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La Revolución mexicana, según Alan Knight

Enviado por   •  5 de Octubre de 2017  •  5.883 Palabras (24 Páginas)  •  602 Visitas

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síntesis. Esto se puede hacer de una manera muy sencilla; por ejemplo, yo pienso que algunas interpretaciones de John Hart son un poco del estilo de que para hacer su síntesis presentó una imagen algo sencilla de la revolución, muy xenofóbica, muy anti-Estados Unidos, pero en donde este país es un factor muy determinante. Yo no comparto esa opinión.

Otro aspecto es que los historiadores más jóvenes han avanzado en sus intereses; es decir, hoy la revolución, especialmente la armada, no está tan de moda. La mayoría de los jóvenes que conozco, tanto en México como en Estados Unidos, están más interesados en las cuestiones culturales: ha habido un aumento en los estudios de los conflictos Estado-Iglesia y sobre la educación socialista, por ejemplo; pero también hay más interés en el periodo más reciente, sobre asuntos como el PRI, la contracultura y los estudiantes del 68, que ahora son los temas de investigación de doctorado.

Entonces creo que, lógicamente, la frontera historiográfica avanza cada tanto, y hoy quizás la revolución no es el gran reto historiográfico como lo fue hace 30 o 40 años.

AR: Buena parte de su obra, como se puede ver en La Revolución mexicana y en Repensar la Revolución mexicana, está hecha en abierta polémica con lo que usted llama el revisionismo histórico. ¿Qué méritos le reconoce a esta corriente historiográfica?

AK: Yo creo que eso fue un poco en mi juventud irresponsable; estaba de turco joven y quería hacer mis opiniones. Quizás hoy en día sea más maduro, un poco más relajado.

Considero que el debate sí es importante; quizás un poco de polémica ayuda a salpicar el debate, porque creo que, como muchas otras disciplinas, sin debate la historia es menos interesante. Obviamente, siempre hay diferentes opiniones y hay que expresarlas.

Me llama la atención, por ejemplo, que en Estados Unidos (trabajé varios años allá) hay una suerte de ambiente profesional muy cortés, donde nadie quiere criticar a nadie abiertamente. En Inglaterra es otro el ambiente: tenemos una tradición de debate, de pelear en público, pero sin rencores personales; después podemos ir a la taberna para compartir una cerveza.

En México también hay más tradición de debate, y ha habido muchos sobre la revolución y otros temas. Yo creo que realmente la historiografía lo necesita para aclarar las posiciones, saber cómo y dónde los historiadores discrepan porque con esto hay un poco de avance historiográfico. Un poco de polémica quizá ayuda porque es entretenida.

AR: Pero ¿cuáles han sido los aportes de los revisionistas al estudio de la revolución?

AK: Ellos siempre han pensado en el porqué de las corrientes historiográficas; obviamente, una cosa es tratar de entender la historia y otra cosa entender por qué en un momento dado hay una nueva interpretación. Puede ser que alguien haya descubierto un nuevo archivo, pero normalmente no tiene tanto que ver con eso sino más bien con que debido al ambiente contemporáneo la gente está pensando diferente y hay nuevas preguntas.

Creo que probablemente la gran ola revisionista, que más o menos observo de los años setenta en adelante, tiene que ver con cierto desprestigio del sistema político en México. El hecho de que el PRI en esos años estaba pasando, con Luis Echeverría y después con José López Portillo, muchos problemas con la inflación y con las crisis, generó cierta falta de legitimidad. Entonces la gente, lógicamente, pensó que todo ese sistema estaba podrido, y entonces lo estaban también el PRI y la revolución.

Considero que hubo una tendencia a cuestionar la revolución, lo cual fue muy bueno porque en muchas cosas que los revisionistas dicen tienen razón: que no hubo una sola revolución sino muchas, y toda la obra regional que mencionamos fue muy positiva. Pero fue una tendencia para ir más allá: la revolución en armas fue violencia, oportunismo y corrupción. Es decir, fue como si el PRI fuera el heredero lógico y natural de la revolución. Para mí el partido fue corrupto, pero el México del PRI no fue el de la revolución: los priistas no fueron los revolucionarios sino que hubo muchos cambios a través de muchas décadas.

Entonces yo creo que fue probablemente el ambiente político de ese entonces el que provocó ese cuestionamiento, que es bueno, pero también cierto exagerado repudio de la revolución como un factor positivo en la historia de México.

AR: Buena parte de ese revisionismo histórico estaba justamente enderezado contra una de las versiones más difundidas de la Revolución mexicana que era la de Frank Tannenbaum, la cual usted recupera y defiende, por ejemplo, en su artículo sobre la importancia sobre la gran hacienda. ¿Por qué recuperarla cuando parecía que ya estaba superada?

AK: Recientemente he leído mucho de Tannenbaum para un coloquio. Pienso que su obra inicial fue muy buena; él vino a México a principios de 1920, viajó por todos lados y recogió mucha información. Su primer libro sobre México, que fue su tesis de doctorado,The Mexican Agrarian Revolution, tiene muchos datos buenos e incluso destaca su argumento de que la revolución fue campesina, rural, de gente bastante anónima, que no había ningún partido hegemónico y que fue muy descentralizada. En cierto sentido estaba anticipando las muchas revoluciones o la revolución en las regiones. Todo eso se ve en el Tannenbaum temprano.

Después Tannenbaum se volvió mucho más, no diría conservador, sino más asociado con el régimen, mucho más apologista. Creo que hubo líderes mexicanos, como Cárdenas, que fueron muy inteligentes en su manera de manipularlo. En sus trabajos de los años sesenta, por ejemplo Peace by Revolution y otros, estuvo diciendo cosas como que el régimen de Miguel Alemán fue muy progresista. Incluso más tarde en ese periodo sus escritos sobre América Latina fueron un poco afectados por la Guerra Fría.

Si nos enfocamos en las obras iniciales de Tannenbaum de los años veinte, cuando era un testigo, yo creo que son bastante útiles y tienen cierta verdad en cuanto a la revolución popular, agraria, campesina; después, para mí comenzó a perder su pista.

AR: Ahora quisiera ir por esta vertiente: ha habido muchos buenos trabajos de historia regional, de microhistoria (varios de los cuales usted recuperó en su libro); allí ponían el acento los revisionistas que señalaban que parecían pequeñas rebeliones en diversas partes de la República, desconectadas entre sí. ¿Cómo pudo usted, a partir de esta gran diversidad de historias locales, construir una historia nacional?

AK: Es un gran reto porque hay que respetar todas las variaciones, pero al mismo tiempo no hay que caer en

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