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GÉNERO Y CIENCIA

Enviado por   •  18 de Noviembre de 2017  •  3.930 Palabras (16 Páginas)  •  277 Visitas

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Principalmente, la educación universitaria surge en Europa medieval, y la Revolución Científica tuvo su auge en el siglo XVII por los aportes de Newton. En medio de este proceso se marginó aún más a las mujeres. Las principales razones de repudio eran que la mujer era la primera causa del pecado y de la expulsión del hombre del paraíso, al igual que la causa para la destrucción de la antigua ley, en si era una arma del demonio. Por estos motivos había evitar el comercio con ellas o introducirlas en el campo educativo, ya que cualquiera que lo hiciera sería severamente castigado. Con estos hechos, las mujeres oficialmente fueron aisladas de la formación académica (Muñoz, 1996, p. 4). Pero algunas mujeres persistentes trabajaron por su educación, y su consecuencia fue morir quemadas al ser acusadas de brujería, mientras que los hombres gozaban de todo reconocimiento. Otras optaron por disfrazarse de hombres para asistir a clases. Además, hay mencionar que las pocas mujeres que estudiaron en estas épocas pertenecían a clases pudientes, y se les recuerda más por su estatus social que por sus contribuciones científicas (Guil, 2008, p. 218).

Por otra parte, aunque no sean muy conocidas, las mujeres contribuyeron sustancialmente en el siglo XIX. Hay que considerar los trabajos presentados en 1826 por Mary Fairfax Somerville acerca de magnetismo. Igualmente, redacto textos sobre física, matemáticas, geografía y astronomía. De igual forma como puso interés por la ciencia, luchó por el derecho a la educación de la mujer. Alrededor de 1840, aparece la matemática inglesa Ada Lovelace, quien es considerada como la primera programadora, pues escribió los símbolos que serían empleados en la máquina analítica de Charles Babbage. Para 19847, la estadounidense Maria Mitchell descubrió un nuevo cometa, además de que prosiguió con las investigaciones en astronomía. Aparte de estas mujeres muchas más continuaron desplegando trabajos importantes en la ciencia (Bacarlett, 2004, pp. 2-4).

No obstante, la prohibición continuó hasta los principios del siglo XX. Aunque en gran parte los países con un mayor desarrollo económico y científico se iban abriendo pequeños espacios para las mujeres. Sin embargo, los sesgos culturales de la edad media todavía retumbaban. A esto se sumaba la filosofía cristiana con la premisa del sometimiento de la mujer, que era concebido por la naturaleza, en cambio al hombre se le había dotado de un mayor discernimiento. A pesar de aquello, las ideologías surgidas en el siglo XIX, promovían una reformulación en las relaciones entre los sexos. En algunos de los casos se buscaba cambiar el estado de sometimiento de la mujer, ya que se buscaba la libertad y la autonomía del ser humano. Empero, en occidente siendo la primera mitad del siglo y con el relativo desarrollo de la ciencia y la tecnología, hubo un mayor flujo en la producción de los instrumentos que ayudaban en el trabajo doméstico de la mujer. Pero también hubo mujeres que se introdujeron en campos como el de la ciencia, como Marie Currie que en 1903 recibió un Premio Nobel. Recibió su segundo premio en 1911 por sus contribuciones en Química con respecto a la radiactividad (Guil, 2008, p, 219).

Igualmente, en Estados Unidos se promovió la ayuda para las instituciones educativas femeninas y oportunidades para que las jóvenes puedan educarse a nivel universitario. Por lo cual en 1925 Cecilia Payne-Gaposchkin fue la primera en obtener el Doctorado en astronomía, otorgado por la Universidad de Harvard. Posteriormente hizo muchos estudios sobre la constitución y la interacción de las estrellas en el espacio. Consecutivamente, muchas otras mujeres demostraron sus capacidades en varios campos, pero el machismo ha ido obstruyendo y limitando sus carreras, muchas de las veces dejándoles sin reconocimiento alguno como el caso de Rosalind Franklin. Ella gracias a sus estudios en cristalografía permitió detallar las estructuras del grafito, el carbón, el ADN y los virus. Por medio de su trabajo Watson y Crick modelaron la cadena de doble hélice del ADN en 1953, y posteriormente obtuvieron un premio Nobel (Muñoz, 1996, p. 12

Para mediados del siglo XX, en Occidente la mujer ya había dado un paso bastante relevante, puesto que le había sido otorgado el derecho al voto. Aunque esto no este implícitamente relacionado con la ciencia, en cierto modo le dio autonomía. Asimismo, el trabajo que había venido desempeñando el movimiento feminista por la búsqueda de la igualdad entre los hombres y mujeres se llega a considerar como el único medio para lograr el tan ansiado proyecto, perseguido desde la Revolución Francesa (De Miguel, 2010, pp. 3-4). Igualmente, no hay duda que se buscaba impactar en todas las áreas como la de la ciencia, a la cual la mayoría de quienes se dedicaron y se han dedicado son hombres. Así que se toma como normal el dominio histórico intelectual masculino. A su vez, el pensamiento científico es tomado por el público como un pensamiento masculino. Igualmente se puede observar que la gran proporción de la población científica es masculina, por lo cual es tomada como una de las atribuciones innatas. Aquello se vio reflejado en 1967, cuando Jocelyn Bell Burnell descubrió la primera radio púlsar. Unos pocos años más tarde, en 1974 se le otorgó el Premio Nobel de Física a Anthony Hewish, su supervisor. Esta es una de las tantas situaciones en las que la mujer fue dejada de lado a pesar de sus logros (Muñoz, 1996, p. 13).

A pesar de que este contexto se sitúa más allá de la segunda mitad del siglo XX, hay que considerar como se manifestaba la ciencia en aquel entonces. Anteriormente, se había dicho que a la mujer le faltaba una mente brillante, fuerza y rigor para dedicarse a la investigación científica. Pero estas alusiones llegan a considerarse a partir de este punto, ya que el movimiento femenino ha declarado como ofensivas estos calificativos hacia la mujer. Al mismo tiempo, la sociedad en general ha considerado que la masculinidad esta intrínsecamente relacionada con el pensamiento científico. También es común escuchar las expresiones que son empleadas para referirse a la ciencia. Las mismas personas suelen apodarlas de duras a las ciencias objetivas, muy contrarias a las subjetivas, que son las blandas. Al definirlas de este modo, implícitamente se expresa que una metáfora de la sexualidad que viene desde siglos atrás, donde lo duro es lo masculino e implica acción y hechos. Por otra parte, lo femenino es lo blando, lo sentimental y lo apacible, reafirmándose las dicotomías preestablecidas (Le Doeuff, 1993, pp.42-43)

Por lo anterior, a lo largo de estas décadas se decía que la mujer que ha cambiado de pensamiento y ha llegado a razonar científica y objetivamente, está pensando

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