Etnoeducacion en Palmira

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Colombia existen 10’562.519 afrocolombianos, que representan el 26% de la población. Igualmente, la población indígena cuenta con 92 pueblos y una población de 701.860 habitantes. También encontramos a los “rom”, mejor conocidos como gitanos, quienes son aproximadamente unos 8.000 en todo el país. Es un número amplio, si tenemos en cuenta que representan en conjunto más de ¼ (una cuarta) parte de la población colombiana. Aun así, cuesta trabajo que muchos de nosotros mencionemos al menos 5 de las poblaciones indígenas presentes en nuestro territorio y, mucho menos, que digamos cuales son las características que los destacan.

En un esfuerzo por fomentar la etnoeducación en la formación escolar, con el fin que los colombianos conozcamos más a fondo los aportes que estos grupos han hecho a nuestra nacionalidad, el Ministerio de Educación ha impulsado estrategias que permitan su implementación y aplicación, ya que ésta no es expresada en los currículos.

A finales de los años 90, el MEN realizó una premiación a quienes tuvieran en cuenta estas políticas en la creación de su PEI, con la firme intención de verse reflejadas en los contenidos, métodos y procedimientos de enseñanza.

Considero importante mencionar que me he encontrado con una institución que fomenta y trabaja por la etnoeducación en el municipio. Se trata de la Institución Educativa MARÍA ANTONIA PENAGOS, en donde el respeto y la igualdad se han convertido en los pilares formativos de sus estudiantes. Dentro de las temáticas que desarrollan en la institución están la legislación étnica (marco legal), historia, territorio y contexto, organización social y cultura. A través de un arduo trabajo, han logrado impactar de manera positiva en el reconocimiento de la igualdad hacia las comunidades afro-descendientes, rompiendo barreras que ellos mismos denominan de invisibilidad.

CONCLUSIÓN

Es importante concluir que la etnoeducación, más que convertirse en una asignatura que sea dada en muchas instituciones, llegue a ser una realidad impresa en las mentes y corazones de quienes habitamos en un país heterogéneo, donde la más grande riqueza está dada precisamente en la diferencia y variedad cultural.

La educación nace y se imparte desde los hogares. Es allí donde debemos comenzar a romper con los estigmas y creencias absurdas que durante largo tiempo hemos venido cultivando, ya sea por legado tradicional o por simples bromas o formas de expresión. Tal es el caso de aquellas respuestas que menosprecian y denigran de las culturas de nuestro o de cualquier país en el mundo. Cuando respondemos, por ejemplo, a ciertas circunstancias en las que de forma grotesca se manifiesta que “se le sale el indio” o simplemente decir, “mucho ordinario, parece negro”.

Considero además que existen grandes cantidades de acciones y formas de menospreciar y marginar, no solo por la diferencia racial o cultural, sino en formas de pensamiento, sexo, política, idioma e incluso limitaciones físicas. Nuestras ciudades ni siquiera están hechas para quienes con una limitación física, quieren desplazarse ni mucho menos ESTUDIAR.

“La igualdad tal vez sea un derecho, pero no hay poder humano que alcance jamás a convertirla en hecho”

Honoré