INFANCIA: REPRESENTACIÓN SOCIAL A TRAVÉS DE LA HISTORIA
Enviado por Ledesma • 20 de Noviembre de 2017 • 3.278 Palabras (14 Páginas) • 532 Visitas
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Otros autores en los siglos XVIII Y XIX como Rosseau, Kant, Pestalozzi y Froebel, trabajaron exhaustivamente en cómo debía darse la educación al niño. Rosseau en su obra el Emilio, parte de la naturaleza como elemento primordial en la educación del menor a tal punto de afirmar que el hombre criado por el hombre era inferior al criado por la naturaleza. La naturaleza dota al niño de condiciones adecuadas para su desarrollo y por tanto no es estrictamente necesaria la orientación del adulto.
Kant en el tratado de Pedagogía enfatiza en dos elementos esenciales para la educación de los niños como son la instrucción y la disciplina; ; Pestalozzi propone una educación para la infancia marginada y Froebel, estudioso del comportamiento infantil, resalta la importancia del Kindergarten (jardín infantil), como aquel espacio que brinda al niño la posibilidad de integrar la naturaleza y la sociedad, donde aprende a través del juego, inventa, construye y se expresa correctamente al igual desarrolla valores solidarios hacia los compañeros.
La infancia tiene un redimensionamiento especial en el siglo XVIII, cuando surgen disciplinas como la pediatría, se conforman grupos sociales protectores del niño, se observa mayor preocupación por parte de los padres en la crianza de sus hijos, disminución en los índices de mortalidad a temprana edad, en pocas palabras como lo afirma L. de Mause esta etapa se denomina como: ”la intrusión de la infancia en el mundo adulto” [4]
“La afectividad, según Gélis, es un elemento a tener en cuenta, respecto al nuevo modelo de niño que surge en la modernidad. Por ejemplo, señala respecto a èsto, los textos que refieren a que el niño es más “despierto y maduro”.
Con la reivindicación de la humanidad tangible en la modernidad, una nueva representación social de infancia se abrió paso sobre los aportes de la puericultura, la pediatría, la pedagogía y la psicología, exaltando la importancia del afecto en la relación adulto - niño, generando acciones para su protección y otorgando un papel central a la institución educativa en la formación del menor.
El siglo XX, tiene un significado específico en el reconocimiento del niño; en las primeras décadas de esta centuria se trabaja en el desarrollo de modelos adecuados a los niños y sus necesidades de aprendizaje (diferentes a las del adulto), como por ejemplo las propuestas de Montessori y Decroly, médicos que hicieron expresa su preocupación por los niños con discapacidad, la primera desarrolla un modelo en el que la libertad y el respeto son la esencia para favorecer el desarrollo como persona completa; el segundo determina un modelo basado en centros de interés para el niño.
Igualmente se expresa una alta preocupación por el trabajo en la en la disminución de problemas de salud infantiles en la escuela, enfoque que junto al de muchos psicólogos, pedagogos y médicos aportan al redescubrimiento de la infancia y del niño como eje particular y esencial de la sociedad, algunos de ellos son: Freud, Piaget, Vigostky, Chomsky, quienes sin lugar a duda contribuyeron a disminuir los índices de indiferencia y maltrato a los que se sometía el menor en las diferentes culturas y momentos históricos.
La segunda mitad del siglo XX, después de las catástrofes ocurridas en las dos guerras mundiales, en las que los menores sufrieron graves consecuencias, la sociedad mundial empezó un movimiento de reconocimiento del niño como sujeto de derechos, se traza una legislación a favor de la infancia que va apropiándose en cada estado, con el propósito de garantizar condiciones físicas, emocionales y educativas favorables para el desarrollo de potencialidades y calidad de vida humana.
En general puede resumirse la historia de la infancia como lo propone Aries, Philippe (1996), a través de tres identidades: la primera El niño como adulto o la infancia negada en que se le concebía al menor como “ perteneciente a la sociedad de los adultos y no se le distinguía de ellos”[5]; la segunda el hijo como alumno o Infancia institucionalizada, aquí se le reconoce al niño alguna singularidad frente al adulto pero no puede existir sino en la relación “mi, tu, nuestro, su niño; es decir dentro de una estrecha privatización de relaciones y de definiciones”, su ubicación en el mundo se da en la relación de propiedad (por se hijo) y aislamiento (al ser alumno); la última identidad El niño como sujeto de derechos o Infancia reencontrada en la que se reconoce la singularidad de la etapa que atraviesa todo ser humano.
En el contexto colombiano las representaciones sociales de infancia no distan de lo ocurrido en Europa, pues los padres, maestros y clérigos aparecen como la unidad educadora en el siglo XIX; era una etapa concebida como de imperfección y maleabilidad, los textos de esa época demuestran que el niño se concebía como ángel o demonio, igualmente Muñoz y Pachón (1996) afirman que en los escritos de esa época la infancia se debatió entre concepciones religiosa, moral, militar, social al igual que desde perspectivas educativas, sanitarias, laborales y psicológicas.
"lo demoníaco y lo divino fue reemplazado por una referencia directa a las cualidades del niño que había que estimular y a un reconocimiento de la vida emocional del bebé. Los conceptos de pecado y maldad innata se cambiaron por una referencia a los problemas del comportamiento y a las dificultades en el desarrollo de la personalidad, debidas a la intervención inadecuada del ambiente... La inteligencia ya no era un bien dado sino algo susceptible de desarrollarse. La imaginación no era mal hábito, sino una cualidad que había que ampliar y darle campo libre. Las fantasías y los sueños de los niños no eran algo que debía combatirse, sino formas útiles de comprensión del mundo. La curiosidad no debía evitarse, era una cualidad deseable y fomentable. La explotación del mundo y de sí mismo era algo que había que ayudarles a desarrollar. El juego no era tiempo perdido, sino una actividad que debía utilizarse permanentemente en la educación y en la formación de hábitos»[6]
En general en Colombia se evidencia desde la perspectiva pedagógica y educativa (siglo XX) tres momentos: el primero derivado del naturalismo pedagógico en el que se evita el contacto a corta edad con la vida social (sustentado en los mitos del libertarismo y permisivismo); el segundo obedece a la escolarización del menor en el que se formula un sistema de atención a la infancia tanto educativo como asistencialista y por último con el desarrollo de la psicología, la pedagogía y la pediatría se genera la base para el estudio de la conducta infantil y por consiguiente la organización de ambientes
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