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Ensayo acerca de El Aborto

Enviado por   •  4 de Enero de 2018  •  1.678 Palabras (7 Páginas)  •  612 Visitas

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En China, al existir leyes que imponen un límite a la cantidad de hijos que el Estado permite tener a una familia, la temprana jubilación de la clase obrera y de mejores oportunidades económicas y laborales para hombres, la detección temprana del sexo del nasciturus se ha vuelto un tema clave para las mismas. Al necesitar un hijo que pudiese ayudarlos a mantener la economía del hogar luego de la jubilación, les es evidentemente más conveniente ser padres de un hijo, y no de una hija. Esto se refleja en estudios que indican una disminución en la proporción hombres-mujeres de menos de 20 años, sumado a un “dificultades” en familias que sí deciden dar a luz a una mujer.[7]

Para los esclavos negros, por su parte, distinto no fue el caso. Era posible adquirir en el mercado un “negro” que, acorde a ciertos parámetros de altura, contextura, tamaño de manos y habilidades físicas pudiese ejecutar una u otra labor. Era posible azotarlos y castigarlos si era necesario, y sus derechos equivalían casi a los de un animal. En el fondo eran seres humanos, aunque no personas.

Ahora bien, considerando que todo ser humano es persona, debe ser señalado también que esas personas, su dignidad y sus derechos nunca dependerán de circunstancia alguna, puesto que la accidentalidad no afecta al hecho de que existan derechos inherentes a la naturaleza misma del hombre y, por tanto, no pueden ser desligados del ser humano.

Cuando se afirma, por ende, que es posible eliminar a un no-nato, sea cual sea su condición o la circunstancia que le rodee, se cae en un grave error. Al hacerlo, se está aprobando directa y explícitamente el “derecho” a asesinar a un no-nacido.

Mantener con firmeza la posición de que nadie tiene derecho a matar a nadie, y mucho menos a un inocente, es labor difícil, aunque no imposible.

Sólo un ser superior pudiese estar en condiciones de coartar, condicionar o limitar la existencia de un inferior. Como en el caso de la gallina, sólo un ser superior al hombre pudiese tener “derecho” a disponer de los derechos del mismo. Ésta dificultad por defender la señalada posición, entonces, nada tiene que ver con el fondo del asunto, debido que el derecho a la vida, inherente al ser humano mismo y, por tanto, no es manejable por nadie más que la naturaleza misma. Cualquier intervención sobre la vida atenta, entonces, contra la naturaleza misma, debido que las personas al no poder ser superiores a ellas mismas ni a sus pares, no tienen ni deben tener posibilidad alguna de limitar a otras de manera tal que no atente contra la ley, ética, moral o verdad. Porque la libertad de un individuo termina cuando empieza la libertad de otro, nunca será admisible siquiera la opción de intervenir en otros.

Ahora bien, dificultades surgen cuando, cual legítima defensa personal, se plantean casos que pudiesen avalar la aparente recta intención de generar un aborto terapéutico.

De presentarse el caso un embarazo anencefálico (ausencia de masa cerebral), en el que se sabe el niño o morirá antes de nacer o, en el mejor de los casos, su esperanza de vida no pudiese superar horas o días. ¿Qué hacer? Muchos plantean que debiese intervenirse el embarazo de manera tal que se eviten tanto el trauma que pudiese generarse en la madre por dar a luz a un niño que de todos modos no sobrevivirá, como el sufrimiento del niño mismo. Es una posición bastante entendible por el dolor que conlleva, aunque no por ello más justa.

En tal caso, el curso natural y, por tanto, bueno, es o bien no intervenir en el embarazo, o bien crear las condiciones para que se genere un parto prematuro con la intención de poner todas las herramientas médicas posibles a disposición de la supervivencia del recién nacido, de existir altos riesgos para la salud de la madre en un parto normal. También han de ser, sin duda, mejor opción los cuidados paliativos perinatales.[8]

Por otra parte, cuando la enfermedad aqueja a vida de la madre, el hijo, o ambos, muchas veces se plantea la muerte del niño como el primer paso en el tratamiento de la misma. En estos casos, en vez de ofrecer aborto terapéutico (terapéutico = sanar ≠matar), debiese ofrecerse tratamientos que ofrezcan curar de la enfermedad a la madre y, en lo posible al hijo. De no ser posible lo segundo, generar posibilidades de tratamientos que pudiesen paliar los perjuicios generados por el de la madre y así resguardar ambas vidas. Ahora bien, si como consecuencia indeseada y no buscada muriese el niño, al igual que en el caso de la legítima defensa, al no ser la muerte el objeto mismo del acto (ni intención), es tan atenuante como para hacer inimputable al que lo “generó”. Éste es el principio de doble efecto, aplicado a diario en la ética médica.[9]

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