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El tema seleccionado es el de “Porfiriato. Política y Cultura”.

Enviado por   •  5 de Enero de 2018  •  3.078 Palabras (13 Páginas)  •  493 Visitas

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El régimen oscilo entre la legalidad y la apariencia de la legalidad. Por otra parte, además de los cambios legislativos y el uso de la fuerza, en esta primera etapa, gracias a la negociación y a la conciliación, Porfirio Díaz obtuvo el reconocimiento internacional y avanzo en la cohesión nacional, al vincularse con individuos de diversos partidos, regiones y sectores sociales.

LA SEGUNDA ETAPA PORFIRISTA:

En esta etapa lo que sobresalta es el marcado centralismo y un gobierno cada vez más personalista y autoritario, por parte del presidente y de los gobernadores de los estados.

El cambio de rumbo estuvo acompañado por un relevo en el personal político, pues murieron varios de los hombres que acompañaron a Díaz en su ascenso al poder y en los primeros años de su gobierno. Este cambio trajo con si, la ruptura del régimen porfirista.

El cambio vino por parte de tres personajes:

- Joaquín Baranda

- José Yves Limantour

- Bernardo Reyes

Baranda, quien fuera el primero en integrarse al gabinete, fungió como ministro de justicia desde 1882; antes había sido gobernador de Campeche y tenía fuertes vínculos en esta región, también las tenía en Yucatán y Tabasco, gracias a sus hermanos. Representaba a los liberales de la época de la Reforma, de trayectoria civil.

El según en incorporarse al gabinete fue Limantour, ministro de hacienda entre 1893 y 1911. Era miembro del grupo de los nombrados “científicos”, que era conformado por profesionistas destacados, algunos pertenecientes a familias acaudaladas y otros vinculados a ellas. Ellos representaban a grupos de capitalinos económicamente poderosos.

Bernardo Reyes fue el tercero en integrarse al gabinete, pero para ese momento ya contaba con una gran trayectoria política y militar, contaba con una gran presencia en el norte del país. Fue ministro de guerra entre 1900 y 1902 y representaba a los porfiristas clásicos: militares surgidos de las clases medias o bajas de las provincias, en estrecho contacto con los estados. Contaba, además del apoyo del ejército, con la simpatía de los empresarios, la pequeña burguesía y clases medias, e incluso de los trabajadores organizados, ya que salvaguardaba una política de protección al obrero.

Durante algunos años Porfirio Díaz logro mediar entre los grupos, pero la ruptura fue inevitable cuando tuvo que elegir entre ellos un sucesor. Ello ocurrió en 1898. Se decidió por Limantour y creyó que Reyes y Baranda lo aceptarían. Sin embrago el ministro de justicia se negó y tuvo que abandonar el gabinete, con lo que su grupo perdió presencia.

Dos años más tarde el presidente seguía intentando gobernar con “científicos” y reyistas, manteniendo el equilibrio entre ambas partes, pero a su vez aprovechando la debilidad originada por el constante enfrentamiento entre ambas facciones. Es decir, explotaba el potencial que le proporcionaba cada uno: por un lado los “científicos” y sus grandes relaciones con los empresarios y su habilidad para fomentar la economía, banqueros e inversionistas de la capital; y los reyistas su presencia en el norte, su influencia en la milicia y su gran capacidad para cumplir las expectativas de los empresarios, pero también de los grupos medios y obreros. Al mismo tiempo capitalizaba la división entre ambas facciones, y esto lo demandaba como mediador. De ahí que nombrara a Reyes como ministro de Guerra y a Limantour de Hacienda.

Una vez tomada la decisión por un grupo, las pugnas se agudizaron. En 1902 Limantour negó recursos para la renovación y mejoramiento del ejército, además de que critico la segunda reserva (cuerpo creado por Reyes, con un número creciente de civiles que recibían instrucción militar los fines de semana), temeroso de la fuerza que el ejército profesional y la milicia cívica representaban para Reyes, Díaz le pidió que regresara al gobierno de Nuevo León, hizo cambios en el ejército y desmovilizo a la guardia civil.

Ya para 1904 el dominio de los “científicos” era patente. Los hombres que habían acompañado a Díaz en su ascenso al poder, habían sido desplazados del gabinete. Por otro lado los “científicos” en este mismo año impusieron a su candidato para la vicepresidencia en las elecciones. Para ocupar el cargo Limantour propuso a Ramón Corral, y Díaz lo impuso.

El fraccionamiento de la elite, le trajo al caudillo problemas grandes, ya que no pudo conciliar ni cohesionar. Al inclinarse por la facción de los “científicos”, desplazar a los liberales y enemistarse con algunos sectores de la milicia, perdió contacto con sectores o grupos. De igual manera, el pacto con los gobernadores o poderes regionales lo obligo a desconocer su compromiso con los pueblos y los campesinos, y el pacto con los inversionistas, a desconocer las demandas obreras. Todo esto explica, la manera en que el presidente, tuvo que recurrir a una represión cada vez mayor.

En esta segunda etapa resulto cada vez más obvia la violación a la autonomía de los poderes legislativo y judicial. Pero de igual manera perdieron independencia los gobernadores de los estados, era clara una creciente intervención del centro en la política y en las economías de las regiones.

De forma paralela, se recrudeció el control y la represión de los opositores del régimen. Surgió una oposición política que una de sus varias formas de manifestarse fue en la prensa, como “el imparcial”, que se centró en la noticia y dejo de lado los editoriales de edición, logro multiplicar a los lectores y superar al tiraje de los antiguos diarios, gracias a su modernización. Pero también hubo periódicos no oficialistas, algunos siguieron el camino del “imparcial” hablando en la modernización que tenía este, pero otros que seguían imprimiendo poco y con maquinaria vieja. Pero todos tenían algo en común: publicaban notas criticando la política de Díaz, y en consecuencia, todos ellos fueron objeto de represión. Con frecuencia todos los colaboradores eran encarcelados.

El descontento también tomo diversos matices: manifestaciones callejeras, ataques a edificios públicos, saqueos o bandidaje, huelgas obreras o rebeliones agrarias. Y para reprimirlos, se usó la fuerza: fue esta la etapa en que cientos de hombres, mujeres y niños yaquis fueran deportados a campos agrarios en Oaxaca o Yucatán, y de la matanza de mineros en Cananea y Rio Blanco.

LA CULTURA.

En el porfiriato existieron varias maneras de entender a

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