La escena más trágica de Miguel Littin
Enviado por tomas • 11 de Enero de 2018 • 1.297 Palabras (6 Páginas) • 347 Visitas
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Estaba solo, se fueron. De pronto irrumpió el ejército. Grandes cantidades de soldados que rodearon Chilefilms, pusieron ametralladoras a metros de la puerta. Luego de observar unos instantes, entraron cerca de treinta soldados al mando de un teniente y un sargento.
Miguel, silenciado por el temor, fue apresado y conducido hacia un muro junto con otras personas que provenían de distintos lugares, todas mayores que él, que tenía 31 años.
Contra el muro y con las manos en alto, de pronto sintió que les disparaban, y un gran dolor de cabeza lo invadió. Pensó que estaba muerto. Al mirar a su lado vio a un hombre caído en el suelo.
-¡Vuélvanse! –gritó el oficial.
Se dieron vuelta y Miguel tuvo una sensación de ternura cuando vio que había una serie de soldados menores de 20 que apuntaban hacia ellos tiritándole el fusil. El hombre que había caído, lo había hecho por temor. Estaba vivo.
-Por favor, por favor no se muevan –decían los soldados– porque si no, les vamos a tener que volar la cabeza.
Aquellos soldados que tiritaban con las armas en las manos eran de Los Andes, los habían sacado muy temprano de sus cuarteles. Cuando se fue el oficial, Miguel les preguntó qué hacían ahí. No sabían. Ellos le contaron que no habían tomado ni una taza de té en todo el día. Tenían mucha hambre y mucho miedo. Uno de los soldados preguntaba:
-Qué está pasando, qué está pasando. Contra quién estamos.
Luego de eso los detenidos recibieron algunos golpes, puntapiés y patadas en el suelo.
Llegaban camiones e iban identificando a la gente. A algunos los subían arriba y los llevaban al Estadio Nacional. Cuando tocó la identificación de Miguel Littin, uno de los sargentos, que tenía la cara redonda y los ojos hundidos como un cráter, gritó:
-¡No, no, no! Si este señor no tiene nada que ver en esto, él vino a presentar un reclamo porque su automóvil lo hicieron pedazos unos vecinos en la esquina.
Miguel vaciló al momento de irse porque conocía la ley de fuga: te piden que te retires y mientras corres te disparan. Nervioso e indeciso, le preguntó al sargento varias veces si estaba seguro de lo que decía.
-¡Váyase, váyase por la chucha! –repitió el sargento, al que nunca más volvió a ver.
Entonces Miguel se dio media vuelta y se fue caminando lentamente. De repente vio a su esposa, que estaba dando vueltas en auto, y apuró su marcha cuando se encontraron las miradas. Se subió al vehículo, agitado, con la mirada perdida, todavía no entendía lo que había pasado. Le preguntó cómo lo había encontrado.
-Me fueron a avisar a mi casa que te habían matado y vine aquí –contaba Elizabeth–. Me encontré con un sargento –el mismo que le dio libertad a Miguel– que me dijo ‘siga dando vueltas, siga dando vueltas’.
Durante las semanas siguientes, Miguel Littin fue de casa en casa escondiéndose porque lo buscaban como un sujeto peligroso. Muchas veces invadieron su casa y le pusieron la metralleta a sus hijos pequeños en la cabeza. Miguel no podía soportar mucho más tiempo con esa presión y amargura, y tampoco los que lo recibían. Sentía que realmente estaba molestando y angustiando a esa gente, por lo que con un grupo de amigos hicieron una caravana hasta la embajada de México. Ahí hizo las gestiones para viajar a dicho país, dejando atrás esa escena oscura y comenzando, en otro escenario, una vida nueva.
Fuente documental:
http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-92405.html (Resumen de los hechos principales que ocurrieron durante el golpe militar, el 11 de Septiembre)
http://www.lanacion.cl/noticias/site/artic/20040911/pags/20040911191351.html (Artículo sobre el allanamiento de Chilefilms, en el que Douglas Hübner cuenta su versión de los hechos y cómo zafaron en el allanamiento)
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