Huesos de lagartija, es un libro de Federico Navarrete

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Cuetzpalómitl narra cómo durante esa fecha se enteraron de la llegada de unos seres extraños que había llegado a lo que ahora es Veracruz causando gran conmoción pues se llegaba a pensar que eran dioses, a la par sucedían cosas extrañas nunca antes vistas que muchos presagiaban como malos augurios. Él emperador Moctezuma mando a mensajeros para conocer a estos seres extraños, y las noticias que llevaron no fueron nada alentadoras, pues los describían como seres muy poderosos grandes y temibles, algunos tenían cuerpos de venados pero más grandes fuertes, veloces y ruidosos, y con cara y hombre, tenían poderosas armas mágicas, una ella hizo desaparecer un árbol con un estruendo como trueno muy fuerte, estos extraños iban acompañados por una mujer en particular que hablaba el idioma de los mexicas lo cual les sorprendió mucho, está noticia alarmo mucho al emperador Moctezuma y al pueblo en toda Tenochtitlan.

Con forme pasaba el tiempo recibían noticias nuevas de los extraños, el miedo reinaba en Tenochtitlan pues no sabían si de verdad eran dioses, pasada la fecha de recoger la siembra llegaron noticias de que habían llegado a Tlaxcala, ahí los esperaban los tlaxcaltecas listo para la guerra pues eran unos grandes guerreros que ni los mexicas habían podido vencerlos, algunos pensaban que los tlaxcaltecas los derrotarían pero al enterarse que los extraños habían ganado la guerra matando a muchos tlaxcaltecas y ninguno de ellos extraños había muerto, y como ese gran pueblo se había rendido y entregado para rendir ayuda en lo que los extraños necesitasen. Luego de eso otra terrible noticia llego a Tenochtitlan, los extraños y sus nuevo amigos tlaxcaltecas habían atacado la cuidad de Cholula, a pesar de a verlos recibido en paz y abierto sus puertas los extraños los encerraron en el templo de Quetzalcóatl matando a traición a todos adentro, hombres, mujeres, ancianos y niños, no podían comprender como es que su dios Quetzalcóatl no los había protegido; el miedo se apodero de nuevo de la cuidad de Tenochtitlan pues sabían que se dirigían a su cuidad, algunos pensaban en combatir a los intrusos que se acercaban a su cuidad y otros pensaban recibirlos de paz pues aún creían que eran dioses y debían obedecerlos, las ideas estaban muy divididas y no sabían que hacer, así que esperaban la respuesta de su emperador Moctezuma, esté a su vez no sabía cómo recibirlos y aunque pedía el consejo de los ancianos, su consejo personal y los sacerdotes éstos no eran de mucha ayuda pues nunca se habían topado ni escuchado algo similar.

Luego de que los sacerdotes ayunaran durante días dieron una solución que no a muchos les pareció la mejor, pues era recibir de paz a los extraños, dijeron que no podíamos arriesgarnos a hacer la guerra pues eran muy poderosos y podían matar a todos incluyendo mujeres y niños como en Cholula, y no nos podíamos arriesgar a eso pues teníamos un deber con nuestros dioses y si no estábamos para servirlos entonces ellos nos abandonarían y entonces si todo estaría perdido, y así fue como Moctezuma dio la orden de que todos los recibiríamos de paz, aunque muchos guerreros no estaban de acuerdo como Cuahuitlícac mi hermano quien decía que podíamos vencer a los extraños y demostrar de nuevo que éramos el pueblo más poderoso; pero todos obedecimos a nuestro Tlatoani.

Los extraños se fueron abriendo camino hasta llegar al lago cerca de nuestra casa donde los otros pueblos como los chalcas los recibían con regalos y comida y los alojaban como grandes señores, todos se iban rindiendo a ellos y ofrecían su ayuda en todo, sabíamos que venían por nosotros y sus aliados estaban contentos por ello, pues siempre nos habían aborrecido y querían destruirnos desde que éramos el pueblo más pobre y ahora aún más al ser poderosos, sabíamos que no podríamos pelear con los extraños y con nuestros enemigos juntos pues a pesar de ser valientes y fuertes ellos tenían armas mágicas capas de desaparecer hombres en un abrir y cerrar de ojos.