La ciencia como una muleta para el conocimiento de lo propiamente humano

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No por ello estamos soslayando a las grandes mentes que en épocas anteriores nos heredaron grandes aportaciones, por el contrario, si hemos llegado hasta donde hoy nos encontramos en todos los sentidos como especie humana es gracias a la herencia de la cual provenimos; pero si es una vergüenza que no hagamos buen uso de las técnicas antes descubiertas ya que resulta muy lamentable el hecho de haber logrado tener un dominio en la manera de obtener alimentos que provean los nutrimentos necesarios para el óptimo desempeño del cuerpo, y se excedan de los límites permitidos, generando enfermedades de obesidad o la otra cara de la moneda, existan lugares en donde las personas se mueran de hambre, acoso hay concordancia en esos fenómenos, cierto es que la tasa de mortalidad ha disminuido, pues hoy los avances médicos así lo permiten pero nuevamente rezumba en el aire la sobrepoblación.

El hombre parece haber encontrado la manera de vivir holgadamente gracias a la invención de una serie de métodos (técnica) que permiten sostener sus necesidades, pero qué sucede cuando la técnica no se analiza y esta trae consigo daños colaterales, esto es, actos que modifican o alteran la naturaleza logrando que en ella haya lo que no hay. La ciencia cuya misión es resolver al hombre problemas se le ha convertido de pronto en un nuevo y gigantesco problema, el cual no mejorara a menos que él empiece a tener una nueva representación de la naturaleza afianzada en el respeto y también se tenga una humanización que este rehabilitada no solo en el conocimiento científico o epistemológico sino también ética y antropológicamente.

Se tiene que acabar ese ayuno en el que se encuentra el hombre y vuelva a tener hambre y sed de ideas claras y distintas sobre las cosas importantes para tener un conocimiento que sepa ir más allá de una visión simplificadora y utilitarista de las cosas. Dialogar y aceptar la complejidad inmanente del mundo, ya que el hombre actual no sabe qué es lo que realmente le falta para tener la premisa de su propia vida, obviamente esto parece ir por el sendero de la utopía, pero finalmente las utopías sirven para avanzar, es el faro que muestra a los hombres el camino para que no se pierdan ante lo inmenso y oscuro de lo desconocido. Lo que no hay ahora y en este lugar tendrá que encontrarse mañana en otro lugar.

Como se ha podido observar en la reflexión aquí desarrollada se ha redundado en algunas cosas que todos conocemos, por lo que probablemente no hallamos avanzado demasiado, pero cuando menos no está de más, señalar para no olvidar.

Referencias

Ortega y Gasset, José. «Mediación de la técnica.» Revista de Occidente, 1970: 1-37.