El proceso civilizatorio

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que llevo una agenda que planifica mis días, mis meses y mi año. Concluyo que un objeto civilizatorio por excelencia sería la agenda.

Ahora bien, cuando Elias aborda los comportamientos exquisitos y de civilité de la nobleza cortesana que me es inevitable recordar de nuevo a Bourdieu y el concepto de habitus. La buena educación salvaguardada como un secreto que distingue la nobleza cortesana sería para mi un ejemplo de habitus, de una práctica inconsciente diferenciadora (inclusiva únicamente para un grupo, en este caso la nobleza cortesana) y excluyente para los demás. Entiendo que temporalmente Elias fue antes que Bourdieu y me pregunto hasta qué punto influenció el primero al segundo y si mi comparación de ambos autores es válida. En cualquier caso, considero que la necesidad de distinguirse de los demás que tiene la nobleza, que prescinde hasta cierto punto de la mera acumulación de dinero según lo dice Elias (p. 480) se puede comparar fácilmente con lo que actualmente llamo “los académicos”. Seríamos, me atrevo a incluirme puesto que hago parte de la academia, aquellos que compartimos ciertos comportamientos lingüísticos exquisitos y que buscamos diferenciarnos de los demás con ellos y queremos hacer parte de un grupo social distinguido (bien lo aceptemos o no).

Por otro lado, me atrevo a ejemplificar lo que se explica como tensiones en la corte en el proceso de psicologización del individuo (p. 482) con dos series actuales de televisión. Corriendo el riesgo de rayar con la irreverencia, encuentro las series “Game of Thrones” (Juego de Tronos) y “House of Cards” (Casa de Cartas) como puestas en escena perfectas de la cita que hace Elias de La Bruyeré (p.484) que dice: “Un hombre que conoce la Corte es dueño de sus gestos, de sus ojos y de su expresión; es profundo e impenetrable; disimula sus malas intenciones, sonríe a sus enemigos, reprime su estado de ánimo, oculta sus pasiones, desmiente a su corazón y actúa contra sus sentimientos.” Para mi esa frase resume lo que el proceso civilizatorio le hace al individuo. También se puede reflejar en ámbito laboral y yo lo veo entretenidamente claro en las series mencionadas y que se encuentras ambientadas en espacios de poder políticos.

Ahora bien, Elias dice que la racionalización y la vergüenza son muestra de una pérdida de miedo hacia la violencia de otros hacia nosotros y un aumento de violencia auto-infligida (p. 500). Si bien por cualquier acto indiscriminado se podría pensar que no nos van a abofetear en medio de la calle, entiendo que la racionalización, que es intencional, simula una violencia o autocoacción que me regula a aquello que considero normal por una serie de comportamientos aprendidos. Me surge una pregunta con base en la autocoacción y en relación al miedo interno. ¿Será que el proceso civilizatorio es el que ha dado lugar a los problemas de saludo mental de la actualidad? Si bien no se nada de psicología, se me ocurre que la depresión, por ejemplo, podría ser un exceso de autocoacción.

Es vago decir que me gustó o no el texto de Elias, sin embargo, de lo que es estoy segura es que me hizo pensar mucho en mi. En especial, poderme cuestionar comportamientos que doy por sentado e incluso por necesarios en mi vida diaria. Tanto así que planifiqué en mi agenda escribir esta reflexión y me da pánico la idea de no entregarla.