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LA HISTORIA DE MARTINA Y TALVEZ

Enviado por   •  29 de Octubre de 2018  •  2.086 Palabras (9 Páginas)  •  271 Visitas

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Gabriela y el abuelito se miraron: tanta sencillez, ingenuidad, tenía razón Martina?

- Oye, mi reina – intentó explicarle al abuelito- puede pasar algo grave en tu cuerpito. El centavo podría quedarse parado en el tubo digestivo, dañarte el estómago o el intestino, en el hospital te van a hacer una radiografía y van a decidir que hacer. Me entiendes, querida? No te preocupes, vamos a solucionar todo.

- Pero no, Tal vez es mi amigo y no va a hacerme ningún daño. Él sólo quiere estar en paz, no entienden?

- -Si, entendemos, pero vamos, los doctores te cuidarán.

Martina se dio cuenta que no valía la pena insistir. Esos adultos no podían entender, que sabían ellos de Tal vez, de su historia, de sus aventuras, de la amistad profunda entre ellos? Decidió colaborar para poner lo más pronto la palabra fin a todo, arrepintiéndose de haber contado todo a su mamá, que por una vez no había sabido comprenderla.

Al hospital les atendieron en seguida: una niña que traga un centavo es una urgencia, decían, y enfermeras y médicos se movían rápidos alrededor de Martina.

Gabriela y el abuelito esperaban en la sala de espera, nerviosos; la mamá se reprochaba de no haber controlado lo suficiente su hijita, pero quien podía imaginarse algo parecido…

Pasaron veinte minutos largos, tensos, hasta que un joven doctor se acercó con una gran sonrisa:

-Todo bien, señores, el centavo ya está en los intestinos, no hay que preocuparse! La próxima vez cuiden la niña de mejor manera. Hasta luego, pueden regresar a su casa con ella.

Una enfermera se acercó teniendo Martina por la mano:

- Bueno, señores, aquí está la niña traviesa, una buena noche, adiós.

Martina no entendió porque la mamá y el abuelito agradecieron tanto la señora: estaba segura de que se trataba de una bruja disfrazada de enfermera, además ella no era una niña traviesa y no había hecho nada malo. Una vez más se convenció que los adultos no saben nada de la vida ni de las amistades. En la oscuridad del asiento trasero del carro, puso su mano derecha sobre su ombligo y murmuró:

-No te preocupes, Tal vez, aquí estas seguro, chiquito!

Y cayó dormida, después de tantas emociones.

Mientras tanto, Tal vez había vivido momentos de gran preocupación. De la boca se había caído en la garganta, había abierto una puertita y había llegado en una especie de funda llena de jugo de tomate de árbol, trocitos de arroz y carne que se movían con rapidez y de allí había empezado un largo viaje en una tubería estrecha, sacudido por todo lado hasta que vio la luz del día un instante solamente y cayó en el agua. Pero su aventura no se acabó. Empujado por una fuerte corriente, continuó su extraño viaje en una oscuridad que le daba escalofríos, perdió el sentido del tiempo y pensó que lo mejor que podía hacer era hacerse sorprender y no preocuparse. Se puso a pensar en Martinita, su gran amiga, en sus rizos, en su sonrisa, y cayó en un sonio tranquilo, cómo si estuviese tumbado en una mecedora. Cuando se despertó, no tenía la mínima idea de cuanto tiempo había transcurrido. Abrió sus ojos y...qué sorpresa!

Peces de todos los colores, grandes y pequeños, lo estaban mirando con curiosidad:

- Hola, chiquito, de donde vienes? Cómo llegaste aquí? Cómo te llamas? Qué haces solito en este mar tan grande?

- Hola, vengo de una ciudad con muchos habitantes llamada Quito, en el medio de los Andes, muy lejos . No sé en qué manera llegué hasta aquí, quería quedarme con una amiga encantadora, Martina, pero pasó algo raro, unas fuerzas desconocidas me empujaron y después de un largo viaje ahora aquí me encuentro. Mi nombre es Talvez y no tengo idea de donde estoy.

- Estas en el Océano Pacifico, un mar tranquilo, con agua salada, ballenas, delfines, tortugas, peces de todo tipo y tamaño. Si quieres, puedes quedarte con nosotros, te vamos a cuidar y te contaremos un montón de historias de piratas, una más divertida que la otra. Qué te parece?

Tal vez se quedó mudo largo rato. No quería engañar a Martina. Ella estaba convencida que su amigo estaba al seguro cerca de su ombligo… Tenía que regresar pronto a la casa de su gran amiga, pero no conocía ni la dirección, ni el camino y no sabía que hacer, no podía tomar una decisión. Quien sabe donde estaban sus hermanos que seguramente lo hubieran aconsejado de la mejor manera. Mientras estaba pensativo y triste, se le acercó un pez de grandes dimensiones, con la cara muy arrugada, que parecía gozar de mucho respeto entre la variedad de la población marina del Océano Pacifico.

- Hola, Tal vez, no te preocupes. Yo he vivido muchísimos años, conozco la vida y en tu carita puedo leer todas las angustias que tienes. El océano es inmenso, tu eres chiquito y va a ser imposible para ti volver a la casa de tu amiguita. Pero escúchame bien: en cualquier lugar del mundo te encuentres, vas a estar siempre cerca de ella porque las amistades verdaderas no se pierden ni por la distancia, ni por la lejanía, nunca se acaban. Puedes quedarte aquí con nosotros, vamos a ser tu familia, tus hermanos, tus amigos y a compartir todo lo bueno y lo malo de la vida.

Tal vez había escuchado las palabras del viejo pez con mucha atención: qué sabio era, qué buen consejo acababa de darle! No dudó ni un minuto en seguir su consejo y, cómo estaba agotado de tantos acontecimientos, cerró sus ojos, se dejó caer en las aletas laterales del viejo pez y cayó dormido. Soñó con estar con Martina, en su cuarto, dibujando, coloreando figuritas, viendo televisión, tomando jugo de tomate de árbol, comiendo arrocito , conversando, cantando y riéndose como nunca le había pasado.

Martina también se acostó y el día siguiente le contó a su mamá que había hecho un sueño muy raro: su amigo Tal vez ya no estaba cerca de su ombligo, vivía en el fondo del mar, con un viejo pez cómo papá y un montón de peces coloreados cómo hermanos. Martina se sintió feliz.

ECA agosto 2012

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