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“ELABORACIÓN DE UN GEL CON PROPIEDADES ANTISÉPTICAS, ANTIBIÓTICAS Y CICATRIZANTES A PARTIR DE LOS PRODUCTOS DE LA APIS mellífera”

Enviado por   •  9 de Abril de 2018  •  6.718 Palabras (27 Páginas)  •  349 Visitas

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Las abejas necesitan de las flores y con ellas marca su existencia, en una relación de absoluta interdependencia, por otra parte, más y mejores serán los frutos y las semillas de las plantas cuando en sus inflorescencias laboran con su natural esmero. De esta forma se establece un paralelo evolutivo sin precedentes condicionando a lo largo del tiempo las características morfológicas de las abejas y las flores con una notable complementariedad, como una llave y su cerradura. Es cierto que muchos otros insectos polinizan y el polen también puede ser esparcido por el aire hasta el receptáculo femenino, pero las abejas fueron las únicas que realmente se especializaron morfológicamente desarrollando estructuras especiales para valerse del polen y los néctares con la mayor eficiencia, su propia carga electrostática, producida por la exuberante vellosidad de su cuerpo atrae a los granos de polen, aún cuando no haya tenido contacto físico con la flor.

Es imposible esbozar con linealidad dónde y cuándo ocurrió el hecho en que el hombre intentara domesticar o cultivar a la abeja, pero esta estaba disponible quizás en el agujero de un árbol, o en una grieta entre las piedras, o quizás ella misma hubiese procurado domicilio cerca de la entrada de la caverna donde habitaba. En España, en un lugar de Valencia, sobre el río Cazúnta está “La cueva de la araña”, y en una de sus paredes, aparece inscrita la huella de una acción plástica paleolítica o pintura rupestre que representa sin márgenes de dudas a un hombre recolectando miel entre abejas a 6.000 o 9.000 años AC. También existen en Altamira frescos rupestres Mesolíticos de aproximadamente 7000 años AC de las hazañas llevadas a cabo por gente que cosechaba colonias silvestres durante ésa época. En algunas partes del mundo dónde los recursos económicos son limitantes, todavía se practica esta actividad de cosechar miel, cera, polen y cría a colonias silvestres. Desgraciadamente, éstos métodos primitivos no permiten una producción racional y lucrativa ya que se matan a las abejas –para llegar a los panales sin ser picados- ; si no se matan, se destruyen los panales y la estructura de la colonia a tal grado que con frecuencia ésta sucumbe poco tiempo después, y no permite el manejo efectivo del nido de cría –lo que reduce significativamente su capacidad de producción.

En los tiempos de las grandes civilizaciones –Egipto, Mesopotamia, Persia, la antigua China- el hombre ya se las había ingeniado para lidiar con las abejas y la miel era considerada un producto sumamente codiciado por “dioses y reyes”, referencias a la miel y sus propiedades podemos encontrar en innumerables textos antiguos de casi todas las culturas; forma parte de leyendas –como en la del Dios Zeus que fue alimentado con miel, de ahí su poder tan grande-, se menciona en la mitología escandinava –sus dioses se embriagaban con aguamiel-, en el Antiguo Testamento –se hace alusión a la tierra prometida por Jehová a los hijos de Israel como “tierra de uvas y miel”-, en los Evangelios –Juan el bautista se alimentaba de langostas y miel de abejas-, en el sagrado Corán -"Tu señor le ha inspirado a la abeja: construye moradas en las montañas en los árboles y también en las estructuras que erige el hombre...”-. Las abejas fueron usadas incluso como armas de guerra en la Edad Media donde eran lanzadas contra el enemigo con excelentes resultados.

La apicultura de Centroamérica se practicó colocando las colmenas cerca de los hogares, mientras que en América del Sur, para obtener miel, los habitantes tenían que ir al bosque a las que cuevas que estaban en las rocas o al lugar en que encontraba el panal, cuidando de no matar a las crías y a las mismas abejas, ya que esperaban cosechar miel el próximo año. Tanto en la cultura mexica como en la cultura maya los productos apícolas eran tan apreciados que los tributos se cobraban con miel de abeja. En el México prehispánico era apreciada la abeja no sólo por su miel sino también por la cera. Aún ahora en la península de Yucatán se cree que la cera negra de la abeja sin aguijón tiene gran fuerza como ofrenda. Estas ofrendas se hacen en forma de velas negras. La cera ocupa un lugar importante dentro de los subproductos de la miel, en la antigüedad los indígenas la utilizaron en la metalurgia llamada “la cera perdida”, consistiendo ésta en darle forma a las figuras de oro. En Teotihuacán la cera se ocupó en las ceremonias religiosas; los mayas hicieron figuras de animales, de hombres y de dioses, otras veces la ocuparon para hacer velas para alumbrarse, principalmente en los recintos religiosos. También la miel fue muy apreciada por sus propiedades curativas; se usa para las molestias de la garganta, padecimientos en los ojos, moretones, dolores durante el embarazo, trataban la epilepsia con miel y la sordera con aplicaciones de miel caliente con chile en los oídos. Además la miel fue utilizada como moneda y como objeto de un intenso comercio. En el “Sumario de la Natural Historia de las Indias” del mismísimo Hernán Cortés se menciona: “Hay muchas abejas que crían en las oquedades de los árboles y son pequeñas del tamaño de las moscas o más. Aunque éstas son menores abejas que las de España, la miel es muy buena y sana, pero es morena casi como arrope...”.

A la llegada de los españoles, los indígenas pagaban parte del tributo con miel y cera. Con la llegada de los primeros se hubiera pensado también en la introducción de la abeja común europea, y aunque desde los inicios de la conquista los españoles mostraron interés por traer abejas desde España, sin embargo, con lo delicadas que éstas son, resultó prácticamente imposible que soportaran los rigores de un viaje trasatlántico de dos o tres meses en las bodegas de un galeón; además la corona siempre consideró la venta de miel y cera como un monopolio real y exclusivo de España y sin embargo se sabe de varios intentos fallidos de introducir abejas melíferas en sus colonias. Posteriormente, debido a las actividades religiosas surgió una fuerte demanda de la cera de abeja, utilizada para fabricar velas, que eran absolutamente indispensables para oficiar la misa. Pero la llegada de Apis mellifera a la Nueva España no fue directa. Fueron introducidas primero por los colonos europeos por América del Norte, mérito que seguramente pertenece a los ingleses que supieron hacer mejores barcos y utilizaban rutas más cortas para llegar a sus colonias. En 1622 ya había abejas en la colonia Inglesa de Virginia y no fue hasta 1711que fueron llevadas a La Florida, que era por esos tiempos colonia de España. En 1763 los ingleses le arrebatan La Habana a los españoles, ocupación que duró sólo 11 meses, donde se llegó a un acuerdo entre las autoridades

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