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El fenómeno de la conciencia

Enviado por   •  22 de Junio de 2018  •  3.113 Palabras (13 Páginas)  •  272 Visitas

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La conciencia concienciante, en cambio, es el mismo acto que engendra, o descubre -no interesa ahora precisarlo-, contenidos de conciencia. Tal con-

ciencia escapó a Marx y a Freud, por ejemplo, quienes se detuvieron única-

mente en la primera modalidad, desentendiéndose de la segunda, única a la que se presta atención en el presente trabajo. Nos despreocupamos de la "conciencia-objeto" con ánimo de considerar las posibilidades de la "concien- cia-sujeto".

La fenomenología de Husserl con sus corrientes derivadas -el existencia- lismo y el personalismo- ha reflexionado en torno a la "conciencia-concien- ciante" y actuando así ha disminuido el influjo casi total del positivismo y de sus modelos en las ciencias sociales e incluso naturales. En Crisis de las cien- cias europeas -obra inacabada-, Husserl cuestiona las bases del criterio de cientificidad positivista proponiendo el modelo fenomenológico, el cual reva- loriza la conciencia. Husserl ataca el naturalismo, el psicologismo y el histo- ricismo, sobre todo en ldeas-Ll, replanteando la noción de objetividad en con- tra de la universalización del criterio científico de la física. La causalidad rige la esfera de la naturaleza, dirá, mientras la intencionalidad constituye la base para la comprensión de los productos humanos.

Goethe había intuido el valor de la intencionalidad de la conciencia cuan- do escribió:

"El hombre de acción carece de conciencia; ésta sólo se da en el contemplativo"

Ahora bien; es Husserl, en las Meditaciones cartesianas publicadas en

1929, quien ha desarrollado el concepto de intencionalidad de la conciencia. El siguiente texto resume perfectamente su pensamiento.

La palabra intencionalidad no significa otra cosa que la particu- laridad que tiene la conciencia de ser conciencia de algo, de llevar en sí misma, en su cualidad de cágito , a su cogitatum

Existan, o no, las cosas captadas por un estado de conciencia, ésta es in- defectiblemente conciencia de alguna cosa. No hay cágito sin cogitatum.

Resulta posible elaborar un modelo de cuanto hay a base de distinguir dos bloques, uno objetivo -naturaleza más cultura- y otro subjetivo -conciencia-. Lo que no parece sensato es confundir la cultura -mundo de cosas históri- cas- con fa conciencia -instancia de la negación de cosas

La conciencia -la constituyente- coincide con la libertad. Quien es cons- ciente de las leyes y de los valores, queda libre ante unos y otros, como míni- mo en cuanto consciente; quedan intactos, sin embargo, los condicionamien- tos psíquicos y sociales. Aquel que nunca vive de la conciencia pasa a ser un robot por los cuatro lados aunque evidentemente sea cuestión de circuitos neuronales. La conciencia, en cambio, es espontaneidad, iniciativa, creación. Tales dinamismos existen si, y sólo si, la conciencia es dispar cara a la natu- raleza y a la cultura. Con fuerza, habitual en él, Jean Paul Sartre presenta el oficio de la "conciencia-libertad". Sostiene en Critica de la razón dialéctica.

Lo que denominamos libertad es la irreductibilidad del orden cultural al orden natural

Únicamente si contamos con conciencia constituyente tiene sentido plati- car de acto moral como acto que se distinga de un acto psiconeurofisiológico y de un acto psicosocial. De quedamos sin conciencia, sólo contamos con costumbres, hábitos y tics nerviosos; a la postre la moral quedaría reducida a objeto de estudio de neurólogos, de psicólogos, de sociólogos y de antropólo- gos culturales, pero en modo alguno seria objeto de moralistas. El sentimien- to de obligación moral no constituye una obligación moral; no va más allá de ser un sentimiento más, examinado por ejemplo por un psicoanalista. La obligación moral, ella y no el sentimiento de ella, incumbe al discurso metafí- sico, el cual presupondrá la conciencia inobjetivable como hontanar del acto específicamente ético.

En el presente apartado no hemos probado la existencia de la conciencia concienciante, o constituyente, ni la separación entre naturaleza y cultura.

Tal tarea es imposible ya que el concepto de conciencia propuesto no puede jamás convertir a ésta en objeto. Nos hemos limitado a sugerir su posibilidad y su papel en la educación y en la reflexión sobre ésta. Algo, no obstante, im- porta subrayar; nos referimos a las consecuencias lógicas de poner, o no, la hipótesis existencial llamada conciencia constituyente. Si se la coloca en el inicio de la educación, tiene sentido entonces hablar de educación liberadora y por otro lado de moral; de no ser así, tales significantes son juegos verbales para consuelo de necios y de estúpidos. Tendría razón Skinner cuando supri- me la dignidad y la libertad del ser humano.

Por otra parte, una Filosofía de la Educación sin el presupuesto de la Con- ciencia acabará siendo verborrea o, acaso, literatura con valor exclusivamen- te sintomático de conflictos infraestructurales -sean del individuo o bien so- ciales-, o con valor, a mucho estirar, terapéutico

Los objetos culturales no se oponen a los naturales; a la postre unos y otros coinciden siempre en ser objetos. En cambio, ambas modalidades obje- tuales hacen rostro, de manera rotunda, al sujeto o conciencia, si lo hay. La cultura proviene de la naturaleza mediante la complicación evolutiva del ce- rebro; pero, ¿no ha intervenido también, en su larga producción, la creativi- dad del sujeto humano? Puede optarse por la afirmativa o por la negativa; en este estudio nos hemos inclinado por lo primero por considerarlo tesis meta- física más iluminadora de la aventura humana que otras también propuestas

Jaspers en su Filosofía publicada en 1932 plantea no sólo la irreductibili-

dad epistemológica entre explicación -lo propio de las ciencias naturales- y comprensión- lo típico de las ciencias del espíritu-, mas también afirma una irreductibilidad ontológica entre naturaleza y espíritu. La explicación descan- sa sobre la causalidad buscando la validez objetiva y asimismo la utilidad técnica; la comprensión en cambio se apoya en evidencias internas orientándose hacia los valores. Una dimensión cuando menos, de la Filosofía de la Educa- ción descansa sobre este concepto de comprensión. El punto de vista que he- mos adoptado es más tajante aún que el de Jaspers. Los

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