentarios para con estos, pues si bien, el Abad buscaba una nación donde imperasen los principios de legalidad e igualdad, no negaba la necesidad de la existencia de una iglesia reguladora de las almas de la sociedad Francesa, manifestando en varias ocasiones que la nobleza a todas luces podía ser prescindible, sin embargo, mantenía una postura reservada para con la iglesia, no obstante también externo que el hecho de necesitar de una iglesia no era una excusa para abusar de esta posición para gozar de privilegios especiales, por lo que propone que incluso el clero deberá aceptar la reformas necesarias para darle a la clase trabajadora la capacidad de decisión.
La principal intención del Abad Sieyès es recuperar el poder soberano que le fue arrebatado al pueblo para devolvérselo, ya que mantenía el ideal firme de que si alguien debía dirigir y tomar decisiones sobre el estado es la misma nación y no solo un pequeño grupo de personas que solo velaran por intereses propios; al ser Francia un territorio muy basto en territorio y población es por demás claro que no podía de ninguna manera ser dirigido por unos cuantos, pero si buscar una representación real a los intereses de la sociedad.
Para ese entonces se estilaba otorgar un voto por cada Estamento, siendo que en la asamblea extraordinaria convocada por última vez en 1614[10],
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