EROS Y LOGOS.
Enviado por Rimma • 9 de Marzo de 2018 • 1.901 Palabras (8 Páginas) • 427 Visitas
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La universidad merece un capítulo aparte de mi historia como lector. En la universidad leía y leo según lo acordado académicamente. Lo que leo por fuera me llena más de pasión. Creo sinceramente que las lecturas de la universidad han violado carnalmente mi pasión como lector. La lectura de la universidad es reflexiva, inflexible, meticulosa y casi científica. Los libros leídos en la universidad no han sido leídos. Han sido llevados a la morgue y se les ha practicado una autopsia.
Aunque es mi profesión, quiero decir que esas lecturas han sido como tomar un árbol y descomponerlo en ramas, tallo, raíz corteza. No estoy diciendo que el estudio de la literatura no sea toda una profesión de tenaces. Solamente digo que la pasión indispensable para la lectura se pierde un poco al ver el libro desarmado, profanado. Alguna vez dijo Freud “un cigarro representa a veces, simplemente eso”. Un libro, novela, cuento puede tener tantas interpretaciones como teóricos de la materia. Tal vez esa interpretación pueda ser un total equívoco. Sencillamente la lectura no debe arrojar siempre un resultado medible u observable. A veces uno va al parque a ver comer a las palomas. Y justificar ese instante es bien difícil. La lectura es ese viaje al parque a ver las palomas comer. Profané, digo, leí a Faulkner, a Rulfo, a Cortazar, a Woolf, a Silva, a Vargas Osorio, y podemos revisar el pensum para continuar con la lista. De todos modos siento que mi proceso, con todas las influencias positivas debió haber estado mejor. No consigo librarme de esa culpabilidad del lector que se que muchos otros comparten. He leído algunos libros de los cuales no me acuerdo. También se que de todos no tengo una posición u opinión para dar. A veces recuerdo los personajes y otras veces recuerdo el autor. Pero leyendo, biografías de los grandes lectores (que siempre se han tornado escritores) se que la academia se está alejando. Las biografías de sus lecturas comienzan a la edad de 5 o 6 en una biblioteca personal o con una disciplina ejemplar. Ninguna de esas situaciones ha pasado en mi vida. Aunque tuve el apoyo más grande, siento que debí haber leído más en este momento. La pasión está allí; el tiempo tal vez no.
Alguna vez al cortejar una niña le pregunté qué hacía ella en sus ratos libres. Ella contestó que leía como pasatiempo. La lectura no es un hobby; es un trabajo, es una responsabilidad. La pasión debe ser la fuente de energía de esa lectura. Una pasión que debe suscitar placer al hacerlo. Cito de nuevo la idea de Héctor Abad sobre lo erótico de la lectura. Es ese acto erótico que nos conmina a ir más allá de la simple instrucción. Esa rebelión con el tiempo de 8 a 12 y de 2 a 6. La lectura debe ser un trabajo. Una responsabilidad de todo profesional. Muy cierto es lo que Saramago dice en una entrevista: “no se necesita propaganda para que a la gente le guste el fútbol”. Es una pasión que nace desde la crianza y que se afianza con el trabajo de lectura y re-lectura. Es una disciplina de pocos. No me encuentro en ese grupo, en esa minoría de Saramago. Creo que un lector responsable compra muchos más libros de los que yo compro al año, está al tanto de la actualidad literaria, va a conferencias con más frecuencia. Todas esas actividades pueden realizarse con una condición; no es dinero ni tiempo; es pasión.
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